'A nadie le duele lo de uno' o 'lo que no nos cuesta hagámoslo fiesta' son dichos bien ciertos que recobran más validez cuando se trata del uso que le damos a las propiedades ajenas, en este caso a las puertas de los vehículos en los que nos montamos.
Muchas veces, quizás por una costumbre de querer asegurarlo todo a como dé lugar, nos bajamos de los autos y lanzamos las puertas con desmedida fuerza, sin necesidad alguna. Tenemos que darnos cuenta que esos portazos lo único que hacen es desajustar las puertas de los vehículos y claro -se van 'colgando'- ocasionando daños que luego el perjudicado es el dueño del auto que nos "arrastró" hasta algún lugar.
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