Los colombianos tenemos el último domingo de octubre una gran responsabilidad con nuestro país, con nuestra democracia, pero sobre todo con nosotros mismos. Escoger muy bien y a conciencia a quienes van a ser nuestros alcaldes y gobernadores, así como a quienes nos van a representar en concejos y asambleas durante el próximo período. A veces tenemos la tendencia a asumir una posición derrotista y un poco tremendista de señalar que todos los políticos son corruptos y que no hay nada qué hacer. Pues no.
Es verdad que hay algunos políticos que han sucumbido a la tentación de apropiarse de recursos públicos; es cierto que en algunas regiones siguen existiendo grupos ilegales que con modalidades como la denominada 'parapolítica' buscan imponer candidatos de su influencia y por esa vía controlar los poderes regionales o locales; claro que las guerrillas u otro tipo de grupo ilegal armado intentan, donde pueden, acudiendo a su poder armado, intimidar a candidatos o a votantes; en fin, en algunas regiones la presencia de lógicas clientelistas -intercambio del voto por favores o por acceder a derechos ciudadanos, o peor aún, vender su voto- buscan elegir candidatos de antecedentes cuestionados con la pretensión de seguir haciendo mangualas en los gobiernos locales o regionales o en las corporaciones públicas.
Pero frente al cuadro anterior de riesgos, nosotros los ciudadanos con nuestro voto tenemos la posibilidad de neutralizarlos y cambiar las circunstancias. Primero, acudiendo a votar de manera masiva y con la certeza que todos los votantes podemos hacerlo de manera responsable; están equivocados quienes creen que lo mejor es abstenerse, porque no se puede cambiar nada. Segundo, escogiendo por quién votar de manera seria y a conciencia, para ello es fundamental conocer los antecedentes de cada candidato, sus propuestas y si bien en términos jurídicos hay que respetar la presunción de inocencia, políticamente es recomendable decidirse por candidatos sobre los cuales no existan dudas y menos acusaciones.
Por ejemplo, si yo viviera en Medellín y tuviera que votar por los candidatos de allí, sin ninguna duda lo haría por Sergio Fajardo para la Gobernación y por Aníbal Gaviria para la Alcaldía, porque son dos personas con antecedentes de buenos y serios gobernantes y con seguridad van a garantizar administraciones transparentes.
Si tuviera que votar en Cali, mi candidato sería Rodrigo Guerrero, no sólo porque ya fue un gran alcalde, sino porque tiene una trayectoria limpia y le garantizará a los caleños seguir con el proceso de recuperación de la ciudad.
Si fuera en Bucaramanga donde tuviera que votar, no dudaría en hacerlo para la gobernación de Santander por Luis Fernando Cote, no sólo porque lo conocí como mi estudiante de postgrado, sino porque creo que hizo una buena tarea como alcalde de su ciudad. Y si debiera hacerlo en Pasto votaría por Raúl Delgado para la Gobernación y por Pedro Vicente Obando para la Alcaldía, pues el primero fue un buen alcalde de Pasto y el segundo un rector de la universidad muy serio.
En Bogotá, donde vivo, tenemos un grupo de buenos candidatos, pero votaré por Gustavo Petro para la Alcaldía, porque creo que la trayectoria de parlamentario y dirigente político implacable contra las mafias va a garantizar una alcaldía que saque a la ciudad del hueco en que la dejó el alcalde suspendido -reconociendo el muy buen trabajo de la alcaldesa encargada-. Y como estoy seguro de que todo alcalde debe tener un concejo que lo controle, votaré por el joven liberal Horacio José Serpa, que tiene la formación académica y las ganas de hacer las cosas bien.
Lo importante es que cada uno de nosotros, cuando nos preparemos para votar, analicemos bien las opciones y escojamos el candidato con el cual estemos seguros que va a responder.
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