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María del Carmen Castrillón, una humilde fabricante de zapatos del barrio Miranda en el nororiente de Medellín, se quedó sola.
Su madre, su hermana y su cuñada le dijeron un día que les cuidara los niños porque iban a una excursión a Cartagena.
Pasó una semana, luego otra y nada que volvían. Luego de seis meses de búsqueda y angustia sin saber nada de ellas, una conocida le reveló la verdad: las tres mujeres estaban presas en Rusia, detenidas por ingresar droga entre sus partes íntimas y condenadas a pagar una pena de 11 años de cárcel cada una.
Otra historia que se suma a la de la modelo, presentadora y futbolista paisa Juliana López Sarrazola, detenida en China por supuestamente ingresar droga a ese país.
Tras conocer la situación de sus familiares, María del Carmen viajó a Bogotá para visitar la Cancillería donde le confirmaron la detención y la condena de las tres mujeres.
(Lea aquí la historia del colombiano detenido en la India por un caso de drogas).
“Las detuvieron el 3 de febrero. Hicieron el viaje por las difíciles condiciones económicas en las que vivimos. El sueño de mi madre era comprar una casa para todos nosotros, para los niños y montar también una fábrica de calzado que es lo que hemos hecho toda la vida”, dijo María del Carmen quien afirma que durante los 30 meses que han pasado desde la detención, carga con dos dramas igual de “duros”.
El primero es el sufrimiento de tener a tres de sus familiares detenidas en un país tan lejano y en las condiciones tan difíciles en que viven. Por el otro lado, ella tuvo que asumir la obligación de los hijos de cada una de las detenidas, tres en total, lo que la ha sumido en una profunda crisis económica.
“Me cuentan que están en un lugar donde muchas de las reclusas son portadoras del VIH. A ellas las ponen a pelar muchos bultos de papa y cuando las contagiadas se cortan, no se hace nada”, relata.
A su madre, relata la mujer, la obligan a operar una máquina cortadora de tela. Su hermana y cuñada debe coser bluyines durante largas jornadas.
“Mi madre ha sufrido de hipotermia. Se apoyan las tres pues gracias a Dios siempre han estado juntas”, dice la mujer que afirma que en las veces que ha hablado con sus familiares, ellas le confiesan el arrepentimiento por lo que hicieron y la angustia que ha sido separarse de sus respectivos hijos.
A ese drama se suma la compleja situación económica. Para hablar con sus familiares solo puede hacerlo cada mes marcando desde Colombia pues a ellas no les dan llamadas.
“Pagaba por 20 minutos 120.000 pesos. Ahora estamos en un plan y la llamada de 90 minutos nos vale 50.000 pesos. Solo podemos hablar con ellas el primer domingo de cada mes”.
A ello se suma la responsabilidad de mantener a sus dos sobrinos y su pequeña hermana. “Hemos tenido un ángel en mi esposo que es guarda de seguridad y él nos mantiene como puede y yo ayudo, soy guarnecedora de calzado”.
María del Carmen afirma que la ayuda que le ha brindado la Cancillería consiste en hacerle llegar las cartas que sus familiares escriben desde la lejana tierra de los zares. Pero nada más.
Pero ahora ella pide ayuda al Gobierno para que gestione la repatriación de sus familiares y que terminen de pagar su condena de 11 años en Colombia, reunirse con sus hijos y disminuir el drama, uno más, de los colombianos presos en el extranjero y que pagan caro por sus errores junto a sus familias.
“Necesitamos ayuda para los niños. Ya son casi tres años en esta situación y no podemos con todas las necesidades. Si están recolectando plata para la modelo que capturaron en China, que también ayuden a los demás colombianos que pasamos por este problema”.