2012: ¿Año de la segunda recesión en línea o de la recuperación económica?

Los hechos:

Los datos de desempleo en Estados Unidos y el lacónico pronóstico del FMI sobre una posible segunda recesión son señales y a la vez motores de la debacle. Los pésimos informes estadísticos del desempleo en Estados Unidos –sobre el 9% desde 2009- no sólo son explicaciones de lo que está pasando, sino que a la vez son trenes que empujan en la dirección que se quiere evitar: la recesión. Aumenta la incertidumbre y eso frena la inversión y la contratación de nuevos trabajadores.

Hace un par de meses, cuando el congreso de Estados Unidos no se ponía de acuerdo para subir el techo de la deuda del gobierno americano, la bolsa se desplomó; luego, cuando Standard and Poors bajó la calificación de la deuda de largo plazo de los Estados Unidos, la bolsa se volvió a caer. Hoy, lunes 5 de agosto, la bolsa de Europa se hunde con los datos de desempleo de Estados Unidos en un ambiente ya orquestado por el informe del FMI que considera altamente probable una nueva recesión. Mañana, cuando abra Wall Street, seguramente se sentirá el coletazo.

En Europa se toman medidas complementarias para contener la crisis, dando un impulso a Portugal e Irlanda. Pero eso no es suficiente, ni España, ni Italia, ni Grecia dan señales de recuperación.

Como deciamos en nuestro artículo anterior, es difícil lograr una recuperación significativa cuando las grandes empresas multinacionales de Europa y Estados Unidos han trasladado en las últimas décadas su producción a China, India y demás economías emergentes.

Las recetas:

Los ortodoxos del FMI, el tea party y demás vocero del ala más ortodoxa del neoliberalismo están de acuerdo en que el primer gran paso es sanear las finanzas públicas: reducir el gasto público para estabilizar los mercados, recuperar la confianza y reiniciar la ruta del crecimiento. En otras palabras, menos gasto social, menos empleos públicos para tener menos deuda pública, menos presiones inflacionarias y tasas de interés más atractivas para el mercado. En este caso la receta es recuperar el mercado para los inversionistas, sacrificando la población más vulnerable en la etapa de ajuste. Cuando la economía comience a crecer, los beneficios volverán a través de impuestos por aumento en la producción y empleo por incremento en las ventas.

Pero, críticos respetables como los premios Nobel Joseph Stiglitz y Paul Krugman consideran que el Estado debe jugar el rol contrario: emitir dinero, gastar y estimular el consumo para crear empleos. Para los heterodoxos, pagar el costo de algo de inflación es un daño menor, comparado con el impacto de dar dinamismo a la economía estancada por poco más de tres años.

Dos recetas diametralmente opuestas para solucionar un mismo problema.

¿Qué nos espera a los colombianos?

Nuestra economía ya ha sufrido las consecuencias del deterior en el empleo de Europa y los Estados Unidos. Nuestros compatriotas en Estados Unidos y España tienen cada vez más complicaciones para sostener sus empleos, legales o ilegales. En consecuencia, las remesas en la balanza de pagos han caído.

Sin embargo, las exportaciones no se han visto afectadas. ¿La razón? El crecimiento de los mercados emergentes, particularmente China e India, han mantenido altos los precios de los commodities –petróleo, carbón, ferroníquel, café-. Incluso, los temores de una nueva recesión han mantenido en vilo a los inversionistas quienes tienen al oro como “el último de los refugios”, haciendo que el metal precioso permanentemente bata récords de precios. Aquí también hemos salido ganando.

Pero la economía, al final de cuentas, es sólo una. Si Europa y Norteamérica no se recuperan, para China e India será difícil  mantener altas las tasas de crecimiento. Ya la economía del coloso asiático muestra señales de inflación, particularmente los precios de los no transables: la vivienda, los arriendos, los servicios personales. Así que, será muy difícil seguir creciendo de modo sostenido si las economías industrializadas siguen deprimidas y compran menos. Hay una propuesta para que China haga crecer su mercado interno, pero eso será gradual, demorará años antes de hacerse significativo, sin que se dispare la inflación. China no va a renunciar de un solo golpe de la ventaja comparativa y competitiva que ha desarrollado al tener mano de obra eficiente, tecnológicamente avanzada y de bajo costo.

Conclusión:

Caída en las remesas, deterioro de los precios de nuestros exportables –commodities- y reducción de inversiones extranjeras por cuenta del estancamiento de Europa y Norteamérica, esas son las correas de transmisión por las que llegarán las consecuencias de la segunda recesión de la economía mundial en menos de cuatro años.

