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Venezuela, un país petrolero que se queda sin combustible

La gasolina que se comercializa en Venezuela tiene su origen en la frontera con Colombia. Las filas para comprarla duran noches enteras. Escasez.

  • Las personas que necesitan combustible hacen filas con sus carros desde la noche anterior para ser los primeros que atiendan cuando abran las estaciones. A veces no alcanza para ellos. FOTO Getty
    Las personas que necesitan combustible hacen filas con sus carros desde la noche anterior para ser los primeros que atiendan cuando abran las estaciones. A veces no alcanza para ellos. FOTO Getty
19 de mayo de 2020
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La última vez que Juan Carlos Araque encontró una estación de gasolina abierta y con combustible fue a finales de febrero. Desde entonces no ha podido abastecer su camioneta porque en Táchira, estado fronterizo con Colombia, no hay suministro. Araque recuerda bien que ese día solo consiguió 30 litros de carburante, cuando a su carro le caben 60. Ya no lo saca porque, en una Venezuela con abundancia petrolera, la gasolina es oro que se guarda para eventuales contratiempos que, espera, nunca lleguen.

Aunque el país vive en estado de emergencia y cuarentena total desde mediados de marzo, lo que supone que la gente no necesita circular por la calle, las filas en las estaciones de servicios tardan noches enteras. Las personas no se movilizan a sus trabajos, salvo que sean personal médico o colaboradores del Estado, pero aún así las colas en las bombas son interminables. Una vez llega su turno, según la indicación que dio el Gobierno, un comprador tienen un cupo limitado.

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Quince litros para pacientes crónicos, productores agropecuarios y empresarios de alimentos; cada siete días y soportando, en teoría, colas de entre 4 y 5 horas. “Pero eso no se cumple. Si un usuario común necesita combustible le cobran 50 mil pesos o 20 dólares por hacer la fila”, cuenta Araque. Cuando no hay gasolina en las estaciones oficiales está la opción de la reventa de los pimpineros. Por una pimpina (caneca), que tiene unos 20 litros, piden 80 mil pesos colombianos. Ese carburante sale de la frontera.

A Ricardo Villalobos le han ofrecido ese combustible en el estado Zulia. Sabe que es extranjero por la coloración y el olor que emana de los recipientes en los que lo guardan los comerciantes que lo venden en las carreteras. “Te dicen que lo traen desde la frontera con Colombia. No es el que vende el Estado porque no lo ofrecen en las estaciones de servicio”, cuenta.

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Venezuela es un país petrolero. En tiempos de bonanza enviaba embarcaciones con crudo a Cuba, Haití o Nicaragua, en sus fronteras la gasolina se compraba a bajos costos para luego revenderla en Colombia a precios internacionales. Eran tiempos de prosperidad, con un barril que superaba los 100 dólares y Hugo Chávez como presidente, pero ya vive una realidad ajena. Al automotor, como si fuera otra vez el comienzo del siglo XX, lo reemplazaron las piernas y llevar los paquetes a cuestas.

Origen de la escasez

La última vez que Ronald Balza le echo combustible a su carro fue el 15 de marzo, el mismo día que comenzó la emergencia nacional. Al día siguiente tuvo la oportunidad de volver a tanquear el vehículo, pero no lo hizo porque había una fila muy larga. Hoy se arrepiente de no aprovechar esa oportunidad. Desde entonces está inmóvil, sin salir, porque sabe que ese carburante puede ser necesario luego.

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Balza es decano de Economía de la U. Católica Andrés Bello y explica que en Venezuela por mucho tiempo el precio de la gasolina fue prácticamente “nulo”, pero había suficiente para no hacer colas. “La capacidad de explotación de petróleo también se vino al piso porque no hubo inversión en estos años. Gastaban en dólares, pero no mejoraban la infraestructura. Luego llegaron las sanciones que impiden la venta del crudo”, explica.

Desde donde se le mire, una buena parte de los contratiempos del país tienen que ver con el petróleo. Las administraciones de Chávez y Nicolás Maduro no mejoraron su infraestructura petrolera para extraer el recurso. Parte de lo que explotaban era donado a Centroamérica, otra más se utilizaba para pagar la deuda externa y la restante comenzó a quedarse en sus refinerías ante las sanciones que ha impuesto Estados Unidos.

Si no hay quién compre, no entra dinero, no se dinamiza la economía y los ciudadanos empiezan a sentir esos embates. La inflación en abril fue de 80 %, según la Comisión Económica de la Asamblea Nacional. “Los precios se han acelerado cuatro veces más que en marzo y febrero. Eso hace que la inflación interanual sea de 4.210 %”, explica el diputado Ángel Alvarado. Así, con una economía por el piso, ahora en plena cuarentena por el coronavirus Venezuela siente su crisis a través del combustible.

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