Los brasileños no dejan las protestas en todo el país. Exigen más seguridad, más calidad en la salud, el transporte y la educación, mientras sigue en picada la popularidad de la presidenta Dilma Rousseff, cuyas palabras no tranquilizan a quienes claman porque los 15.000 millones de dólares que se calcula costarán la Copa Confederaciones y el Mundial de Fútbol 2014 tengan un mejor destino.
Y es que mientras las selecciones de Brasil y España disputaban ayer la final de la Confederaciones, una encuesta de la firma Datafolha revelaba que el Gobierno de la mandataria cuenta sólo con el apoyo del 30 por ciento de la población, lo que evidencia un descalabro del 27 por ciento desde que iniciaron las protestas, en la primera semana de junio.
El Ejecutivo hace lo que puede para tratar de frenar el desbarajuste social, y tras derogar el aumento en el costo del transporte analiza nuevos programas de gasto social por valor de 50.800 millones de reales (unos 43.768 millones de pesos), de acuerdo con la prensa de ese país.
Según información difundida por la agencia Efe, la mayor parte de ese dinero se invertiría en salud pública, en la que el país invierte cerca del 4,2 por ciento de su PIB. Pero Ilan Goldfajn, economista jefe del Banco Itaú, advierte sobre los devastadores efectos que ésta medida traerá para el crecimiento del país ya que, asegura, aumentará la inflación y los intereses.
"Esas personas tienen las necesidades básicas atendidas, pero protestan porque otras cosas en su vida no están bien. Ellos demandan un Estado más eficiente, mejores servicios públicos, protestan contra la corrupción", señaló el experto.
Los vaticinios de Goldfjan se ven confirmados por las previsiones de crecimiento para este año, que analistas han reducido a un 2,46 por ciento, frente al 3,50 por ciento que baraja el Gobierno. La inflación, por su parte, acumuló un 2,88 por ciento hasta mayo de este año, lo que se ha reflejado sobre todo en el precio de los alimentos.
Frente a esta perspectiva, el ministro de Hacienda, Guido Mantega, dijo ayer al diario O Globo que el Ejecutivo hará recortes en el presupuesto o incrementará los impuestos para compensar cualquier incremento del gasto social.
Lo cierto es que, a pesar de los esfuerzos gubernamentales, las cifras reveladas por Datafolha revelan una caída en la intención de voto de Rousseff, para las elecciones de 2014, que se sitúa ahora en el 30 por ciento, frente al 51 por ciento que se le atribuía hace solamente un mes.
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