El Iceberg de la crisis económica global: sólo vemos la parte superficial

En la primera semana de agosto, Standard and Poor´s bajó la calificación de la deuda soberana de largo plazo de Estados Unidos. En consecuencia, este lunes, las bolsas del mundo tuvieron una caida fenomenal. Pero, esto es coyuntural y no muestra la esencia del problema. De hecho, las bolsas se irán recuperando gradualmente después de este “lunes negro”.

Vamos a tratar de hacer una analogía con un Iceberg. Un témpano de hielo tiene la particularidad que en la superficie sólo exhibe su extremo más pequeño. Pero, en la medida que bajamos la mirada y nos sumergimos, vamos viendo que éste es más y más grande. Así que miremos el Iceberg desde su pináculo hasta el fondo.

1. La punta visible: Caída en la calificación de la deuda soberana de Estados Unidos. Esto significa que, en concepto de la calificadora de riesgo Standard and Poor´s, Estados Unidos no es un deudor “ideal”, o sea, ya no es triple A. Aunque la calificación doble A plus es muy buena para el resto de países del mundo, para Estados Unidos no lo es. Por décadas, la nación norteamericana había sido calificada triple A. Como reacción al fenómeno, la Reserva Federal ha anunciado que mantendrá las tasas de interés bajas, lo que se espera tranquilice a los mercados. Pero, anunciar que mantendrá bajas las tasas, por más de un año, es bueno y es malo. Bueno porque indica que la banca central se mantiene comprometida con la recuperación económica. Pero es malo, porque indica que sus pronósticos son muy pesimistas.

2. La parte no visible más superficial: El gobierno de Estados Unidos necesitó incrementar el techo de su deuda para poder cubrir sus gastos corrientes. Durante varias semanas, los congresistas demócratas y republicanas estuvieron negociando las condiciones para aprobarle un incremento del techo de deuda al gobierno y, así, Obama pudiera salir a tomar dinero del mercado para pagar empleados, proveedores y deuda vieja.

El problema del techo de la deuda, en sí, no es serio. El gobierno de Estados Unidos se puede endeudar, la banca le presta. El problema fue político. Los demócratas y los republicanos se trenzaron en una pelea por la elección presidencial del próximo año.  Sin embargo, este debate político afectó la confianza de los mercados y enrareció el ambiente.

Ahora, realmente Estados Unidos si tiene un serio problema: su Estado es históricamente deficitario y, más temprano que tarde, se tendrán que tomar medidas para reducirlo. Eso implica reducir gasto público y/o aumentar impuestos. Ambas son medidas recesivas. En un año electoral como el que se avecina, el debate entre el Tea Party (que no quiere que se suban impuestos bajo ninguna circunstancia) y el resto de la clase política que quiere aplicar una combinación de reducción de gasto y aumento de impuestos, es un factor que no ayudará a la recuperación económica.

3. Tercer nivel de profundidad: la crisis financiera de 2008. Este pedazo de témpano es enorme. La recesión cíclica de 2007 -agudizada con la crisis inmobiliaria y financiera de 2008- ha dejado huellas enormes. El desempleo se disparó en Europa y Estados Unidos y, tres años después, aún no se ven señales claras de recuperación. Estados Unidos tiene 14 millones de desempleados (el doble del desempleo que tenía antes de la crisis), España anda con un tasa de paro cercana al 20% y algo grave también sucede en Grecia, Portugal, Italia y Francia.

O sea, es difícil que la economía salga de la crisis si la construcción no se reactiva, si las operaciones financieras no se reaniman -prestarle dinero a la gente- y si el empleo no se recupera. O sea, la inestabilidad laboral, el alto nivel de endeudamiento de la gente y la caída en el precio de las viviendas, no motivan a los bancos para reactivar el crédito. Y, si la gente no reinicia el consumo, la economía difícilmente comenzará una senda sostenida de crecimiento económico.

4. La parte más profunda y grande del iceberg: los Mercados Emergentes y la caída en la competitividad de las economías de los Países Industrializados. Aquí está el verdadero origen de la crisis. Por décadas, las grandes firmas de Estados Unidos, de Europa y de Japón han ido trasladando su producción a China, India y otros mercados emergentes. Las empresas de estos países han destruido empleos para trasladarlos a los BRIC y a otros mercados emergentes.

Aprovechando los bajos costos laborales de una mano de obra cada vez más cualificada, en países que han ofrecido beneficios tributarios, las multinacionales de Europa y Estados Unidos han cerrado plantas en sus países de origen, para trasladar la producción a países emergentes. Sólo den una mirada a la etiqueta o marquilla de sus camisetas o tenis deportivos: son marcas europeas, japonesas y norteamericanas, pero su producto ha sido elaborado en China, Taiwan, Corea, Indonesia, India, Malasia, etc.

