¡Qué ironía! Mientras hablan a los cuatro vientos sobre unidad latinoamericana, Brasil, Argentina y Chile están retaceando su apoyo al candidato latinoamericano para presidir el Fondo Monetario Internacional, Agustín Carstens.
Carstens, actual gobernador del Banco de México y ex secretario de Hacienda mexicano, que ocupó también el segundo puesto más importante del FMI, ya ha logrado el respaldo de España y de 13 países latinoamericanos, incluyendo México, Colombia, Perú y Venezuela y casi todas las naciones centroamericanas. Compite contra la ministra de Finanzas francesa, Christine Lagarde, que es la favorita para ganar, entre otras cosas porque el cargo ha sido tradicionalmente concedido a un europeo.
Esta semana le pregunté a Carstens si está decepcionado porque esos tres países suramericanos hasta el momento no lo apoyan para suceder a Dominique Strauss Kahn. Carstens trató de evitar criticar a Brasil, Argentina y Chile, pero sugirió que los tres países deberían respaldar su candidatura si sinceramente desean que Latinoamérica tengan más influencia mundial.
"Pienso que sí, que deberían apoyarme", me dijo. "A Brasil, dentro del entorno de los BRICS (las principales economías emergentes del mundo) le daría más fuerza que se lo vea como un país apoyando a Latinoamérica".
¿A qué se refiere?, le pregunté. Carstens explicó que "Latinoamérica ha perdido peso específico en el FMI". Mientras que hasta hace pocos años había un latinoamericano en el segundo cargo más importante de la institución, el de subdirector, en la actualidad hay tan sólo dos latinoamericanos entre los 25 funcionarios que ocupan el tercer nivel jerárquico.
"Si gano yo, sería afirmación muy fuerte del poder de Latinoamérica", dijo Carstens. Agregó que, aparte de que ya es hora de que un representante de las economías emergentes lidere el FMI, él es mejor candidato que Lagarde. Por ser un economista que desempeñó un papel clave en la resolución de las crisis financieras mexicanas de 1987 y 1994, tiene más experiencia en el manejo de los problemas económicos como los que actualmente enfrenta Europa.
¿Qué tiene de malo Lagarde?, le pregunté. Carstens señaló que es abogada, mientras él es economista. "Tiene muchas virtudes, es una señora muy articulada, muy inteligente, sabe escuchar, pero no tiene experiencia de 30 años de servicio en asuntos relacionados con el FMI", dijo.
Después de la entrevista, pregunté a varios analistas del FMI por qué piensan que Brasil, Argentina y Chile no han apoyado todavía la candidatura de Carstens. Varios me dijeron que la actitud de Brasil posiblemente se debe a su rivalidad con México. Otros afirman que tal vez Brasil quiere esperar a ver cuál de los dos candidatos tiene más votos para emitir el suyo.
Lograr que un latinoamericano con las credenciales de Carstens encabece la institución financiera más importante del mundo sería uno de los logros más importantes de la región para aumentar su influencia en el mundo. Sin embargo, por increíble que suene, algunos de los países más grandes de la región no le están prestando su apoyo. ¿No les da vergüenza?
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