Todos aquellos que van al Ponyvoleibol a ver lo que sucede en cuatro canchas del coliseo Yesid Santos, finalmente terminan poniendo sus ojos sobre Samuel.
El chiquitín, por su tamaño, es la antítesis de lo que "debería" ser un jugador de este deporte, que cada día tiene a personas más espigadas o gigantonas.
Pero, a la hora de verlo actuar en el rectángulo sintético, él mismo se encarga de echar por el piso las leyes y los dictados sobre la estatura y tamaño.
Samuel Lozano Gómez es todo garra, talento y decisión, al punto de que se hace insustituible en el equipo de Rionegro que disputó el torneo de la categoría benjamín.
Samuel tiene siete años, hace un año que juega al voleibol y realiza el segundo curso lectivo en el Coredi de Rionegro.
Con ese número 12 en su espalda es como si se agigantara el niño que es entrenado por el técnico Yaly Leandro Flórez, quien tiene alto concepto de este Samuel, convertido en el centro de atención del certamen que hoy terminará entre el mediodía y la noche en el coliseo Yesid Santos.
"A mí me gusta ganar en el voleibol. Me siento feliz jugando". Eso dice, mientras sus vivaces ojos no quieren perder detalle de lo que sucede en la cancha en la que Samuel es auténtico, un pequeñín que se da íntegro y que no se cansa de imprimirle ánimos a sus compañeritos. Por algo la gente lo mira es a él.
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