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35 mil obreros esperan la orden para iniciar labores en el Aburrá

Miles de albañiles, pintores, plomeros y electricistas siguen varados para ejercer sus actividades, que se realizan casi siempre en los barrios y muchos en la informalidad.

  • Alex Jiménez, pintor de brocha gorda, espera que el gobierno permita que en las viviendas se puedan hacer reformas para así tener trabajo e ingresos de manera continua. FOTO camilo suárez
    Alex Jiménez, pintor de brocha gorda, espera que el gobierno permita que en las viviendas se puedan hacer reformas para así tener trabajo e ingresos de manera continua. FOTO camilo suárez
  • Cerca de 35.000 obreros de barrio, informales, siguen sin trabajar en el Valle de Aburrá, según Camacol. FOTO camilo suárez
    Cerca de 35.000 obreros de barrio, informales, siguen sin trabajar en el Valle de Aburrá, según Camacol. FOTO camilo suárez

A punta de “marañitas”, así están viviendo los albañiles, pintores de brocha gorda, plomeros y electricistas, esos que no solo construyen sino que también hacen las ampliaciones y reparaciones de las casas en los barrios. La cuarentena los obligó a guardar brochas y palustres ya que la construcción fue otra de las actividades clausuradas por los decretos de emergencia sanitaria.

Ya de por sí, lo que muchos de ellos hacen cotidianamente en tiempos de normalidad, sin pandemia, son pequeños trabajos con los que no ganan mucho dinero. Alex Jiménez, pintor y estucador hace 35 años, dice que antes de las medidas, el “boleo” no iba bien.

“Este año todo ha estado muy malo, pero con la cuarentena más, porque ya no dejan si quiera pintar las casas”, cuenta. Incluso, el día de la entrevista estaba pintando un muro en una casa vecina. Tenía humedad y el trabajo era sencillo: solo resanar la pared y echarle pintura.

Si la construcción en su totalidad no se reactiva, Alex admite que entrará en la desesperación: es padre de un hijo y hace más de mes y medio no lleva nada a su casa. Tiene compañera sentimental, que por ahora asume las cargas del hogar, pero su salario es un mínimo y no alcanza para servicios, arriendo y alimentación. “La gente de todos modos tiene que reformar, y si no lo hacen en una parte lo hacen en otra”, dice Alex con voz esperanzadora.

Según Eduardo Loaiza, gerente de la Cámara Colombiana de la Construcción, Camacol, los obreros de la construcción son, en Medellín, un ejército cercano a las 35 mil personas, la mayoría hombres que no gozan de pensión, a veces ni de salud y menos de garantías salariales como primas y cesantías.

Viven del día a día y, en su criterio, debe reactivarse su oficio por el bien de la economía y para no ahondar la crisis. “Todo lo que son mejoras, reformas y obras de auto construcción requieren maestros de obra, personal capacitado, que sepa, oriente, ayude y haga bien las cosas, pero en este momento están suspendidas las actividades. Se reactivaron la infraestructura vial, obras públicas y edificaciones realizadas por empresas; también se rehabilitaron las ferreterías y depósitos, ya es lógico que quienes compran, que son las personas que hacen las reformas en las casas, como maestros, oficiales y contratistas, tengan permiso para su actividad”, opina Loaiza.

Repartir lo poco que salga

El dirigente gremial admite que estas personas deben estar pasando dificultades. El sector constructor ha activado la entrega de edificios de apartamentos y en esta etapa, para acabados y toques finales, se capta a muchos de estos obreros. Pero sigue la preocupación por el grupo de remodelaciones.

“Muchas de estas actividades se pueden hacer a campo libre, como pintar fachadas, entejar, ampliar tuberías, en las que se puede guardar distanciamiento social”, dice.

Alberto Cardona, albañil y plomero que tiene un grupo de obreros como él para ejecutar obras, afirma que algunos tienen seguro y cotizan a pensión, pero son la minoría. “Como muchos son trabajos de dos o tres días, no justifica una afiliación, uno conversa con el cliente para que lo deje trabajar así. Claro que uno evalúa el riesgo y dependiendo de eso lo contrata”, dice Alberto, que también está sobreviviendo de “marañitas”.

Alberto Ríos, gerente de Maridos en Alquiler, una empresa creada hace 16 años con cerca de 30 de estos obreros afiliados, afirma que es muy cuidadoso de contratar a personas que tengan sus seguros al día. “Al principio de la cuarentena sufrimos mucho, pero logramos permiso para que los dejen trabajar en urgencias”. Con esto se refiere a casos como el de una tubería que se revienta, un corte de luz por reparar o coger una humedad.

Dice que les paga por prestación de servicios y dependiendo lo que salga llama a diferentes obreros: “la idea es que haya platica para todos”. Añade que son personas de estratos bajos que residen en los barrios populares, “la mayoría padres de familia sin muchas garantías laborales” .

Gustavo Ospina Zapata

Periodista egresado de UPB con especialización en literatura Universidad de Medellín. El paisaje alucinante, poesía. Premios de Periodismo Siemens y Colprensa, y Rey de España colectivos. Especialidad, crónicas.

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