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La niñez de Alejandro y Julián Navarro era como la de cualquiera. Únicamente pensaban en jugar, disfrutar de las calles detrás de un balón de fútbol, pero esa diversión fue suspendida abruptamente en el barrio Castilla cuando las balas se les atravesaron durante una disputa de combos.
Para ellos ir a jugar a una cancha de fútbol era un riesgo, las balaceras entre bandas rivales de su barrio les impedían disfrutar tranquilamente del deporte. Y es que a principios de 2010 la situación en Medellín de orden público no era fácil. Como en otras épocas se convivía con la muerte.
Así que para dos niños que solo querían divertirse, el día a día se convertía en una situación peligrosa. Además, porque también tenían el riesgo de ser reclutados a la fuerza...
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