Si alguien quiere ver futbolistas colombianos jugando en vivo y en directo actualmente debe hallar la forma de sintonizar la Liga de Nicaragua, en la que juegan en primera división 21 nacionales y otros tantos en segunda categoría. De hecho, el fin de semana, el cartagenero Erick Alcazar marcó el gol del triunfo para su equipo Chinandega 1-0 sobre Jalapa.
Nicaragua es una de las cuatro ligas en el planeta que se niegan a parar a causa de la pandemia, junto a las de Bielorrusia, Tayikistán y Burundi.
En Tayikistán, ignoto y hermético país de la ex-Unión Soviética, no presenta contagios aún. Burundi, ubicado en el corazón de África, suma menos de cinco casos, por lo que se comprende que la actividad deportiva allí se mantenga.
En Bielorrusia, sin embargo, la cifra supera los 700, pero ni esto ni la solicitud de la Uefa para resguardar a los jugadores ha pesado más que la determinación del gobierno de Aleksandr Lukashenko (considerado como el último dictador europeo), de que el pueblo siga entretenido.
Algo similar ocurre en Nicaragua, país que, aunque las personas afectadas por covid-19 no superan las 10, hay poca credibilidad respecto a estas cifras y en cualquier caso el país tiene unas condiciones sociales y sanitarias precarias que motivan a los futbolistas a solicitar el cese de Liga, ante la negativa y las presiones del gobierno de Daniel Ortega.
El temor de futbolistas de seguir jugando allí y las presiones para que lo hagan, quedaron reflejados con la situación del ibaguereño Duván Cifuentes, quien tuvo que salir de allí en medio de amenazas del presidente del club Las Sabanas de truncar su carrera ante la solicitud de Cifuentes de llegar a un acuerdo para poder volver a Colombia a cuidar de su esposa e hija.
Cifuentes le dijo al portal Golombianos, que aunque su carrera quedó a la deriva hoy se siente tranquilo acompañado de su esposa y su pequeña, en casa.