El Presupuesto General de la Nación del próximo año sigue dando de qué hablar. La semana pasada, el Ministerio de Hacienda radicó el proyecto ante la secretaría de la Cámara de Representantes, y el valor de este ascendió a $556,9 billones. Adicional a ello, $26,3 billones se buscarán por medio de una nueva reforma tributaria.
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Esto quiere decir que el Gobierno tendrá tres retos clave: que el presupuesto sea aprobado en el Congreso, al mismo tiempo sacar adelante la nueva reforma tributaria y lidiar con un déficit fiscal que aseguran que estará por encima de 7% del PIB en 2025. El problema es que ya se hundió una Ley de Financiamiento, y si la historia se vuelve a repetir, esta vez el Gobierno volvería a tener un hueco en sus finanzas.
Jackeline Piraján, economista principal de Scotiabank Colpatria, dijo que el déficit puede rondar entre 7,5% y 8% durante 2020-2025, “y con esa base de cara a 2026 no vemos un déficit fiscal inferior a 7%”.
Por su parte, Alejandro Useche, profesor de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario, indicó que el Ministerio de Hacienda proyecta que para el año entrante el déficit fiscal alcance 6,2% del PIB, lo que equivaldría en dinero a $119 billones aproximadamente. “La nueva reforma tributaria espera un recaudo de $26 billones adicionales. Es decir, que sin ella habría un faltante importante dentro de este presupuesto y un déficit creciente”, agregó el profesor del Rosario.
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Useche advirtió que hay proyecciones, como la de Corficolombiana, donde apuntan a que el déficit podría llegar a $149 billones en 2026.
“Se puede presentar un deterioro todavía mayor en las finanzas públicas si sigue la tendencia actual de falta de control en el presupuesto, de un crecimiento desbordado de los gastos administrativos, de un recaudo menor de lo esperado”, detalló el académico
José Manuel Restrepo, exministro de Hacienda y rector de la universidad EIA, también dijo que según estimaciones como la de Banco de Bogotá, el déficit del próximo año podría ubicarse en 8%, la proyección más alta.
Además, señaló que el problema más grande para el Gobierno entrante será la caja. Esto debido a “que se recibirán menos ingresos derivados de las decisiones sobre retenciones en la fuente, derivado del exceso de déficit fiscal y derivado del incremento abultado en las reservas presupuestales”, explicó el exjefe de cartera.
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Restrepo señaló que el camino para hacer el recorte está del lado de “gastos de funcionamiento y algunos gastos de transferencias innecesarias que pueden estar en el capítulo de inversión”. Aunque el exministro ahondó en el primer rubro, donde se resaltó la importancia de conseguir menores gastos burocráticos.
Allí también coincidió Lisandro Junco, exdirector de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, Dian, quien dijo que si se llegan a fusionar entidades y reducir gastos de altos funcionarios, se podrían ahorrar $2 billones.
Agregó que, en cuanto al servicio de la deuda, “se debe primero renegociar todos los vencimientos de bono de TES, sacrificando la confiabilidad pero diversificando el financiamiento. Ahí se puede ahorrar en servicio de deuda entre $5 billones y $10 billones”.
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Junco también señaló que se deben ajustar y focalizar los programas sociales y eliminar algunos subsidios y transferencias que no tengan un impacto en el corto plazo; representaría un ahorro adicional de $10 billones. “Finalmente, se debe revisar la inversión que no es prioritaria: diferir proyectos que no sean críticos y que no estén en el banco de proyectos priorizados representaría otro recorte de $15 billones”, concluyó.