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El desafío por locales vacíos en centros comerciales
Que la ciudad haya sido pionera en la apertura ha ralentizado que el indicador de vacancia sea mayor, dice el Gobierno de Medellín.
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Los comercios dicen que los caminos para mejorar se les salen en la mayoría de los casos de las manos: las restricciones, la confianza del consumidor y los recursos. FOTO camilo suárez -
Un aspecto clave para mejorar es la confianza del consumidor, con miras a que los centros comerciales puedan retornar a su normalidad en vacancia y ocupación. FOTO Camilo Suárez -
Los centros comerciales han cambiado sus estrategias; con la promoción de actividades con el uso de productos y herramientas para disfrutar en casa. FOTO Camilo Suárez
Mientras las administraciones de los centros comerciales se mueven sobre la contingencia para que los inmuebles puedan mantener sus locales funcionando, la pandemia y las restricciones derivadas de tal situación impiden que la reactivación económica deje de ser una incertidumbre para este año. En el Valle de Aburrá preocupan el nivel de vacancia y los toques de queda.
Al cierre de 2020, la Asociación de Centros Comerciales de Colombia (Acecolombia) estimó una desocupación promedio del 11,8 % en los 6.478 locales comerciales que contabiliza en Antioquia, con una recuperación de dos puntos porcentuales respecto a agosto. Hoy se calcula que puede estar sobre el 15 %.
Sin embargo, Asocentros, que representa diversos comercios del Valle de Aburrá, señala que en la subregión la vacancia es mayor.
“Ha crecido muchísimo. Lógicamente hay centros comerciales que están más aporreados que otros, pero si contamos todos los del Valle de Aburrá, puede estar en 20 %, que significa muchos locales desocupados, teniendo en cuenta que antes de la pandemia estábamos casi al 100 %”, explica Irma González de Muñoz, presidente de la junta directiva de esta asociación y administradora de Puerta del Norte.
En Medellín, Alejandro Arias García, secretario de Desarrollo Económico, recordó como fue “la primera en abrir los centros comerciales y el comercio en general. Oviedo, La Frontera y Gran Plaza fueron un modelo en Colombia, sino en algunas ciudades de América Latina”.
Esa apertura, explica, ayudó “a que esos porcentajes de vacancia estén en 20 % y no en 30 o 40 %, como ocurre en algunas ciudades intermedias. Antes de la pandemia la desocupación era cercana al 7 %”.
Entre los menos afectados, pese a que hoy tienen algunos locales libres, cuando tal situación no era usual antes de la covid, se encuentra el Parque Comercial El Tesoro. “Llegamos a un índice del 5 % (entre 20 y 25 locales), pero hoy solo tenemos 8 desocupados, que es menor al 2 %”, explica la gerente, Adriana González.
La recuperación de este centro comercial fue acelerada porque algunas marcas llevaban años esperando la oportunidad de entrar allí. Sin embargo, la gerente reconoce que esa misma historia no es la que pueden contar otros de sus colegas del Valle de Aburrá, que arrancan el año con la angustia de atraer comerciantes que quieran ocupar sus locales vacíos, en un momento en que es incierto invertir.
Para detener la vacancia, los centros comerciales han implementado estrategias como rebajar las cuotas de administración hasta en 50 % y el acompañado a los propietarios para disminuir los cánones de arrendamiento.
“No todos los sectores se han afectado en igual medida, y la vacancia depende de esas negociaciones. En nuestro centro comercial, este apoyo en los cánones y en las cuotas de administración nos ha permitido mantener un nivel de ocupación del 96 %”, señala Juliana Jiménez, directora de Marca e Imagen de Mayorca.
La raíz del problema
La desocupación comenzó con los cierres totales del año pasado —en marzo— y debido a que decretos del gobierno permitieron que algunos comerciantes entregaran sus locales sin penalidades. Aunque en septiembre volvió la ilusión de que la economía se estaba reactivando, esta se fue a pique en plena temporada.
Para el cierre de 2020, se registraron nuevos picos de contagios de coronavirus que, al mismo tiempo, originaron nuevas restricciones. En Antioquia, donde ha habido toques de queda durante varios fines de semana, las decisiones gubernamentales han apuntado a aliviar la ocupación de las unidades de cuidados intensivos (UCI), que se han mantenido en niveles superiores al 90 %; con una leve disminución en los últimos días.
“Esos picos hicieron que arrancáramos enero con incertidumbre. Lo que nos lleva a preguntarnos sobre esto hasta cuándo va, hasta cuándo aguantarán los comerciantes y, obviamente, ese equilibrio tan complejo entre salud y economía”, puntualiza la gerente González.
