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Estrenaron barco a vela con el que revive carpintería naval en Urabá

La embarcación La CocoBalé tuvo su bautizo ayer con su primera navegación frente al astillero donde se construyó desde hace un año.

  • Los aprendices y el maestro Coneo construyeron una barcaza de 2 metros de manga por 6 de eslora, ideal para aguas poco profundas. FOTO: CORTESÍA
    Los aprendices y el maestro Coneo construyeron una barcaza de 2 metros de manga por 6 de eslora, ideal para aguas poco profundas. FOTO: CORTESÍA
hace 1 hora
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La CocoBalé, una barcaza a vela de seis metros de eslora por dos de manga, recién esmaltada y aún con olor a nuevo, zarpó ayer por primera vez desde las playas de Urabá. No fue un bautizo cualquiera: durante un año, en un astillero de Turbo, un maestro transmitió los secretos de un oficio ancestral a seis aprendices, con el propósito de revivir la carpintería naval en la costa antioqueña.

El estreno estuvo a la altura del suceso. Hubo brindis en la arena, una exposición del proceso constructivo y aplausos cuando un tractor arrastró el tráiler que llevaba la CocoBalé hasta el agua.

Allí, los aprendices acomodaron la embarcación y echaron el ancla. “Lo bautizamos rociándole vino y deseándole larga vida, que los mares que surque sean muchos y que sea duradero”, relató Ruth Cantillo, directora de la Corporación Social y Cultural CocoBalé, la fundación que lideró el proyecto de construcción.

Hay que decir que Turbo concentra hoy la mayor flota de lanchas de cabotaje de madera en Colombia. Ni Tumaco, ni Buenaventura, ni siquiera Cartagena tienen un volumen similar de embarcaciones de este tipo, lo que convierte al municipio en un puerto de singular actividad.

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En sus riberas y en las costas del golfo se ven canoas, piraguas y alcatraces de dos puntas, construidos con técnicas que combinan saberes afrocolombianos, indígenas y europeos, un oficio transmitido de generación en generación desde la Colonia.

Ese arte —conocido como ebanistería de ribera o carpintería naval—, dedicado a la reparación y construcción de embarcaciones de madera, comenzó a declinar hace décadas con la llegada de materiales industriales y la fabricación mecanizada, que arrinconaron la tradición.

Conocedora de esa memoria ligada al río y al mar, Ruth Cantillo investigó en la Costa Norte y descubrió que el único lugar donde la carpintería de ribera sigue activa es Turbo. Aunque hace 40 años no se construyen barcos nuevos, todavía sobreviven algunos maestros que restauran embarcaciones.

Por eso el primer paso fue darles visibilidad y rescatar su quehacer; luego se propusieron ir más lejos: levantar un barco desde cero para garantizar la transmisión del conocimiento, bajo la lógica de la Escuela Taller, una estrategia pedagógica donde los jóvenes aprenden de un maestro en un aula viva y al aire libre.

Los aprendices recibieron herramientas y la guía de Luis Miguel Coneo, último heredero de una dinastía de constructores navales en Urabá. Con su experiencia y la creatividad de los jóvenes, mezclaron distintos diseños hasta dar con la barcaza ideal: seis metros de eslora por dos de manga, perfecta para practicar en aguas poco profundas.

Ayer, La CocoBalé vivió su viaje inaugural. “Salimos a remar a cierta distancia, abrimos la vela más grande y navegamos hasta que un viento que venía del Darién nos obligó a regresar a la orilla. Estuvimos una hora y media ensayando con las velas. Incluso se subieron unos 15 niños que se entusiasmaron con la experiencia; fue un momento que aprovechamos para hacer pedagogía”, recordó Cantillo.

El sociólogo holandés Gerard Martin, vicepresidente de CocoBalé y coordinador del proyecto, no ocultó la emoción: “Navega muy estable. Don Luis (el maestro) estaba feliz, es un barco cómodo y amplio. La gente tomando fotos, todos muy contentos. Vamos descubriendo nuevos detalles, como la cobertura o la carpa para protegerlo de la lluvia. Es una apuesta gigantesca”.

La travesía de la goleta marca apenas el inicio: el sueño es crear la primera escuela de construcción de barcos en la región. El siguiente desafío consiste en recuperar una canoa de seis metros, con cuatro décadas de antigüedad, para restaurarla, replicar su diseño y conformar una pequeña flotilla. Más adelante, el sueño es construir una embarcación con capacidad para 35 pasajeros que pueda cubrir la ruta entre Turbo y Santa María del Darién. Los mares están abiertos ahora para La CocoBalé y los aprendices del maestro Luis Miguel.

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