Esta es la base central del problema: los países industrializados están dejando de ser competitivos. Por décadas, los altos niveles de especialización han hecho que las empresas transnacionales trasladen procesos productivos a países con menores costos laborales. La producción oversea y offshoring se ha consolidado porque los TLC, las diferencias salariales y los beneficios fiscales, lo permiten; porque la especialización cada vez más compleja en la producción de bienes  y servicios así lo exige y porque a las empresas no les importa el lugar donde producen, siempre y cuando les ofrezcan seguridad de inversión y ganancias mayores.

En lugar de conclusión: el iceberg se sacude. La economía mundial no tiene una crisis mayor porque China y los demás países emergentes siguen creciendo. Sin embargo, las señales inflacionarias del coloso asiático hacen prever medidas recesivas -subir tasas de interés- lo que puede frenar el consumo y la inversión en dicho país. En parte los colombianos no sentimos una crisis mayor porque los precios mundiales de petróleo, gas, ferroniquel y café se mantienen altos gracias a la demanda creciente de los mercados emergentes. Si China se desacelera, la crisis global se agudiza…

…el mar está picado.

Colombia: tan cerca del mundo…tan lejos de América Latina

Hoy quiero proponer un tema, a primera vista, muy político pero, la verdad, trascendental para el desarrollo económico de nuestro país: el proyecto de integración de Colombia.

La integración económica surgió como excepción a las negociaciones multilaterales del GATT. La idea era estimular el comercio regional, fortaleciéndose las economías conectadas. Así nacieron, el bloque europeo, la ALADI o la Comunidad Andina de Naciones -CAN-. Integrarse tiene muchos matices y puede ser un proceso complejo y profundo o superficial y básico.

Superficial es la firma de un TLC, ya que lo único que se logra es la liberación -no plena- de mercados de bienes y de capitales. Complejo es el proyecto de Unión Aduanera de la CAN o el del Mercosur, ya que desaparecen las aduanas nacionales y se crea un gran territorio aduanero regional, lo que reduce los costos de transacción y obliga a la creación de una administración fiscal supranacional. Es un reto grande.

El mejor ejemplo de lo que es un gran reto es la Unión Europea: permitir el libre movimiento de trabajadores, de mercancías, de servicios y de capitales; crear políticas regionales en agricultura, infraestructura, educación, hasta llegar a tener una moneda regional: eso es todo un reto de integración.

¿A qué le está apostando Colombia?

Las evidencias empíricas muestran que Colombia no es un líder en materia de integración regional. Es notorio el interés de nuestros gobiernos y de los empresarios por los TLC con Europa y Estados Unidos. Eso no es un error. La cuestión es que estos TLC no son proyectos de integración económica, sólo son propuestas de liberalización comercial. Eso es todo. Detrás del TLC no hay un proyecto de compartir experiencias, de creación de capacidades instaladas, de generación de bienes públicos de beneficio binacional. No, sólo hay una propuesta de liberalización incompleta de mercados.

Ahora, la otra evidencia empírica es que después de muchos años de gozar de preferencias aduaneras en Europa (SGP) y en Estados Unidos (ATPDEA), estos mercados siguen siendo importantes para venderles agricultura y, especialmente productos de la minería.

Es claro que la estrategia de diversificación de exportaciones que se inició en el gobierno de Lleras Restrepo -1966-1970) dio sus frutos, estimulando a exportadores no tradicionales como los bananeros, los floricultores o los confeccionistas. Pero, 50 años después, nada nuevo ha pasado. La política exportadora colombiana y, particularmente nuestra estrategia de integración no ha creado nuevas industrias exportadoras. Hoy exportamos con el mismo nivel de transformación que hace medio siglo. Antes era el café, ahora es el petróleo acompañado de carbón  y ferroniquel. Nada ha cambiado.

¿por qué Colombia no mira hacia Latinoamérica?

Durante más de una década, Colombia tuvo un comprador importante de manufacturas: Venezuela. Este mercado natural colombiano compraba casi todos los carros ensamblados que Colombia exportaba; igualmente compraba el 50% de nuestras confecciones. Era, cuantitativamente hablando, nuestro segundo mercado pero, cualitativamente, el primero: era el mayor importador de valor agregado colombiano.

Por diversas razones, geopolíticas principalmente, ese mercado fue cerrado. Sin embargo, trajimos el caso venezolano sólo como un ejemplo. El caso es que en Latinoamérica hay mercados interesantes para manufacturas de la calidad y el reconocimiento de los productos colombianos. Confeccionistas de de ropa interior femenina y ropa casual masculina, fabricantes de electrodomésticos y productores de alimentos procesados así lo han demostrado.

