x

Pico y Placa Medellín

viernes

3 y 4 

3 y 4

Pico y Placa Medellín

jueves

0 y 2 

0 y 2

Pico y Placa Medellín

miercoles

1 y 8 

1 y 8

Pico y Placa Medellín

martes

5 y 7  

5 y 7

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

6 y 9  

6 y 9

Gaza: 77 años de violencia y 2 desde el ataque de Hamás a Israel; ¿cuándo acabará?

La guerra que inició en 1948 no deja de recrudecerse. Mientras miles de voces alzan su voz denunciando un genocidio hacia los gazatíes; el presidente Trump insiste en que es una guerra que solo tendrá fin cuando Hamás entregue a los rehenes y baje sus armas.

  • En los últimos dos años, han muerto 67.000 gazatíes. FOTO AFP
    En los últimos dos años, han muerto 67.000 gazatíes. FOTO AFP
  • Manuela Bedoya y Luna Barreto, colombianas que iban en la flotilla que les iba a llevar insumos a Gaza. Foto: Redes sociales.
    Manuela Bedoya y Luna Barreto, colombianas que iban en la flotilla que les iba a llevar insumos a Gaza. Foto: Redes sociales.
  • En Amsterdam, 250.000 personas marcharon para exigir el fin de la guerra en Gaza y presionar al gobierno a actuar contra Israel. FOTOS GETTY
    En Amsterdam, 250.000 personas marcharon para exigir el fin de la guerra en Gaza y presionar al gobierno a actuar contra Israel. FOTOS GETTY
  • Activistas colombianas en Gaza. Foto: Colprensa.
    Activistas colombianas en Gaza. Foto: Colprensa.
05 de octubre de 2025
bookmark

Se cumplen casi dos años desde el ataque de Hamás a Israel del 7 de octubre y el inicio de la respuesta militar de Netanyahu, y la vida en la Franja de Gaza se sostiene entre el polvo y el hambre. Aquello no es un hecho aislado, sino otro de los escenarios violentos que se han dado en territorio Palestino desde el inicio del conflicto con Israel en 1948.

En el corazón de la Franja, Ali Musa al Dibs cuida a su hijo Musab, un adolescente en coma desde mayo. El muchacho, de apenas 14 años, no puede caminar ni abrir la boca para comer. Tiene fiebre constante, espasmos y el cuerpo cubierto de úlceras. “Hasta el 7 de octubre teníamos una vida más o menos feliz. Ese día, eso se cortó”, le dijo Al Dibs a El País. Desde entonces ha cambiado de refugio quince veces, buscando un rincón donde su hijo pueda respirar sin miedo a que el techo se derrumbe.

El horror se mide en cifras imposibles. Más de 67.000 personas han muerto —la mayoría mujeres y menores— y la hambruna en Gaza, declarada por la ONU, se ha vuelto parte del paisaje. Familias enteras sobreviven con un trozo de pan al día. En los hospitales, los niños desnutridos se aferran a una vida que depende del aire que queda en las bombonas de oxígeno. La guerra, dicen los expertos citados por El País, dejó de ser guerra: “es una demolición sistemática, un castigo colectivo”.

En medio de la devastación, aún hay quienes se atreven a resistir. Fidaa al Araj, psicóloga y madre de seis, relató que su vida se resume en “ser objeto de un genocidio”. Ha aprendido a hornear en hornos de barro, a cortar leña y a sobrevivir sin agua. Sueña con un grifo que funcione, con una puerta de madera que se pueda abrir y cerrar sin miedo. “Nunca pensé que tendría que usar un horno de los museos, como los de nuestras abuelas”, dice. Su historia, como la de miles, es el eco humano detrás de la estadística.

Activistas interceptados: la flotilla que buscaba combatir el hambre

Manuela Bedoya y Luna Barreto, colombianas que iban en la flotilla que les iba a llevar insumos a Gaza. Foto: Redes sociales.
Manuela Bedoya y Luna Barreto, colombianas que iban en la flotilla que les iba a llevar insumos a Gaza. Foto: Redes sociales.

Pero mientras Gaza sangra, el mundo mira a otro frente: el de los activistas que intentaron romper el bloqueo para llevar ayuda. Entre ellos estaban dos colombianas, Manuela Bedoya y Luna Barreto, integrantes de la flotilla humanitaria Global Sumud. Zarparon con medicinas, alimentos y esperanza, hasta que la Marina israelí interceptó su barco en aguas internacionales. Fueron detenidas, incomunicadas durante horas y posteriormente deportadas.

“Nos trataron como criminales por querer ayudar”, contó Barreto antes de ser trasladada a un centro de retención. La Cancillería colombiana protestó formalmente ante Israel y exigió garantías para las activistas. Bedoya relató que los uniformados las encañonaron y les confiscaron sus pertenencias: “Nos gritaron que éramos terroristas por defender a Palestina”.

