No fue un artista; fue un artesano o, más bien, un carpintero entendido el que hizo el primer busto de Simón Bolívar de que se tiene noticia en Colombia. Eso fue en 1824.
Durante el siglo XIX y principios del XX, al Libertador no le habían dedicado todavía los parques. Se tenía noticias de que algunas imágenes suyas, aunque móviles y temporales, se mostraban en público desde muy pronto.
Una tal Ignacia París cargaba su retrato en el cabestrillo de su caballo, en Santa Fe de Bogotá, apenas en 1815, cuando el personaje aún no había mostrado toda su fineza.
Y en algunos despachos oficiales se colgaba la imagen de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco, más conocido como Simón Bolívar.
En las conmemoraciones de la Independencia en Medellín, incluso en el centenario, las autoridades civiles y la gente sacaban una mesa al atrio de la Candelaria, le tendían un mantel y, encima, ponían una escultura tallada en madera del caraqueño. Frente a ella hacían un acto.
Era una escultura de autor desconocido, hecha en guayabo o naranjo, eso sí, madera dura para la talla. El Bolívar que mostraba era un tipo feo, de nariz larga, patillas y cabello abundante. Del uniforme militar, sólo estaba tallado el cuello.
Esta historia me la contó Germán Suárez Escudero, miembro de número de la Academia Antioqueña de Historia y de la Sociedad Bolivariana de Antioquia, quien es nada menos que el dueño de la escultura del primer párrafo, la misma de los siguientes.
"Sé que es muy fácil decir que ésta es la primera escultura de Bolívar, pero difícil comprobarlo -señala el cartógrafo-. Para la prueba, este testimonio lo confirman dos eminentes especialistas".
Se refiere a Guillermo Hernández de Alba, el riguroso historiador de Estampas Santafereñas y otros libros (1906-1988), en certificado que firmó en 1977, y Luis Alberto Acuña, artista eximio e inclasificable (1904-1993), quienes coinciden en decir que la escultura "parece inspirada en alguno de los retratos de José María Espinosa".
Y pensar que Germán la consiguió en los años setenta en la tienda de antigüedades El Vendedor, del Pasaje Coltejer, de un señor Carlos Isaza.
Estaba arrinconada entre zapatos y cosas viejas, pues el dueño ignoraba su valor.
"Me costó 350 pesos. Me han llegado a ofrecer 20 millones de pesos para llevársela a Cúcuta y pasarla a Venezuela, pero no la vendo por amor al Libertador y por compromiso con la Sociedad Bolivariana".
Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4