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“Desperté justo cuando el carro se empezó a hundir en el río Cauca”: sobreviviente

Cristian Parra cuenta cómo logró salir del vehículo que cayó al río hace una semana. Pide ayuda para continuar con la búsqueda de sus tres familiares y el conductor.

  • Los organismos de socorro de la zona, coordinados por el Dagran, avanzan en la búsqueda de las cuatro personas desaparecidas en el Cauca, en el Suroeste. Aún no hay resultados. FOTO cortesía
    Los organismos de socorro de la zona, coordinados por el Dagran, avanzan en la búsqueda de las cuatro personas desaparecidas en el Cauca, en el Suroeste. Aún no hay resultados. FOTO cortesía
18 de enero de 2022
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Lo último que recuerda Cristian Parra es que el carro en el que iba con su esposa, sus dos hijas de 5 y 10 años y el conductor chocó contra una señal de tránsito en la vía Santa Fe de Antioquia - Bolombolo.

Eran más o menos las 6:45 p.m. del pasado miércoles. El vehículo, que iba de Andagoya, Chocó, rumbo a San Pedro de Urabá, dio varios giros en ese punto del sector El Cangrejo, de Betulia, y se salió de la carretera. Cuando el carro se empezó a hundir en las aguas del río Cauca, Cristian despertó. Los otros cuatro ocupantes estaban inconscientes.

—Vuelvo en sí y estoy boca abajo, es decir, las llantas del carro quedaron hacia arriba, estaba volteado. Tuve una reacción rápida, pude soltar el cinturón de seguridad y caí. Volteo, logro ver a mi familia y salgo por la única ventana que había disponible, la del conductor. Me encuentro en un remolino y braceo hasta la orilla para pedir ayuda. Desperté justo antes de que el carro se terminara de sumergir, me tocó verlo hundir.

Entonces todo era confusión, Cristian no sabía dónde estaba, incluso pensó que habían caído en un río manso, poco profundo.

Corrió a pedir ayuda para sacar rápido a su familia y al conductor. Buscó luces de casas cercanas y subió la cuesta. Salió por un gallinero y se encontró con dos señoras que no lo podían ayudar, pero que le dijeron que en la tienda que seguía lo apoyarían.

—Corro gritando auxilio porque mi familia estaba allá abajo en el río. Las personas de una tienda salieron con palos y garrotes a ver qué podían alcanzar. Conté con la fortuna de quedar con un teléfono en mi bolsillo, aunque no prendía. Metí la sim card en un celular que me prestaron y pude llamar a la familia de mi esposa Yessenia y a la mía para contarles lo que había pasado. Luego llegaron los cuerpos de socorro y empezaron la búsqueda desde la mañana siguiente hasta ahora.

Cristian fue valorado por los primeros equipos de rescate que llegaron al lugar, solo terminó con raspones y una lesión leve en un dedo. Esa noche fue llevado por los bomberos a Santa Fe de Antioquia y desde entonces duerme en Anzá y todas las mañanas regresa al sitio del accidente para estar presente en los operativos de rescate.

La atención del incidente es liderada por las autoridades regionales y apoyada por los bomberos de Betulia, Santa Fe de Antioquia, Olaya, Sabanalarga y Anzá en una amplia zona del Suroeste antioqueño con incidencia del río Cauca.

Además de los familiares de los desaparecidos, el operativo de búsqueda lo integran 47 personas entre los que se encuentra personal del Dagran, Bomberos, Ejército Nacional, Defensa Civil, Policía y el concesionario Devimar, encargado de la carretera.

A esto se suman equipos de los organismos de rescate y otros facilitados por la comunidad vecina, como lanchas, grúas, vehículos, buzos y una ecosonda lanzada al río para tratar de ubicar el carro.

Cuenta Cristian que le solicitaron a la Armada Nacional buzos expertos en este tipo de rescates, además de un radar de profundidad, para continuar la búsqueda.

Negó, a su vez, que los ganchos lanzados al lecho de río hubieran pescado partes del vehículo o elementos de los ocupantes, tal como se difundió el fin de semana, y pidió que no se publiquen informaciones no confirmadas que pueden retrasar los trámites con las autoridades.

—Esta búsqueda es bastante angustiante, trato siempre de mantenerme fuerte, de mostrarme sensato, pero en mi interior hay un vacío grandísimo, a veces miro al río y usted no se imagina lo que siento. Entro a una tienda en Anzá, donde estoy durmiendo estos días, y veo juguetes o cuadernos. Eso me parte el alma. Lo más importante para mí ahora es poderle llevar a doña Aurelia, mi suegra, el cuerpo de su hija y de sus nietas

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