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Diver cimentó sus sueños en el rugby

Este jugador oriundo de Marinilla se consolida en Uruguay, donde cumple su primera temporada.

  • Diver CeballosFOTO Cortesía Federugby
    Diver Ceballos
    FOTO Cortesía Federugby
28 de marzo de 2020
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Diver Ceballos tiene ampollas en las manos y no precisamente por jugar rugby. Desde pequeño, en su natal Marinilla, empuñó una pala y un palustre para ayudarle a su padre en trabajos de construcción sin saber, en aquellos momentos, que de a poco edificaba también su futuro.

Él solo sabía que los sacrificios que hacía su padre, don Mario Ceballos, de sol a sol, eran los que les daban el sustento. La construcción le permitió también cimentar sus sueños en el rugby. Por eso hasta acá ha llegado lejos, y con la disciplina que le imprimió ese oficio persigue sus anhelos.

Hace parte del proceso de selecciones Colombia desde 2013, y hoy es figura de la Selección mayor, Tucanes. Pero sigue aferrado a sus raíces y hasta hace poco seguía alternando este deporte con el oficio del concreto, los ladrillos y las columnas que sirven para levantar edificios enteros.

Será por eso que su vida deportiva se está construyendo como un castillo, lento, seguro y sólido. Tanto así que este año fue uno de los tres colombianos que fue contratado por el Peñarol uruguayo que encararía la Súper Liga Americana, un torneo que se realizaría por primera vez y que tiene un formato similar al de la Copa Libertadores de fútbol.

Sin embargo, como la vida está llena de improvistos, llegó la pandemia y el torneo se canceló, pero como reza un sabio dicho: “unas por otras”. De esa manera Diver pudo regresar a Marinilla para estar con su familia en estos momentos.

Le brillan los ojos cuando se le pregunta por el momento más feliz de su vida y no duda en responder: “Cuando entré por el túnel del estadio Charrúa y al escuchar mi nombre, darme cuenta que hacía parte de ese equipo: Peñarol. La verdad sentí un regocijo en el pecho y una alegría inmensa”.

A sus 23 años de edad es un convencido de que el sudor, la pasión, mezclados con su amor por la labor que le ha legado su padre es el “cemento” más sólido para llegar lejos.

Todavía no sabe si cuando esta situación mejore regresará a Uruguay pero ya puede decir que el estadio de Montevideo fue su templo deportivo, que se puso la camiseta aurinegra como profesional, y que esa vivencia nadie se la puede arrebatar. “Conocí jugadores de talla mundial que me hicieron sentir como en casa, Pero, además, el cuerpo técnico siempre tenía algo para aportarle a uno y eso me ayudó bastante a crecer y mejorar a diario”.

Cuenta que, recién llegó a Uruguay, los primeros días se sentía en las nubes: “¡ya somos profesionales y estamos entrenando!”, se repetía. “Después de unos días lo asimilé y tomé ya todo con mayor responsabilidad, porque no basta con llegar, hay que estar al nivel de todos para mantenerse”.

Diver relata que este sueño lo tenía desde que llegó a los Tucanes después de mostrar sus condiciones en el club Espartanos de su pueblo. “Al principio lo veía lejos, pero mientras pasaban los partidos y la gente notaba mis habilidades ya lo veía realizable. Hasta que se me dio ese llamado para el Peñarol y fue una de mis mejores experiencias como jugador hasta el momento”.

Este joven que se desempeña en segunda línea y como alero, recuerda que cada que salió a participar de un partido o de un entrenamiento en ese escenario uruguayo, miraba al cielo y, en medio de esa mole de cemento, agradecía a las columnas sobre las que está cimentada su vida.

Nunca ha dejado de lado los consejos de su padre: “me enseñó a trabajar con él y siempre me dejó claro que hay que trabajar fuerte por lo que uno quiere”.

Tampoco descarta terminar su carrera de entrenamiento deportivo que inició en el Sena, pero que tuvo que suspender por sus obligaciones, además también ha sido instructor de gimnasia.

Hoy vuelve a respirar el aire fresco de su amada Marinilla con una misión misión clara: “Replicar lo que aprendí y así poder ayudar al crecimiento del rugby del país y de la Selección”.

Su mensaje para todos los jóvenes de escasos recursos es claro: “El deporte me enseñó a hacer sacrificios para poder crecer como jugador y persona. Sin importar las circunstancias del camino”.

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