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¿Y puede usted colgar un videoarte en su casa?

Pocos artistas lo venden y no siempre encuentra un lugar para su exhibición. En Colombia aún es limitada su comercialización.

  • Entre mayo y julio el Museo de Antioquia tuvo una exposición sobre la historia del videoarte en Colombia, con piezas de experimentación. FOTO Edwin bustamante
    Entre mayo y julio el Museo de Antioquia tuvo una exposición sobre la historia del videoarte en Colombia, con piezas de experimentación. FOTO Edwin bustamante
12 de agosto de 2019
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No es video ni pintura, tampoco escultura o instalación. Es videoarte. Lo ve en museos y galerías, y quizá mientras los mira repetirse en la pared blanca, o se queda escuchándolo, es de los que se pregunta, ¿eso se lo puede llevar a casa, para ponerlo en la sala como obra de arte?

Es un formato que utiliza imágenes en movimiento, con o sin audio, proyectadas o transmitidas en dispositivos de proyección. A diferencia de formatos como el cine, puede carecer de hilo narrativo o historia.

Salvador Dalí fue uno de los pioneros del formato con la muestra de su obra Caos y Creación (1960), en la que parodiaba el estilo de Piet Mondrian y El Bosco para exponer algunas reflexiones acerca de lo que consideraba la racionalidad del arte moderno.

En Colombia este formato se ve en museos, fundaciones privadas y galerías de arte contemporáneo, señala Javier Mejía, consultor de arte contemporáneo. En comparación con expresiones como la pintura y la escultura, precisa, este formato no es fácil de comercializar porque es difícil ponerlo en el mercado secundario (casas de subastas).

Para venderlo

La firma de abogados especializada en mercado de arte, Nial Art Law, dice en su sitio web que aunque es una misma creación, no es igual hablar de un lienzo a un videoarte. Este último necesita un soporte, elementos técnicos y equipos para verla.

Para vender la obra, el artista le entrega al comprador la copia de un medio (disco USB) para acceder a la pieza, aunque puede ser solo la clave de acceso al sitio que aloja el video. “Se hace un certificado de autenticidad que puede comprometer a la no reproductibilidad, a no hacer la emisión pública”, explica Mejía. Nial Art complementa que se debe hacer un contrato de adquisición que ponga sobre la mesa las condiciones de venta, los términos de las copias, dónde se puede reproducir.

Coleccionismo

El artista Pablo Mora exhibe en el Museo de Arte Moderno de Medellín la videoinstalación Proposiciones crepusculares. La sala está compuesta por unas estructuras como archivadores, dispuestos como tótems, con una proyección de fondo, que incluye imágenes sobre un espacio de Medellín en ruinas.

La primera vez que incursionó en el videoarte lo hizo con Abandono, una pieza que trata sobre la desidia de los sistemas judiciales. Vendió seis copias a coleccionistas internacionales y nacionales en ArtBo, entre 2014 y 2016. “No imaginé que podría comercializarse porque aún es un campo muy institucional. Solo es comprado por coleccionistas especializados”, comenta él.

Igual piensa el curador del Museo de Antioquia, Carlos Uribe. Para él, en el país aún hay pocos coleccionistas interesados en este formato, aunque, según su experiencia, ve una tendencia cada vez mayor a adquirir este tipo de piezas.

Estos compradores no cuelgan cuadros de sus paredes. Las pantallas reemplazan los óleos y son otra forma de reflejar las ideas del artista

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