Chernobyl: una cicatriz que nos recuerda lo frágil que es la humanidad.

Reproduzco un texto que escribí hace 5 años, a propósito del aniversario de uno de los dos mayores accidentes nucleares de la historia.

Hace 35 años, en esta misma fecha, abril 26, me encontraba yo en Kiev. Todo parecía normal, el año académico estaba en su última etapa, comenzaba a florecer la ciudad y se acercaba el puente festivo del 1º de mayo. Lejos estábamos de imaginarnos que un riesgo mortal se incubaba a unos 100 kilómetros de la ciudad.

El accidente en el 4º reactor de la estación nuclear de Chernobyl pendía como espada de Damocles sobre la vida de millones de europeos de la otrora Unión Soviética y algunos de sus países vecinos. De hecho, nos enteramos de la catástrofe cuando el Kremlin tuvo el deber de dar respuesta a las inquietudes que desde Suecia se presentaban con respecto a un incremento inusitado de niveles de radiación en aquel país escandinavo.

Años después, la crisis de Fukushima, al conmemorar las “bodas de plata” de Chernobyl, debe hacer pensar nuevamente a los políticos, a los empresarios y a los expertos sobre las implicaciones ambientales y planetarias del consumo ilimitado y de la búsqueda acelerada y “salvaje” de fuentes alternativas de energía.

Las preguntas que surgen en la actualidad no sólo tienen que ver con la producción de energía o el desarrollo de alternativas diferentes a los combustibles fósiles. Adicionalmente hay que destacar:

1. Los accidentes producidos en reactores nucleares (de los cuales, Chernobyl y Fukushima son los más conocidos pero no los únicos) demuestran que la tecnología moderna aún no es capaz de controlar los monumentales daños que aquellos pueden producir. Según la OMS, los afectados por la radiación de Chernobyl superan los 5 millones y, aunque fuentes oficiales rusas y ucranianas hablan de 10.000 muertos, Greanpeace asegura que el número de fallecidos supera los 100.000. Pero, lo destacable es que la magnitud de los daños es monumental a pesar de que la energía nuclear sigue siendo una fuente menor.

2. El creciente consumo frente a la capacidad limitada del planeta. Los economistas y los hacedores de políticas públicas hemos permitido que por décadas, tal vez siglos, se deje al crecimiento del PIB como eje del Desarrollo Económico -significativo ejemplo es el de la expansión de los llamados mercados emergentes-. Pero, los problemas ambientales del presente muestran que el ilimitado Crecimiento Económico es un verdadero riesgo para la sostenibilidad del Desarrollo: ¡vivimos en un planeta de recursos limitados!

3. La búsqueda permanente por el control de las fuentes de energía, particularmente las fósiles, explica en gran medida la dinámica de las mayores crisis geopolíticas del mundo. No es casual que en el último siglo, los mayores conflictos bélicos focalizados se hayan realizado en el Medio Oriente y Norte de Africa, o que a Rusia y Estados Unidos les preocupe tanto la situación política del Caucaso. Estas son dos de las regiones que poseen las mayores reservas de petróleo y gas del mundo.

4. ¿Se da suficiente importancia a la búsqueda de nuevas fuentes de energía que sean ambientalmente limpias? La producción de energía limpia implica grandes inversiones con retornos en el largo plazo. El tema aún está en los niveles de la ciencia (innovación) y de la tecnología (implementación). Hay hallazgos económicamente inviables y hay temas aún sin explorar. En el caso de la viabilidad económica estamos encontrando externalidades gigántescas: de un lado, la producción de biocombustibles de primera generación reduce la frontera agrícola de alimentos y, del otro, se hace necesario mantener el precio de los combustibles fósiles en niveles elevados, para hacer viable la inversión en energías limpias.

Sean, este momento conmemorativo -35 años de Chernobyl- y la década de Fukushima, escenarios propicios para una gran reflexión económica: la economía de mercado no puede seguir de espaldas a la realidad ambiental. Más que continuar con la línea de crecimientos ilimitados, la política económica debe moverse en dos direcciones pertinentes: mejorar la capacidad de distribución de la riqueza y asegurar la sostenibilidad del desarrollo.

