Más allá del aumento en fletes de carga, de focos de desabastecimiento en el país, de falta de combustible, de desmanes que acabaron con la vida de un fabricante de carrocerías en Duitama (Boyacá) y del estancado diálogo entre transportadores y Gobierno, la factura que ya pasó este paro camionero al país solo puede pagarse si se aprenden las lecciones.
Por un lado, es imperiosa la necesidad de una revisión estructural de los problemas que aquejan a los transportadores, grandes y pequeños. Pero se debe hacer con sentido honesto y realista: que las partes despejen sus dudas, propongan salidas y, sobre todo, se hable el mismo lenguaje de desarrollo.
Por otra parte, hay una evidente dificultad del Gobierno para contener en fronteras legales una protesta social. La de los camioneros, según ellos por cuenta de infiltrados, rompió la barrera del delito una y otra vez. Por eso es clave que el Ejecutivo cree una metodología de trabajo para evitar el escalamiento, tanto en el discurso que convoca la protesta, como en actos vandálicos que desencadenen las manifestaciones .
EL COLOMBIANO consultó a expertos que han visto el “paro desde la barrera” y cómo se exige cumplimientos de promessas a un sector económico y la promoción del bienestar general sobre el particular. Esta puja deja cuatro lecciones necesarias para que cuando se transite la vía del paro, no se vuelva a caer en los mismo huecos.