Juan Carlos Ángel quisiera que lo sucedido al profesor Luis Fernando Montoya en el 2004 fuera una historieta, un hecho ficticio, irreal.
Y es que ese atentado que le quitó la movilidad y la calidad de vida al estratega, también afectó al actual preparador físico del Atlético Nacional en la parte humana y profesional, porque lo alejó del socio, del amigo, con quien tocó el cielo tras los títulos en la Dimayor y en la Copa Libertadores, y luego de acariciar la Copa Intercontinental con el Once Caldas.
De un momento a otro, cuando habían consolidado un grupo de trabajo, todo se derrumbó. Ahí terminaron las opciones de irse a dirigir el Cruz Azul de México o una filial de la Roma, en Italia, que estaban interesados en sus servicios.
"Me quedé solo", dice este profesional del deporte, egresado del Politécnico Jaime Isaza Cadavid, de 48 años de edad, al que le tocó empezar de nuevo, trasegar por varios clubes y compartir con técnicos diferentes. Por eso celebra su regreso a la familia verdolaga, gracias al llamado de Santiago Escobar, con el que aspira a trabajar muchos años.
Sachi y Juan Carlos son amigos y compartían aspectos profesionales, pero nunca trabajaron juntos en un equipo. Hasta que les llegó el día por las recomendaciones que Escobar recibió sobre los conocimientos y disciplina de Ángel.
El esposo de María Victoria Vanegas y papá de José David (14 años) y María Paulina (9), que suma dos coronas en Colombia con el Caldas, confiesa que volver a Nacional lo toma como un premio, fruto de 20 años de lucha y dedicación.
"Es gratificante retornar después de ocho años a una institución grande y seria -relata Ángel-, con la que antes estuve durante tres años en dos períodos, tanto en las divisiones menores y el plantel profesional, al lado de Barrabás Gómez, Alexis García y Montoya".
A su regreso se encontró un club con gran infraestructura, en el que ofrece todo su conocimiento para conformar un equipo competitivo, que alcance tanta compenetración como si fuera una familia. Y él, un ganador por naturaleza, pero acostumbrado también a la adversidad, está ahí para ayudar.
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