Crecí 165 centímetros. Y lo poco que crecí lo hice pegado de un radio. Aprendí a querer y respetar el medio, a conocer sus potencialidades, su enorme capacidad de enseñar, formar, divertir y crear inquietudes. De niño y adolescente, en Bogotá, seguí todos los movimientos de Armando Plata Camacho en Tequendama, Álvaro Monroy al frente de Radio Fantasía, y hasta de Manolo Bellón cuando, en los 70, se hace al control de Radio Visión -antigua Radio 15-. Luego, mis días enteros de regreso a Medellín, estuvieron matizados por La Voz de la Música, La Voz del Cine, Radio Disco, Radio Musical, Todelar Estéreo, Veracruz y Super Estéreo. Eran otros tiempos, otras músicas…
Eran emisoras armadas con colecciones privadas de melómanos extremos. Pero también eran estaciones radiales construidas con amor y pasión por verdaderos pioneros involucrados en todos los procesos. No eran pues simples empleados. Eran sujetos comprometidos, armados de mística y una sed insaciable por aprender… por no dejar de aprender nunca.
Los grandes conglomerados económicos empezaron a tomar el control de pequeñas estaciones… y esa radio se volvió otra cosa: una máquina de hacer plata a toda costa, sin miramientos y, muchas veces, sin el mayor escrúpulo. Acumular sintonía para facturar. Claro y contundente.
Pero nuestra radio también ha convivido en universos paralelos. Para quienes decidieron apartarse del camino que recorren las masas, siempre ha habido opciones, alternativas no muy populares pero sí movidas por un espíritu nuevo, por unas ansias enormes de cambio, de mostrar que hay otras músicas, otra forma de aproximarse al oyente.
La radio cultural universitaria es el mejor ejemplo de esa tenacidad que necesitan los medios que no se venden a las modas, que no hacen concesiones, que mantienen una línea filosófica de responsabilidad y respeto con el oyente. Emisoras que trabajan con otros parámetros y expectativas; todas ellas movidas por algo diferente al dinero y la acumulación de audiencias; todas ellas empeñadas en la formación de oyentes educados, informados, contextualizados.
Podría citar también a Latina Estéreo, emisora para expertos, para el melómano que vive y siente la salsa clásica. Podría citar a Radiónica, emisora estatal que encontró una forma perfecta de llegarle al joven que tiene vida más allá del reguetón.
La lista no termina ahí. Y antecedentes como El Mundo Diners, son inspiración para pensar que hay otra forma de hacer radio.