En video: “¿Cómo alguien puede tolerar este horror?” Embajador de Palestina rompió en llanto ante el Consejo de Seguridad de la ONU

En esa misma flotilla viajaba Greta Thunberg, la joven ambientalista sueca que se convirtió en símbolo de las protestas mundiales por Gaza. Algunas personas que viajaban con ella reportaron que fue “agredida físicamente y humillada” durante su detención por las fuerzas israelíes.

“Nos obligaron a permanecer de rodillas durante horas, sin agua ni comida”, denunció Thunberg tras ser liberada. La imagen de la activista, exhausta y con marcas visibles de las esposas, dio la vuelta al mundo. En Suecia, su gobierno exigió explicaciones formales a Israel, mientras que organizaciones humanitarias calificaron el hecho como una violación flagrante del derecho internacional.

En Amsterdam, 250.000 personas marcharon para exigir el fin de la guerra en Gaza y presionar al gobierno a actuar contra Israel. FOTOS GETTY
En Amsterdam, 250.000 personas marcharon para exigir el fin de la guerra en Gaza y presionar al gobierno a actuar contra Israel. FOTOS GETTY

Las colombianas, junto a Thunberg y a otros integrantes de la flotilla, fueron deportadas sin poder completar su misión. Sin embargo, su gesto se multiplicó: en Ámsterdam, miles de personas salieron a las calles en la manifestación “Línea Roja”, ondeando pañuelos palestinos y clamando por el fin de la guerra. “Es tiempo de que el mundo deje de mirar a otro lado”, dijo una de las voceras a AFP.

¿El fin de la guerra es un sueño?

Mientras tanto, en los pasillos del poder se cocina una negociación frágil. El presidente estadounidense Donald Trump asegura que el fin está cerca. Según confirmó él mismo este sábado, “Israel ha cesado temporalmente sus bombardeos” para avanzar en un acuerdo de alto al fuego.

Su plan —negociado con el primer ministro Benjamín Netanyahu y mediado por Egipto y Turquía— propone liberar a todos los rehenes en 72 horas, retirar gradualmente las tropas israelíes de Gaza y desarmar a Hamás. “Estamos muy cerca”, dijo Trump, convencido de que su mediación podría valerle un Nobel de la Paz.

Al mismo tiempo, en la ONU, 143 de los 193 países miembros reconocen oficialmente a Palestina como Estado, y una amplia mayoría —más de 140 naciones— ha respaldado reiteradamente la creación de dos Estados, Israel y Palestina, como única vía para poner fin al conflicto.

Activistas colombianas en Gaza. Foto: Colprensa.
Activistas colombianas en Gaza. Foto: Colprensa.

Durante una de las asambleas del organismo, el presidente Trump intervino. Aseguró: “Tenemos que acabar con la guerra en Gaza. Tenemos que traer de vuelta a los rehenes que tiene Hamás (...) algunos miembros de este organismo buscan reconocer unilateralmente al Estado palestino. Las recompensas serían demasiado grandes para los terroristas de Hamás, por sus atrocidades”. Añadiendo que es por eso que no tolerará que Hamás no cumpla el plan, y respaldó a Netanyahu al pedir la liberación de rehenes.

Pero sobre el terreno, las bombas no se detienen. La Defensa Civil gazatí reportó al menos 57 muertos en las últimas horas. Netanyahu prometió traer de vuelta a todos los rehenes “durante la festividad de Sucot”, aunque advirtió que “Hamás será desarmado, diplomática o militarmente”. El ejército israelí controla ya tres cuartas partes del territorio y mantiene cercada la capital.

Siga leyendo: El hambre no debe ser “arma de guerra”: ONU sobre guerra en Gaza y otros conflictos

Entre el fuego cruzado, los gazatíes siguen soñando con cosas sencillas: un techo, un grifo, un trozo de carne para los niños. En los campamentos de Nuseirat, Hassan, de 18 años, dice que quiere ser ingeniero “para responder con conocimiento a quienes nos atacan”. Mohammed, periodista y padre de cuatro, duerme solo dentro de su coche mirando el mar. “Mis hijos no me reconocen por videollamada”, le dijo a AFP con la voz quebrada. En Gaza, incluso los sueños son un lujo.

Sin embargo, en medio del hambre y las ruinas, persiste un hilo de esperanza. “Si Dios quiere, la guerra terminará bien”, repite Al Dibs junto a la cama de su hijo Musab. Espera que algún día el niño pueda volver a jugar.

El empleo que buscas
está a un clic

Nuestros portales

Club intelecto

Club intelecto
Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida