Aquellos que en otras ocasiones salieron abucheados y no pasaron el examen para la tribuna fueron los que marcaron la diferencia anoche en el Atanasio Girardot.
Se trata de Estiven Vélez y Andrés Felipe Ortiz, dos defensores que cambiaron las críticas del pasado por una lluvia de aplausos tras su destacada actuación en el clásico 255 entre Nacional y Medellín.
Estiven había prometido que "voy a sudar esta camiseta y jugaré cada partido como si fuera el primero de mi vida". Y lo cumplió.
Además de ser rendidor en marca, fue el más regular del verde e intentó, con mucho éxito, darle salida al equipo. Varios de sus centros generaron riesgo en el arco de Aldo Bobadilla.
La suerte también estuvo del lado de Ortiz, quien luego de superar la muerte de su abuela, se llenó de valor y seguridad para darle una mano al Medallo en la parte determinante del campeonato.
A la rapidez para anticipar le sumó seguridad, claridad y, de paso, le dio una mano a su compañero Daniel Sanabria, que no tuvo su mejor partido.
Si bien llegaron los goles en dos momentos de inspiración de ambos equipos, la defensa respondió anoche y evitó que las demás líneas se lucieran en el 1-1 que dejó al Medellín en la punta del cuadrangular y al Nacional con buenas opciones para buscar la final.
La efectividad también les aumentó la calificación a Luis Alberto Perea e Iván Corredor, quienes anotaron, pero los dos solo tuvieron ese buen pasaje, pues en el resto del partido no estuvieron a la altura de Estiven Vélez y Andrés Ortiz.
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