A 30 años de la caída del Muro de Berlín: Gorbachov en su laberinto.

Aún tengo frescos los recuerdos de aquellos días. Lo de noviembre de 1989 fue una ficha de dominó empujada por otra que se movió en Polonia…y no sería la última: faltaba la de Moscú.

Con el tiempo, los relatos históricos tienden a ser más generalistas y a omitir los detalles de los hechos que se estudian. Cada año, al rememorar los hechos, revive la admiración mundial por Gorbachov, por Kohl y por el pueblo alemán, y todo se recuerda como un camino de rosas. Pero la realidad es más compleja y para ello es necesario retar la memoria.

muro de berlin

El ascenso de Gorbachov.

Aunque fue Polonia, con el Sindicato Solidaridad, el país que dio pie a una nueva ola de descontentos y reclamos de cambio en la Europa del Este, fue el ascenso de Gorbachov el que hizo que las crecientes protestas no terminaran como en la Hungría en 1956 o en la Primavera de Praga. El nuevo Secretario General del Partido Comunista de la URSS creo un nuevo ambiente…abrió una puerta que no se cerró ya más.

A comienzos de la década de 1980 parecía que la guerra fría se mantendría incólume. Con la muerte de Brezhnev en 1982, el PCUS mantuvo su línea de mando al sustituirlo por un “vieja guardia” como lo era Andropov; a la muerte de este último, ascendió Chernenko, otro veterano. Pero en marzo de 1985, el nombramiento de Gorbachov como Secretario General tomó por sorpresa al planeta. Casi nadie le conocía y no era un veterano de la segunda guerra mundial. Sin embargo, la Dama de Hierro de Inglaterra, Margaret Tatcher, le conoció en Londrés en 1984 e incluso llegó a insinuar que “con ese hombre se podrían negociar”.

Gorbachov abre la puerta.

Desde un inicio, Mijail Gorbachov dejó claro que su prioridad serían las reformas. El consideraba y lo remarcó en el XVII Congreso del PCUS en 1986, que el sistema socialista tenía fallas en lo político y en lo económico. La Perestroika y la Glasnost eran su respuesta a los dos tipos de fallas. Lo que es claro y quiero resaltar, es que en ese momento y – a mi concepto- por varios años, el premier soviético sostuvo que el sistema podía corregir sus errores y retomar la senda hacia el comunismo puro.

Aunque en entrevistas posteriores a 1991, Gorbachov ha dejado entrever que quiso llevar al país hacia la modernidad occidental (léase economía de mercado y régimen político pluripartidista), considero que múltiples evidencias, incluido su primer libro, señalan que Mijail Sergueievich creía en el futuro del socialismo, siempre y cuando se corrigiera el camino. Y es aquí, en su apuesta por la Perestroika, que se abre la puerta hacia la caída, no sólo del Muro de Berlín, sino de todo el mundo socialista y, además, de la disolución de la URSS como país.

gorbachov

La Perestroika se tradujo en apertura política, en generación de debates, en democratización de la sociedad. Tuve la oportunidad de vivir esos momentos en las aulas de clase, en las calles de Kiev -en Ucrania-  y a través de los medios de comunicación soviéticos. Se inició un debate inesperado, los profesores comenzaron a expresas posiciones diversas, mis compañeros de aula, checos, soviéticos y polacos, se comenzaron a distanciar de las posiciones oficiales de sus gobiernos. En la televisión, las visitas de Gorbachov a las fábricas y a los koljoses se traducían en debates en los cuales los trabajadores expresaban sus quejas e insatisfacciones. Era algo que no se había visto en décadas.