La reducción en los flujos de personas, confinadas por las medidas o por miedo, se ha sentido en todos los establecimientos del Valle de Aburrá y de Antioquia.
“En enero, que es un mes muy bueno para el comercio, estas medidas nos frenaron el tráfico en el centro comercial. Pasamos de tener unas 52 mil personas diarias, a una reducción de 10 a 15 %. Cuando se cierra, las marcas se van en cero”, afirma Jiménez.
La caída de los visitantes de Antioquia figura en las estadísticas suministradas por Acecolombia. “Durante los últimos meses de 2020 el tráfico de visitantes en centros comerciales tuvo una recuperación. En junio recibía el 17 % del tráfico habitual, en las primeras semanas de diciembre se logró el 55 %. Pero a partir del 15 este panorama cambió a raíz de las restricciones”, destaca esta asociación nacional de centros comerciales.
Entre las decisiones de los gobiernos local, departamental y nacional que más han frenado la reactivación se destacan los anuncios intempestivos de toques de queda, con cierres totales o excepciones, y el Pico y Cédula. Este último, aunque permite mantener los centros comerciales abiertos, genera impactos en las ventas.
“Cuando los cierres son tan rápidos, nosotros no alcanzamos a comunicar los horarios o la activación de los servicios a domicilio. Y cuando cerramos la tienda, o con el Pico y Cédula, el flujo de ventas merma hasta en 40 %, lo que es muy delicado”, asegura Wilson Arango, director de Mercadeo y socio fundador de Merkaorgánico, un supermercado de orgánicos ubicado en El Tesoro.
Ante esta situación, los centros comerciales han manifestado estar de acuerdo con que se busque proteger la vida de las personas, pero reclaman la implementación de medidas que no los castiguen, sobre todo porque la reapertura les exigió hacer inversiones cuantiosas para el cumplimiento de protocolos y gastos operativos mensuales que elevan el costo de su operación.
“Entendemos que hay que tomar medidas, pero no podemos dejar morir a las empresas, porque entonces de qué vamos a vivir. Es importante que la gente tome consciencia de que cada uno se tiene que cuidar”, manifiesta la representante de los centros comerciales.
Sectores más afectados
La disminución en las ventas de los locales ha sido general, pero hay unos sectores en donde el impacto es mayor: los restaurantes, porque tienen que cuidar los aforos, han perdido insumos cuando se decretan cierres para el mismo día y la oportunidad de vender cuando las restricciones son mayores. También, el entretenimiento; tales como: cines, parques infantiles, casinos y gimnasios, reseña Asocentros.
Una consecuencia directa en la disminución de las ventas es la pérdida de los empleos, que impacta en la tasa de desocupación. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), el nivel de desempleo en Medellín y su área metropolitana llegó al 16 % durante el trimestre móvil septiembre-noviembre de 2020.
“Nosotros hemos logrado mantener 100 empleos directos, pese a la disminución en las ventas, porque comercializamos productos de primera necesidad, pero no es igual para otros tipos de negocios”, destaca el director de Mercadeo de Merkarogánico.
Con menos personas habitando los corredores de los centros comerciales casi se han esfumado las famosas compras por impulso —antojos no planeados— y los administradores se han obligado a replantear las formas de atraer al público.
Anteriormente se sustentaban, sobre todo, en la realización de eventos masivos: “Hemos enfocado mucho nuestra comunicación a lo digital, con contenidos de interés, productos y herramientas que pueden tener en sus casas para que puedan divertirse, trabajar o estar con sus familias, y que se adapten a esta situación que estamos viviendo”, explica la directora de Marca e Imagen de Mayorca
Además de acompañar a las marcas en esto, están realizando adecuaciones para remodelar espacios para que las personas sientan que están seguras. Todos esos esfuerzos para que la vacancia no siga aumentando dependen de algunos factores que no están en sus manos: que los picos de contagios cedan, que las medidas sean menos restrictivas y que la gente tenga la confianza y el dinero para comprar.
Arias García asegura que, al menos el propósito del municipio es realizar toques de queda que no desestimulen el comercio, sin negociar el cuidado de la vida. “También, estimular la demanda para que haya más personas consumiendo. Tenemos planes para generar empleo de choque con efectos anticíclicos en sectores como la construcción, entre otros”.
Por ahora, el panorama no es muy alentador. Según la encuesta de Pulso Social, las posibilidades de comprar ropa no son superiores a las de hace un año en 70,4 % de una muestra de 10.602 personas encuestadas, entre el siete de diciembre del año pasado y el tres de enero de este 2020. El 26,4 % tienen la misma posibilidad y solo 3,1 % sí pueden destinar recursos para esto
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