El diplomático portugués António Guterres es desde ayer el nuevo secretario general de la ONU, un cargo al que llega prometiendo cambios dentro de la organización y ofreciéndose como mediador en los conflictos del mundo.
El que fuera primer ministro de Portugal y alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados llega al cargo con un respaldo total de los Estados miembros, que lo eligieron por aclamación el pasado octubre.
Franco, expresivo y carismático, Guterres trae nuevos aires a Naciones Unidas y un claro contraste con su predecesor, el siempre discreto y pausado Ban Ki-moon.
El nuevo secretario general ya dejó claro que la ONU “debe estar lista para cambiar”, admitiendo sus defectos y reformando la forma en que trabaja.
“Esta organización es el pilar del multilateralismo y ha contribuido a décadas de relativa paz. Pero los desafíos están superando ahora nuestra capacidad de responder”, aseguró al jurar el cargo.
Guterres quiere una ONU “ágil, eficiente y efectiva”, que se centre “más en la gente y menos en la burocracia” y que sea capaz de entender las preocupaciones ciudadanas.
Ante los conflictos, el nuevo secretario general buscará una “diplomacia creativa”, según ha dicho, y se ofrece como mediador a todas las partes, tratando de hacer valer su fama como alguien capaz de forjar acuerdos.
Su reto más acuciante lo tendrá en Siria, donde la ONU lleva años tratando de impulsar un acuerdo político. Con la recuperación de Alepo oriental por parte del régimen se abre un nuevo escenario en la guerra y el mediador de la ONU, Staffan de Mistura, tiene previsto convocar nuevas negociaciones de paz en febrero.
Guterres tendrá también oportunidad de demostrar su habilidad mediadora en Yemen, Burundi o Sudán del Sur, conflictos enquistados desde hace tiempo y en los que los esfuerzos de Naciones Unidas por ahora no han dado frutos.
También se espera de él un mensaje claro contra el populismo y los movimientos xenófobos, una línea ya trazada por Ban y que el portugués, todo un veterano de la política europea, mantendrá.
Lo hará en un contexto difícil, donde muchos de los mensajes de tolerancia que impulsa la ONU son directamente rechazados por algunas de las figuras más poderosas del mundo, como Donald Trump.
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