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De Jaramillo quedará su talante

Allegados al líder antioqueño lo definieron como un incansable promotor del diálogo y la paz.

  • Durante sus últimos cinco años de vida, Jaime Jaramillo Panesso se dedicó con mayor ahínco a la poesía y a la comprensión del tango como fenómeno cultural en Medellín. FOTO Edwin Bustamante
    Durante sus últimos cinco años de vida, Jaime Jaramillo Panesso se dedicó con mayor ahínco a la poesía y a la comprensión del tango como fenómeno cultural en Medellín. FOTO Edwin Bustamante
23 de noviembre de 2020
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Si en algo coinciden sus allegados al hablar de él, es en los vacíos que dejará: no solo en la política, donde tuvo una nutrida carrera que lo llevó al Congreso de la República, sino también en la literatura, a la que hasta sus últimos meses aportó versos; también en la música, a la que entregó su pasión y su comprensión del tango, que como género foráneo se quedó en las más profundas entrañas de Antioquia; y de la paz del país, por la que sus amigos lo describen como un luchador inagotable.

Recoger en pocas frases el extenso legado del líder antioqueño Jaime Jaramillo Panesso, fallecido en la noche del pasado sábado mientras lo rodeaban personas cercanas, no es sencillo. El escritor Darío Ruiz, amigo suyo durante 65 años, sin embargo lo intenta y en conversación con EL COLOMBIANO recuerda aquellos días de mediados del siglo XX, cuando Medellín daba el salto para convertirse en una urbe industrializada y Jaramillo era partícipe de esa transformación.

“La gente habla a veces del gusto por el tango como una afición extraña y de la vida bohemia como una especie de pecado de ciertos intelectuales. Nada de eso. Jaime Jaramillo se definía por el amor al barrio, por el amor a la ciudad, porque con un grupo de personas creamos y fundamentamos ciertas cosas que estaban vetadas, como la llegada de las mujeres a los cafés”, comenta.

Y añade que “el hecho es que la música característica de Medellín, cuando nace la gran industria, es el tango, que figuraba en ese momento a través del cine que llegaba de Argentina, a través de los discos que llegaban de Estados Unidos y a través de los libros. Entonces amar a esta ciudad e ir a lugares diferentes es como hacerlo en Madrid o hacerlo en París, fue crear una vida urbana y una literatura urbana, y eso fue a lo que él ayudó”.

Espíritu de fundador

La amistad de Ruiz y Jaramillo estuvo siempre mediada por las letras. Inició en 1955 cuando la recién inaugurada Biblioteca Pública Piloto se instaló en una casona del barrio La Playa y “allí los jóvenes de la época por fin tuvimos un espacio para reunirnos, tener acceso a la literatura y el pensamiento moderno”.

Dos años más tarde, ambos fundarían el periódico Movimiento, un esfuerzo que solo duró dos ediciones pero que, en palabras de Ruiz, “fue la primera plataforma para escribir nuestro pensamiento literario y político”.

El espíritu fundador de Jaramillo, sin embargo, no se detuvo. En 1966 participó en la huelga de la Universidad de Medellín que derivó en la fundación de la Universidad Autónoma Latinoamericana; en 1982 fue socio fundador de la Escuela Nacional Sindical, hoy uno de los principales observatorios laborales del país; y en 1991 creó la Corporación Conciudadanía, organización sin ánimo de lucro que aboga por la construcción democrática desde la perspectiva de territorios sustentables y en paz.

Y ese tema, la paz, fue eje central de su ejercicio intelectual y político.

El doctor en Filosofía y exdecano de la Escuela de Humanidades de Eafit, Jorge Giraldo, quien compartió lugar con Jaramillo en la Comisión Facilitadora de Paz de Antioquia, recuerda que “desde finales de los años 70 él emprendió una labor muy dedicada por los derechos de los presos políticos y después fue un entusiasta de los acuerdos de paz que firmaron cinco guerrillas con el Estado en 1990”.

Pero no todos los caminos lo convencieron. Giraldo recuerda que “en la época de la mesa con las Farc en el Caguán, ambos fuimos muy escépticos y críticos del proceso, pero siempre pensando en las cosas que se podrían hacer de otra forma”.

La ausencia de Jaramillo, prosigue Ramírez, se sentirá tanto “en la izquierda democrática, como en el Centro Democrático, partido al que estuvo vinculado en últimos años”. Y esto, aunque a primera vista parezca una contradicción, no tiene más explicación que su talante. O en palabras de Ruiz: “Jaime tuvo, sobre todo, la capacidad física y mental de acercarse a otros y de tener un diálogo permanente con todos”.

14
años es el tiempo durante el que Jaramillo fue columnista de EL COLOMBIANO.

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