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Ecuador enfrenta, otra vez, una gran manifestación social por parte de la comunidad indígena. Las protestas sociales, que se extienden por todo el país con bloqueos en vías de varias ciudades, comenzaron el pasado 13 de junio, lideradas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie).
Ecuador cuenta con aproximadamente 1.1 millón de indígenas, según la organización de derechos humanos Iwgia. Y no importa de qué corriente política sea el Gobierno de turno, la manifestación social de esta comunidad no cesa y siempre consigue algo.
Las protestas, que ya ajustan diez días, estallaron en contra de la carestía de la vida, con un pliego de peticiones que incluye la reducción y congelación del precio de los combustibles, la moratoria de créditos, mejoras en el sector de la educación y en demanda de mayor y mejor acceso a la salud, entre otros asuntos.
Las luchas indígenas en Ecuador no son, de ninguna manera, nuevas. Tan solo en 2019 ya hubo otro antecedente.
En ese caso, el gobierno de Lenín Moreno había decretado una serie de medidas económicas. Estas desataron gran revuelo entre los indígenas, que salieron a protestar durante 11 días.
El Gobierno se vio en la necesidad de declarar estado de excepción. Y las protestas, lideradas por el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), y el Frente Popular (FP), se incrementaron hasta el punto en que, los últimos dos días, se declaró toque de queda en Quito.
Los indígenas se reunieron con Lenin Moreno, con intermediación de la ONU, y consiguieron que se derogara el decreto 883 sobre la eliminación del subsidio a la gasolina.
En esa protesta hubo 1.330 retenidos, 435 policías heridos y 132 bloqueos de carreteras. Pero, por supuesto, esa no fue la primera ni la última de las manifestaciones lideradas por Conaie.
Si el gobierno de Lenin Moreno no salió ileso de las luchas indígenas, tampoco lo hizo el de su antecesor, Rafael Correa. Y ni siquiera le tocó una vez. Entre los varios levantamientos que enfrentó en su década de mandato, la más reciente se remonta al 2015. En ese entonces se protestó por el aumento a los impuestos a las herencias y a la plusvalía.
Los indígenas salieron en masa a las calles y, en menos de un mes, le dieron un giro al escenario político. Manifestaciones que superaban los 20.000 individuos. Mientras tanto, los líderes opositores no pedían que el Gobierno cayera, sino que rectificara sus medidas, en las calles se gritaba ¡Fuera Correa, fuera! y con Lenin Moreno pasó lo mismo, y ahora también con Lasso.
Lo que pasa, en ultimas, se acerca históricamente más a lo que pinta la oposición. Que los indígenas terminan sentándose con el Presidente de turno, sea de izquierda o derecha y, un poco viéndose sometido, pues este termina cediendo ante las medidas impuestas y por las que se esté protestando. No importa el gobierno ni el momento, en Ecuador los indígenas piden que caiga un mandatario para conseguir negociar, y lo logran.