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Desigualdad extrema: el 1% más rico concentra el 41% de la riqueza mundial, mientras el 50% más pobre apenas el 1%

Un estudio liderado por el Nobel de Economía Joseph Stiglitz reveló que, entre 2000 y 2024, el 1% más rico del mundo incrementó su riqueza 2.655 veces más que el 50% más pobre, una cifra que refleja la creciente concentración de la riqueza mundial.

  • Mientras la riqueza mundial se concentra cada vez más en manos de una pequeña élite, una de cada cuatro personas en el planeta tiene que saltarse comidas con frecuencia. Foto: Archivo Carlos Velásquez
    Mientras la riqueza mundial se concentra cada vez más en manos de una pequeña élite, una de cada cuatro personas en el planeta tiene que saltarse comidas con frecuencia. Foto: Archivo Carlos Velásquez
hace 6 horas
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Entre los años 2000 y 2024, el 1% más rico del planeta concentró el 41% de toda la nueva riqueza generada, mientras que el 50% más pobre apenas recibió el 1%. En promedio, cada integrante del 1% más rico aumentó su fortuna en 1,3 millones de dólares, mientras que cada persona perteneciente a la mitad más pobre solo incrementó su patrimonio en 585 dólares.

Así lo reveló un estudio liderado por el Nobel de Economía Joseph Stiglitz, elaborado por el Comité Extraordinario de Expertos Independientes sobre la Desigualdad Global y encargado por el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa durante la presidencia de Sudáfrica en el G-20.

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El informe profundiza en la magnitud del desequilibrio y advierte sobre un abismo económico cada vez más amplio: el 1% más rico incrementó su riqueza 2.655 veces más que el 50% más pobre; además la riqueza de los más de 3.000 multimillonarios del mundo equivale actualmente al 16% del PIB mundial, y se espera que el primer trillonario aparezca en una década.

Esta disparidad ilustra con crudeza el contraste entre la abundancia extrema y la carencia generalizada. Mientras la riqueza mundial se concentra cada vez más en manos de una pequeña élite, una de cada cuatro personas en el planeta —unos 2.300 millones— sufre inseguridad alimentaria moderada o grave, es decir, tiene que saltarse comidas con frecuencia. Desde 2019, esta cifra ha aumentado en 335 millones de personas, reflejando el profundo desequilibrio entre quienes acumulan fortunas y quienes luchan por satisfacer necesidades básicas.

De esta manera, la investigación advierte que la desigualdad económica se ha consolidado como una de las principales amenazas globales, con efectos que trascienden lo financiero y se reflejan en la erosión de los sistemas políticos, el aumento de las tensiones sociales y los impactos ambientales que acompañan la concentración de riqueza.

La riqueza mundial se duplica en 20 años, pero se concentra en manos de una élite de América del Norte

En términos generales, el mundo ha experimentado un notable incremento de su riqueza en las últimas dos décadas. Desde el año 2000, el patrimonio global se ha más que duplicado, alcanzando en 2024 un total de 480 billones de dólares.

Para los autores, si esta riqueza se distribuyera de manera más equitativa y se destinara a usos alternativos, sería suficiente para erradicar el hambre, garantizar la educación universal y acelerar la transición hacia energías renovables.

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Sin embargo, alertan que esta expansión económica ha venido acompañada de una mayor concentración de la riqueza en dos sentidos. En primer lugar, el crecimiento de la riqueza privada ha superado ampliamente al de la riqueza pública, al punto de que muchos gobiernos —incluso en economías avanzadas— enfrentan importantes deudas netas intergeneracionales, lo que debilita su capacidad para invertir en el bienestar colectivo.

En segundo lugar, la riqueza privada se ha vuelto más desigual que en el pasado, concentrándose cada vez más en manos de un reducido grupo de personas. Aunque todos los países cuentan con élites económicas, los ultrarricos del mundo son mayoritariamente hombres blancos que residen en los países desarrollados del América del Norte.

Los datos de World Inequality Lab también muestran que la proporción de riqueza en manos del 1% más rico ha aumentado en más países de los que se ha reducido en las últimas dos décadas.