En consecuencia, el pensamiento monolítico del partido comunista se desmoronaba, la multiplicidad de ideas comenzaban a surgir, a velocidad de tortuga al inicio, pero con los años, cada vez más aceleradamente. La población y los políticos empezaron a dividirse: inicialmente muchos apoyaban a Gorbachov y sus reformas, otros lo consideraban un traidor (con Ligachov a la cabeza, dentro del Comité Central). Pero una tercera corriente comenzaba a surgir: la que consideraba que lo que Gorbachov estaba haciendo eera poco, que era necesario derrumbar el sistema, derrocar al PCUS.

Gorbachov es arrasado por el carro de la historia.

Los cambios democráticos de 1988 en Polonia fruto de las huelgas que lideró Lech Walesa del sindicato Solidaridad y la ebullición de movimientos sociales en Hungría, Checoeslovaquia y en la misma Unión Soviética, hicieron difíciles los planes iniciales de Gorbachov. Con cierta vocación de caudillo (como sus antecesores), Gorbachov intentó guiar a su pueblo en la dirección que él consideraba correcta. Pero la Glasnost trajo consigo el despertar político de los ciudadanos. Sucedió lo esperable: el pueblo  se dividió, y las posiciones se ampliaron y se hicieron más y más intransigentes.

Los cambios económicos comenzaron a dar resultados contradictorios. Los ajustes estimularon la iniciativia particular (negocios familiares sin emplear trabajadores externos) pero a la vez comenzaron a escasear los bienes de los anaqueles de los supermercados. Los soviéticos que vivian una relativa tranquilidad en lo referente a los abastecimientos básicos, comenzaron a recordar los duros tiempos de décadas anteriores: el desabastecimiento.

Alcancé a vivir en parte esta situación entre los años 1989 y 1990. Mi condición de extranjero me generaba ciertas ventajas por los viajes esporádicos que hacía a Occidente – Alemania e Italia principalmente- pero igual, notaba como las filas comenzaban a hacerse más largas, más recurrentes y más inútiles.

El deterioro en el abastecimiento comenzó a jugar en contra de Gorbachov. Cada vez más veteranos comenzaron a considerarlo un traidor, culpándolo por el desabastecimiento, aunque muchos expertos esgrimian que éste también era consecuencia del sabotaje de enemigos de la Perestroika. Pero, los que lo apoyaban en sus reformas también comenzaron a abandonarlo, ahora reclamaban que los cambios fueran más radicales, se distanciaban del partido comunista y de la economía planificada. Pedían reformas más contundentes. Y esto empezó a hacer mella en el mismo líder.

Recuerdo los debates por televisión del Congreso en el otoño-invierno de 1989. Ya habían diputados independientes y las decisiones no se tomaban por unanimidad (fue increible poder ser observador en primera fila de ese momento histórico). En dicha época comenzaron a hacerse propuestas para que el sistema política permitiera la aparición de nuevos partidos, pero Gorbachov se opuso con vehemencia. Aliado con la vieja guardia, el presidente soviético derrotó la iniciativa.

Sin embargo, la velocidad de los cambios fue cada vez mayor. Increiblemente en la primavera de 1990, fue el mismo Gorbachov quien presentó la propuesta de un sistema multipartidista. En ese momento comprendí que el sueño de Mijail Sergueievich de aplicar correctivos al sistema había desaparecido. El cambio de 180 grados se veía inevitable.

A finales de 1990, Gorbachov era un ídolo mundial pero a la vez uno de los políticos más desprestigiados de la URSS: los reformistas lo tildaban de lento, la vieja guardia lo consideraba traidor.

La caída del Muro de Berlín sobrevino a los cambios en Polonia, posteriormente se levantaron los pueblos checo y eslovaco, los búlgaros y los rumanos (estos últimos con un sangriento balance). Incluso, la URSS comenzó a desmoronarse con Gorbachov en el poder: Estonia, Letonia y Lituania alzaron vuelo.

El primero de enero de 1992 Gorbachov era un desempleado. Su país había desaparecido en la noche de año nuevo.

 

 

VI Congreso del Partido Comunista Cubano: ¿crónica de una muerte anunciada?

