Estuvo en la final de 2004 frente a Junior como arquero de Nacional y confiesa que ese partido lo marcó para siempre. Milton Patiño rememora esa jornada en la que los verdes remontaron un 3-0, pero perdieron en la definición desde el punto penalti.
De ese partido, "con el sinsabor de no haber obtenido el título", señala que le queda un grato recuerdo por el equipo que tenían y por el apoyo de la gente. "Lo que más nos motivó a todos a pensar que se podía, a soñar y creer, fue la hinchada. Ver ese estadio con 50.000 personas que era el aforo de antes y después de una derrota en Barranquilla, tocaba a cualquiera".
Milton, que en la actualidad se desempeña como preparador de arquero en el conjunto verdolaga, cuenta con orgullo que cuando se encontraba con vecinos que no eran seguidores de Nacional, le manifestaban estar "orgullosos al ver a ese equipo de guerreros".
El cuidapalos agrega que en la cancha fueron superiores y el resultado pudo haber sido de 6-1 o 7-1, pero en los últimos 10 minutos desaceleraron y Junior aprovechó y se encontró con un gol. "Yo tengo el video, lo he revisado más de 50 veces y concluyo que cometimos cuatro errores muy gruesos. Cuando la equivocación es una, se soluciona, pero si son más, el rival saca ventaja como sucedió".
Patiño añade que en los penaltis es cuestión de carácter, de personalidad, nervios y un poco de azar. Esa anotación le dio un respiro al rival, en tanto que los verdes sintieron un golpe duro. Su recomendación a los compañeros que hoy juegan en Barranquilla es patear fuerte y no dejar nada al azar.
"Fue un episodio que sentimos todos -relata Milton- y marcó algo en nuestras vidas. A mí me costó recuperarme, seguí jugando fútbol, pero nunca me olvidé porque sabía lo que era Nacional, la historia y lo que se nos perdió. Una década después siento un hormigueo en el estómago por lo que pasó esa tarde".
A Juan Carlos Ramírez, quien falló el cobro definitivo para Nacional, lo cobijaron como grupo, pues le pudo pasar a cualquiera. La vida continuó para ellos, pero les queda el recuerdo de una anécdota agridulce que hoy cobra vigencia, porque los mismos rivales disputarán el título de la Liga Postobón-1
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