Entre 2000 y 2023, el 1% más rico aumentó su participación en la riqueza en más de la mitad de todos los países, que concentran el 74% de la riqueza mundial. En la India, el 1% más rico ha aumentado su participación en la riqueza en un 62% durante este periodo; en China, esta cifra es del 54%; en Estados Unidos, los fuertes aumentos se produjeron antes, en el período posterior a 1980, con un incremento total del 50% en la participación de la riqueza perteneciente al 1% más rico desde entonces.

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Multimillonarios por herencia no por emprendimiento

Otra de las revelaciones del informe es que s multimillonarios han adquirido su riqueza por herencia que mediante el emprendimiento.

En los próximos 30 años, 1.000 multimillonarios transferirán más de 5,2 billones de dólares a sus herederos, en gran parte sin tributar, lo que perpetúa la desigualdad intergeneracional.

“En general, se estima que más de 70 billones de dólares se transmitirán a los herederos durante la próxima década, lo que menoscaba la movilidad social y la igualdad de oportunidades”, sostuvo el informe.

El capital gana terreno sobre el trabajo

La desigualdad ya no solo se limita a los ingresos personales: también se manifiesta en la estructura misma de las economías. Según el Comité de Expertos, entre 1990 y 2024 la participación del capital frente al trabajo en el ingreso nacional aumentó en el 56% de los países, una tendencia que abarca al 74% de la población mundial.

Este fenómeno revela que una porción cada vez mayor de la riqueza global se concentra en manos de quienes poseen activos financieros y productivos, mientras que el trabajo —representado en los salarios— pierde relevancia dentro del reparto del ingreso.

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La brecha también se refleja en las remuneraciones: entre 2019 y 2024, los ingresos de los directores ejecutivos crecieron un 50%, mientras que los de los trabajadores aumentaron menos del 1%, ampliando aún más el desequilibrio entre quienes dirigen las empresas y quienes sostienen su operación diaria.

Las grandes corporaciones se quedan con una porción cada vez mayor del mercado

El estudio advierte que la concentración del capital también aumenta dentro del propio sistema empresarial. Las grandes corporaciones y los individuos más ricos capturan una parte creciente de las utilidades globales.

Un análisis de más de 70.000 empresas en 134 países durante cuatro décadas muestra que el margen de beneficio promedio ponderado por ventas creció del 15% en 1980 al 60% en 2016, impulsado por un pequeño grupo de firmas dominantes.

A esto se suma que la participación de las multinacionales en las ganancias globales pasó del 4% en 1975 al 18% en 2019, consolidando el poder económico de las corporaciones más grandes del planeta.

La propiedad del capital, concentrada en manos del 15% más rico

La desigualdad en la propiedad del capital es todavía más profunda. Según el economista Branko Milanović, el 85% de la población mundial no recibe ingresos provenientes del capital, mientras que solo el 15% posee los activos financieros y productivos globales.

Esta estructura concentra el control de los recursos económicos y limita las posibilidades de movilidad social y desarrollo equitativo en la mayoría de los países.

Crisis y pandemia: los catalizadores de una brecha más amplia

El informe también advierte que los choques económicos recientes han acelerado la concentración de la riqueza. La crisis financiera global de 2008 y las medidas de rescate durante la pandemia de Covid-19 ampliaron la brecha entre la riqueza privada y la pública.

Las intervenciones de los bancos centrales y la expansión de la deuda pública, fortalecieron la acumulación de capital en el sector privado, dejando a los Estados con menos activos frente a una élite económica cada vez más poderosa.

Expertos del G20 proponen crear un panel global para enfrentar la emergencia de la desigualdad

Una de las principales conclusiones, señaló Stiglitz, es la falta de análisis, datos y seguimiento sistemático sobre las tendencias de la desigualdad, tanto a corto como a largo plazo.

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También advirtió sobre la ausencia de una comprensión profunda de los factores que la impulsan y de propuestas políticas eficaces para reducirla.

Por esta razón, el Comité de Expertos recomendó al G20 una acción “prioritaria”: la creación de un Panel Internacional sobre la Desigualdad (IPI, por sus siglas en inglés), inspirado en el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).

“Ya entendemos que enfrentamos una emergencia climática; ha llegado el momento de reconocer que también vivimos una emergencia de desigualdad. No se trata solo de una injusticia que socava la cohesión social, sino también de un problema económico y político”, señaló el Nobel de Economía.

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