Fuentes médicas y activistas en el terreno confirmaron, hasta ayer, 58 muertos (incluidos 11 niños), por efectos de un gas arrojado por aviones sin identificar como rusos o del régimen de Bashar El Asad.
Se trataría, según versiones iniciales, del agente Sarín que, además, afectó a otras 400 personas que permanecen bajo observación.
Otra vez Siria es escenario de delitos de lesa humanidad y, como ha editorializado este diario, es récord en inhumanidad en las guerras contemporáneas. Hoy se reúne el Consejo de Seguridad de la ONU para analizar lo ocurrido.