Cuenta el filósofo, escritor e historiador japonés ya fallecido, Okakura Kakuzo, en El libro del té, que antes de que fuese una bebida, “fue una medicina. Solo en el octavo siglo hizo su entrada en China, en el reino de la poesía, como una de las más elegantes distracciones de aquel tiempo. Ya en el siglo XV, Japón le dio patente de nobleza e hizo de él una religión estética: el teísmo”.
Y es precisamente en este último país en que consumir té es un asunto ceremonial, “Lleva a sus fieles a la inspiración de la pureza, la armonía, el sentido romántico del orden social y el misterio de la mutua misericordia”, anota Kakuzo.
Hay un tipo de té del que actualmente se habla más: el matcha. La profesora china Li Xin, quien enseña mandarín en el Instituto Confucio en Medellín, explica que el árbol es un tipo de té verde, pero especial, “necesita más tiempo para crecer y por eso tiene un sabor más fresco y es menos amargo. Cuando el árbol crece, necesita un techo negro para protegerlo del sol y siempre mucho cuidado”.
En cuanto a la ceremonia, va enmarcada en el ritual del té que, explica Catherine Márquez, del área administrativa del Instituto Confucio, “es algo muy solemne que demuestra el respeto que tiene el anfitrión por los huéspedes y a la vez el agradecimiento que deben demostrar los invitados a quien les brinda la bebida”.
Una solemnidad completa puede durar hasta cuatro horas, cuenta Santiago Solorzano, sommelier de Tea Market. “Para ellos es muy importante el proceso, tiene una energía, desde cómo se calienta el agua a la ubicación de la vajilla. No es solo el líquido, es el respeto de agradecerle a la naturaleza ese regalo”.
Su viaje a occidente
Precisa Solórzano que es difícil identificar una fecha exacta en la que el té llegó a estas latitudes, “podemos hacer referencia de que por los años 1.600 occidente tuvo el primer contacto con esta bebida gracias a la llegada de los ingleses, holandeses y portugueses a oriente. En esos momentos la identificaron como un líquido medicinal”.
Ya, la fuerza puntual de esta infusión verde, anota el sommelier, se la ha dado hace poco Estados Unidos y por el tema funcional de esta planta, “es como el espresso del té, es el que más teína tiene, y por sus componentes da la sensación de saciedad y calma, además del tema saludable. El matcha puede ser considerada la joya de la corona de este llamado movimiento verde”. Su popularidad actual, calcula Solórzano, no lleva más de cuatro años.
“Se está volviendo global por su funcionalidad, por sus tres ingredientes –añade él–. Es como el expreso del té, el que más teína va a tener, de ahí la L-teanina que da la sensación de saciedad y calma, y por último, el EGCG (galato de epigalocatequina) para el tema de quema de grasas. Por este último se ha vuelto muy popular y comercial”.
Otros usos
En cuanto al matcha como tal, explica Li que se usa en China y sobretodo en Japón en la cocina para preparaciones como helados y postres, “y también en términos de belleza como mascarillas para relajar la piel”. Solórzano precisa que efectivamente en este lado del mundo se ve ya en helados, repostería y que no está mal, solo que en Japón sigue siendo valorado como producto artesanal.
Si no lo ha probado puede ensayarlo con leche, “vegetal o animal –dice el sommelier– es un buen vehículo para irle cogiendo el sabor”, que no es común en el paladar criollo, y recuerde seguir los consejos de preparación.