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Conquistarán el cielo con sus dedos

Un equipo colombiano viajará a enfrentar a 87 deportistas en el campeonato mundial de aeromodelismo que empieza la próxima semana en Estados Unidos.

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    Conquistarán el cielo con sus dedos |
21 de julio de 2011
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Federico Hinestrosa dice que puede volar con los dedos. Cuando pilotea su avión a radio control tiene los pies en la tierra pero su mente tripula la aeronave de 5 kilos de peso y 2 metros de envergadura que surca los aires con un vigor mayor que el de un avión comercial.

Sin despegar la mirada del avión, manipula los controles con la delicadeza de un relojero para conseguir intrincadas maniobras.

El avión asciende más de 120 metros y luego baja en caída libre reproduciendo los giros de un taladro. Antes de tocar tierra recupera altura para continuar con la rutina de piruetas, cabriolas y giros que deberá repetir en pocos días en el Campeonato Mundial F3A que se disputará en Estados Unidos.

Armando Lega, Marcelo Vélez, y el campeón nacional Federico Hinestrosa son la representación Colombiana. Viajarán hasta Orlando, Florida, con sus aviones desarmados en cientos de diminutas piezas y embalados en cajas especiales

Desde allí cruzarán las carreteras de Alabama, Tennessee y Kentucky antes de llegar a la ciudad de Muncie en el estado de Indiana, donde enfrentarán a 87 deportistas de 32 países.

Es la segunda vez que Federico participa en un evento de talla mundial (la primera vez fue en 2007, en Argentina) y se siente preparado para estar a la altura de los mejores pilotos.

"Este es el mejor equipo colombiano que ha participado en un mundial, es el más consistente".

En el país, el aeromodelismo se practica con el rigor de cualquier disciplina deportiva. Las sesiones de entrenamiento se cumplen religiosamente varias veces por semana, cada año se organizan campeonatos y los aviadores trabajan permanentemente en sus máquinas para convertirlas en bólidos del aire.

Federico no duda en comparar su disciplina con la Fórmula 1, donde hay un entramado despliegue técnico y científico para mejorar los automóviles. Guardadas las proporciones, lo mismo ocurre con estos aviones fabricados en balso y tríplex.

"El diseño puede tomar más de un año, la construcción seis meses y el ajuste tres, pero es un proceso que nuca termina", explica este ingeniero mecánico, quien concibió cada detalle de los dos aeromodelos con los que competirá en E.U.

Durante el mundial no sólo deberá superar la destreza de los demás competidores, sino que enfrentará situaciones distintas a las que vive en la pista del Club Aeromodelos de Rionegro.

Normalmente, sus vuelos a 2.200 metros de altura sobre el nivel del mar encuentran un aire liviano y vientos suaves que los aviones atraviesan sin dificultad. Por estar al nivel del mar, Indiana le ofrecerá condiciones más agresivas: un aire denso, vientos de 15 kilómetros por hora y posibles turbulencias que podrían hacerle perder el control de su aeronave.

"La potencia de estos aviones es más parecida a la de un avión de combate que a la de un avión comercial", asegura Sergio Velásquez, un joven de 22 años que oficia como entrenador y acaba de finalizar sus estudios de piloto comercial en Canadá.

Sergio se encarga de guiar a Federico en las maniobras. Con meses de anticipación reciben un plan de vuelo y un esquema que sobre el papel tiene el aspecto de un complicado laberinto.

Una vez se activa el motor del avión y sus hélices empiezan a girar a 6.500 revoluciones por minuto, inicia una coreografía de ocho minutos en la que se reproducen, al pie de la letra, las figuras acrobáticas diseñadas por los pilotos más experimentados del mundo.

Los dedos de Federico ya conocen la partitura. Sujetan y activan los interruptores controlando la velocidad y la inclinación de los alerones. La aeronave cae en picada, gira, asciende, rasga el aire...

A 120 metros de altura su silueta puede confundirse con la de un ave pequeña pero sus movimientos son impredecibles, como si en la cabina no tripulada estuviera contenida la actitud ondulatoria de una libélula.

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