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Cuatro claves para tener una piel saludable. No necesita más

La zona del rostro tiene necesidades particulares. Tres pasos son suficientes para mantenerla saludable.

  • La piel del rostro necesita un cuidado especial, pero nada de parafernalias exageradas. FOTO PIXABAY
    La piel del rostro necesita un cuidado especial, pero nada de parafernalias exageradas. FOTO PIXABAY
15 de agosto de 2022
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La piel del rostro tiene unas necesidades distintas a las de la piel del resto del cuerpo, sobre todo porque la primera está más expuesta al sol y, “al ser la más visible, tiene una importancia estética cardial”, señala Jonathan Argüello Moya, médico dermatólogo, miembro de Asocolderma. Ahora bien, mientras que la piel corporal tiende a ser seca o normal, la del rostro puede ser grasa, mixta, seca, sensible o normal. En esas pequeñas diferencias radican los diferentes tipos de cuidados.

En este orden de ideas, no hay una rutina predefinida, más porque no es lo mismo la piel de un bebé, que la de un niño; la de un adolescente que la de un adulto joven. Así lo explica Carlos Eduardo Montealegre, médico dermatólogo y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia: “Un recién nacido tiene una piel que apenas se está adaptando a las condiciones del mundo exterior y tomará varios años llegar a su completa madurez”, dice, “mientras que un adolescente, generalmente, producirá mucha más grasa en la cara (esto no es malo ni una enfermedad propiamente), y un adulto mayor producirá mucha menos grasa, e incluso, tendrá una tendencia a la resequedad”.

Eso sí: lo ideal es que la rutina sea lo más simple posible para todos y, aunque los requerimientos son variados para cada persona, es posible hablar de cuidados básicos a tener en cuenta si se tiene una piel sana (sin enfermedades asociadas como acné o rosácea).

Limpieza

Lo ideal es elegir productos que no sean secantes y preserven la integridad de la piel. Por esto, coinciden los expertos, es recomendable usar limpiadores con detergentes sintéticos (Syndets). Para los cutis grasos son preferibles los geles, señala Argüello, para las sensibles espumas o leches y para las normales cualquiera de los tres. Por otro lado, a medida que se envejece, comenta Montealegre, puede optarse por aguas micelares o cremas limpiadoras.

Humectación

Todas las pieles sufren procesos de deshidratación. Que esté en óptimas condiciones garantiza que cumpla su función de barrera y que estéticamente luzca más sana. Para las pieles grasas pueden usarse sueros o hidratantes fluidos a base de agua termal o ácido hialurónico. Por otro lado, si es seca se prefieren vehículos más densos (en textura y consistencia). “Lo importante es que el producto deje cómoda la piel. En jóvenes se recomiendan hidrogeles y a medida que se envejece, cremas”, acota el docente.

Protección

El objetivo en este paso es minimizar la exposición facial al sol. Para ello pueden usarse medidas físicas (sombreros, viseras, sombras en general), pero como casi ninguna logrará una disminución mayor al 15 % en cantidad de sol recibida, mientras sea posible, Montealegre señala que es recomendable usar fotoprotectores con un FPS superior a 30 (idealmente mayores a 50+) y en el vehículo adecuado para el tipo de piel: geles para pieles grasas, y lociones o cremas, en la medida que se pierde grasa en el rostro. “También hay que usarlos dentro de las oficinas”, comenta Argüelles, “pues se sabe que la luz azul de las pantallas también está asociada con la aparición de manchas”.

Reparación

Con los tres puntos anteriores está cubierta casi en su totalidad una buena rutina facial (mejor si está acompañada de una buena alimentación y ejercicio físico). Ambos expertos coinciden en que no es necesario el uso exagerado de productos a menos de que un médico dermatólogo se lo recete con un objetivo puntual. Un tratamiento es opcional en cualquier caso. Estos pueden incluir según los objetivos antioxidantes, serums de vitamina E, retinoides, contornos de ojos, etc. Todo bajo la asesoría de un experto.

Más allá de las redes sociales

Una piel saludable no debe lucir, necesariamente, como de durazno. La realidad es mucho menos atractiva de lo que se piensa, pero no hay que temerle, dice Montealegre: “El principal problema al que se ven enfrentadas muchas personas, especialmente si son muy activas en redes sociales, es a creer que lo que ven allí es la realidad, o que se puede lograr, mediante algún tratamiento dermatológico”. Pero para ser sensatos, una piel facial normal tiene pequeñas “imperfecciones” que, a una distancia social, serán prácticamente invisibles para la mayoría.

Con “distancia social” el docente se refiere a un espacio prudente entre dos o varios individuos que se observan frente a frente. “Cuando uno se mira en el espejo, lo debe hacer a una distancia de un brazo, así podrá saber qué pueden y qué no pueden ver los demás de sus características faciales”.

Hay detalles fisiológicos, como el mayor diámetro de los poros de la región del centro de la cara (mal llamados “poros abiertos”), que son casi imposibles de modificar de manera significativa. Esto a menos que se empleen métodos bastante complejos y que solo un profesional idóneo puede realizar.

Una piel saludable es una piel humectada, suave y que tiene uniformidad en el color, complementa Argüelles, “pero sin pensar que tienes que ser como un modelo de Instagram o TikTok”. El ideal no debe ser una piel de porcelana, sino tenerla saludable y controlada de condiciones que pueden ser incómodas como la dermatitis.

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