En Colombia no es necesario que existan leyes para legitimar el matrimonio gay, la legalización de la marihuana o el aborto.
No es necesario porque pese a las prohibiciones de ley, la dinámica social permite ejercer el libre desarrollo de la personalidad, a pesar de los juzgamientos, el rechazo y la estigmatización, a pesar de los riesgos y los costos, de lo bueno y de lo malo. Uno es lo que quiere ser y punto.
Ser homosexual no es un delito y así la iglesia lo considere pecado, está en pleno apogeo y urge el reconocimiento social y jurídico. Y si los congresistas iluminados y ungidos por la moral decidieron que este país ganaba con el no reconocimiento del matrimonio entre parejas del mismo sexo, nunca podrán impedir que dos hombres o dos mujeres que se amen, lo sigan haciendo, como tampoco podrán impedirles irse a vivir juntos y gozar de sus derechos.
Los homosexuales cada vez son más, en cada familia puede haber uno, se les quiere o se les teme, y poco se les conoce. Conocerlos es darse cuenta que son humanos que sudan, lloran, ríen, sienten y hieden tanto como usted o como yo.
Ahora, en este país está prohibido por ley fumar marihuana pero muchos lo hacen. El Procurador dice que los periodistas vivimos de porro en porro y de pase en pase. Así también entonces deben vivir los médicos, los abogados, los ingenieros, los músicos, los publicistas, los diseñadores, los mecánicos, los estudiantes…
En definitiva no es cuestión de profesión, es un tema transversal a toda la sociedad.
Conseguir marihuana es tan fácil como realizar un mandado a la tienda, y eso que está prohibida. La legalización de la marihuana es simplemente un formalismo y la calle lo constata. Fumar no me hace un delincuente. Por mi parte, marcharé mañana pro-cannabica y felizmente por las calles de Medellín.
Pasa lo mismo con el aborto. Una ley que lo prohíbe y millones de razones para realizarlo. Razones de peso para no tener el bebé como una violación o como la reacción violenta de los padres de la niña de trece, que acaba de enterarse que ha quedado embarazada luego de una noche experimental de pasión (para ella es razón de peso). Si tiene el dinero y está decidida, no tendrá problemas en encontrar quien le haga el trabajo, sitios abundan, así como amigos que la ayuden a encontrar el más barato y seguro abortista.
Y es que hablar de lo legítimo, es abordar el terreno de lo justo, de lo verdadero, de lo genuino, del deber ser. No todo lo legal es legítimo. Es más, mucho de lo legal es ilegítimo.
Es legal que se realice un paro transportador o cafetero, pero no es legítimo el uso desmedido de la fuerza para acallar las pretensiones de los manifestantes.
Es legal llevar a la cárcel por tres meses a un pobre hambriento que se robó tres cubos de caldo en un autoservicio, pero no es legítimo que los Nule estén ad portas de una condena irrisoria, que les permita salir en poco tiempo y disfrutar de la plata que nunca devolvieron.
Es legal asegurar que "en Antioquia no se pierde un peso", pero de ninguna manera legítimo.
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