Ellos vivieron entre el año 0 y el 1100. Los otros (entre los que, posiblemente, puede haber una conexión) entre el 1200 y el 1700.
De ellos, y también de los otros, saben que estaban muy interesados en las fuentes de agua sal. Que tomaban el agua y la evaporaban. Saben que tenían interacción con otras personas: los del Valle del Aburrá, de Rionegro, de la cuenca del Río Cauca, del Magdalena.
Sembraban maíz, fríjol, plantas medicinales y amaranto. "Eso es muy bonito porque el amaranto ya no se cultiva". El 30 por ciento de la alimentación era de grasas animales y utilizaban las grasas vegetales, entre ellas algunas de palma grasoso. Tomaban bebidas fermentadas del maíz. No saben, eso sí, qué carnes comían, ni de qué animales.
Eran alfareros, mineros y orfebres, pero no todos hacían lo mismo. Algunos eran tejedores. Encontraron volantes de uso para hilar y cerámica con impresiones de tejido. Hacían cestería.
No eran un pueblo. Vivían en casas dispersas. Una aquí, la otra más allá. Entre ellos y los otros, la tecnología es la misma, pero cambian las formas de los artefactos. "Es decir, el saber continúa".
No saben cuántos eran. Los primeros eran más pocos: encontraron 22 lugares de vivienda. Los segundos eran más: encontraron el triple de casas, 60. Las casas eran comunales, colectivas, para familias ampliadas. No los papás y los hijos, sino los hijos y sus esposas y sus hijos y los hijos de los hijos.
No saben de qué tribu eran, no saben su nombre, pero sí "sabemos que eran poblaciones nativas americanas".
Saben, también, que habitaron Piedras Blancas, es decir, Parque Arví. "Este lugar no ha estado desocupado en los últimos 2.000 años y posiblemente antes. Creemos que hay elementos de continuidad. Con la misma lógica de las casas contemporáneas, encontramos las prehispánicas".
Mauricio Obregón Cardona es el responsable de la investigación (hizo parte de su tesis de doctorado en antropología de la Facultad de Filosofía de la Unam), pero el trabajo es en equipo. Llevan 10 años y un poco más. Tres etapas: excavación cada 50 metros, luego eligieron 10 sitios y después dos, para quedarse en los detalles.
Esto es lo que descubrieron. Porque ya se sabía lo de los caminos "bonitos e impresionantes" y que las personas habían hecho construcciones en piedra. Se conocía que hacían huertas especiales (los campesinos de hoy cultivan con la misma técnica, que tiene, calculan, unos 3.000 años). Sabían de habitantes más recientes, de los siglos XVII y XIX. No sabían nada de las viviendas, de la vida cotidiana. "Nos interesa entender esas formas de vida. Es una lección social. Nos están diciendo que se pueden tener formas más igualitarias, menos injustas y hacer cosas valiosas".
Aquí van, incluso con más detalles. El cuento aún no termina. Hay mucho por escudriñar.
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