Estamos presenciando la penúltima escena del final del llamado mundo socialista (Corea del Norte deberá ser el epílogo). Lo que sucede en Cuba en los últimos años, desde que Raúl Castro tomó las riendas del país, y que se ratifica con los resultados del VI Congreso del Partido Comunista Cubano, no sólo es la continuación de un proceso que se inició en Polonia hace ya más de 25 años, sino que es, en gran  medida, la repetición de lo que ya sucedió en la URSS y Europa del  Este.

Dice Raúl en el VI Congreso del PCC, “La actualización del modelo económico no es un milagro que pueda obrarse de la noche a la mañana…pues es mucho el trabajo de detalle, planificación y coordinación, tanto en el plano jurídico como en la preparación minuciosa de todos los que intervengan en su ejecución práctica.”

Y, luego complementa: “También será necesario desarrollar una intensa labor de divulgación a la población sobre cada medida que vayamos adoptando y al mismo tiempo, mantener los pies y los oídos bien atentos y pegados a la tierra, para superar los obstáculos que encontremos…”

La primera cita es lo más parecido a la PERESTROIKA –reestructuración- de Gorbachov y la segunda es su complemento: GLASNOST, o sea, transparencia de lo que se hace y comunicación directa y abierta entre el partido y los ciudadanos.

Para continuar con las analogías, recordemos que la Resolución sobre los Lineamientos de la política económica dice, en uno de sus apartes: “Los Lineamientos definen que el sistema económico que prevalecerá continuará basándose en la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción, donde deberá regir el principio de distribución socialista “de cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo”.

Todo se asemeja a lo sucedido en la URSS de Gorbachov. Reconocer que el sistema socialista está fallando, que requiere ajustes, que hay ineficiencias, que no todos están haciendo las tareas, etc., etc. Igualmente, se habla de democratizar el proceso, de “mantener los oídos bien atentos”. O sea, que la población se involucre, que participe de las reformas.

Y todo esto en pro de la preservación del socialismo. Pero la realidad histórica ha sido otra y no se ven razones para pensar que en Cuba será diferente. El carro de la historia lleva a Cuba, del No Capitalismo (Socialismo sería mucho decir) a la Economía de Mercado nuevamente. En la medida que se estimule la iniciativa particular, que se pierdan subsidios y empleos en el Estado y que se abran –aunque sean tímidos al inicio- canales para que la gente se exprese, se fortalecerá la oposición, surgirán miradas alternativas y nacerán nuevos intereses.

Cuando Gorbachov comenzó las reformas lo hizo con la intensión de enderezar el camino, de aplicar correctivos y continuar el camino del socialismo. Pero, los errores tienen su origen en las decisiones iniciales o muy arraigadas: forzar la socialización de los pequeños empresarios y campesinos, verticalizar las decisiones al interior del PCC -de arriba hacia abajo-, cerrar los canales de participación ciudadana por fuera del Partido Comunista y, tal vez lo más importante, no cumplir el principio “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según su trabajo.”

Fuente: http://www.zonu.com/cuba_maps/Cuba_Economic_Activity_Map_2.htm

El cubano promedio está agotado de trabajar y no sentir que se le remunera adecuadamente. Las personas que tienen familiares en el exterior o que viajan al extranjero o que interactúan con turistas y empresarios capitalistas tienen un mayor acceso a bienes y servicios que el resto de la población y, por ende, una mejor calidad de vida. En cambio, el trabajo de las empresas del sistema socialista es,  en general, no productivo, y, en consecuencia, la remuneración es insatisfactoria.

El sistema no está estimulando la producción eficiente, y para corregir esto, recurre a la iniciativa privada, vuelve los ojos sobre su “viejo enemigo”: el individualismo, la economía de mercado y, así no lo reconozca hoy, la propiedad privada. La caravana comienza su camino de retorno.

Cuba no le aportó nada nuevo a la aventura socialista de Europa del Este, fue un caso más. En los 20 años que tuvo que navegar en solitario no aportó elementos nuevos a la “utopía de la humanidad” y todo indica que ahora recorre el mismo camino hacia el Capitalismo.

Todo esto parece ser… la Crónica de Una Muerte Anunciada