La pregunta es, por qué nuestros gobernantes no toman las riendas de la CAN y lideran un proceso que permita crear plenamente la Unión Aduanera Andina. Y ésta no es una meta final. Creada la Unión Aduanera hay que pensar en liberar los mercados de inversión en la región, iniciar proyectos de infraestructura para comunicar estos mercados: hoy es mucho más facil llegar a Miami que cruzar a Perú. Igualmente hay que llegar a acuerdos sobre movilidad de estudiantes, homologación de títulos, reconocimiento regional de patentes, integración energética, etc. etc.

Y la CAN no es un fin último tampoco. El gran proyecto es la unión CAN – Mercosur. Un gran mercado que incluye a Brasil y Argentina, las dos naciones más grandes de Suramérica. No por casualidad, Brasil es un BRIC, y ambas naciones hacen parte del G-20 grupo que está tomando las grandes decisiones de la economía global.

Mirar a Sur: ¿ese será nuestro Norte?

Un hecho es relevante en la actualidad: las economías del Norte han entrado en su peor crisis desde 1930 y aún no se ve luz al final del túnel. En cambio los mercados emergentes se han robustecido y se han convertido en la locomotora de la economía mundial. Además en Latinoamérica los proyectos de integración como Mercosur y UNASUR, avanzan a pesar de nosotros. Son otros los que los lideran. ¿vamos a dejar que esta locomotora avance sin nuestro concurso?

Chile es un ejemplo interesante: tiene convenios con todo el mundo, y su comercio es diversificado: América Latina es tan importante para los exportadores chilenos, como lo es Estados Unidos. La razón: este país tiene una base exportadora diversificada: minería, agricultura, agroindustria y otros sectores con valor agregado.

Población Mundial: pronto seremos ¡7 mil millones!

En octubre seremos 7 mil millones. La población mundial sigue creciendo y, aunque es toda  una oportunidad, las preocupaciones aumentan a la misma velocidad. Pobreza, migraciones, seguridad alimentaria, analfabetismo, son sólo algunos de los temas asociados a la variable demográfica. Veamos algunos indicadores críticos:

Población con bajos ingresos. La OCDE reconoce 61 países con una renta per cápita inferior a 1000 dólares anuales. Son básicamente países asiáticos y africanos, además de Haití. Estos países no sólo se caracterizan por una renta muy baja sino, también, por una pésima distribución de la misma. En estos 61 países se concentra la mayor parte de problemas de salud, alimentación y expectativa de vida.

Pobreza, en los países en vía de desarrollo. Para comienzos de este siglo, habían cerca de 1300 millones de pobres en el mundo.  Incluso, en los países industrializados este indicador se acercaba a los 100 millones de habitantes, dato que se ha agudizado con la crisis económica y financiera de 2007-20008. Pero, obviamente, la evidencia muestra una situación crítica en el tercer mundo, especialmente África y parte de Asia donde la pobreza se refleja en altos índices de desnutrición (ver mapa)

Analfabetismo. Según la UNESCO, en el mundo hay 870 millones de adultos analfabetas, lo que equivale a 13% de la población mundial, pero éste es un indicador mucho más elevado si sólo se mide la población adulta.  Malí, país africano, tiene la mayor tasa de analfabetismo del mundo: 81% en el año 2006. Lo más crítico es que, en concepto de la UNESCO, los gobiernos del mundo sólo dedican 1% de su presupuesto a la educación.

Un hecho adicional, pero no menos importante, es el de analfabetismo funcional, o sea las personas que pierden la capacidad de leer o escribir para resolver sus problemas cotidianos. Sólo en España hay cerca de un millón de analfabetas funcionales y en algunos países este indicador llega al 25% de la población adulta. En las condiciones de economía global que vivimos y de alta competitividad empresarial y laboral, el analfabetismo funcional adquiere real preponderancia y nuevas dimensiones. Si adicionanos a este tema el dominio de la informática o el hablar una segunda lengua, entenderemos que el tema de analfabetismo funcional requiere de análisis más profundos.

Migraciones. Según la ONU, de 1990 a 2005, las migraciones internacionales crecieron de 155 millones a 191 millones. Este fenómeno, que encierra muchas causas y consecuencias, se caracteriza por la marcada unilateralidad: habitantes de países en vía de desarrollo migran hacia naciones industrializadas. Muchos son ciudadanos con bajo nivel de formación y, por ende, pocas expectativas laborales. Sin embargo, también se da la fuga de cerebros que cobija a los habitantes mejor cualificados que migran hacia naciones desarrolladas que buscan explotar su potencial científico o tecnológico. Ciudadanos de Africa, Asia y América Latina migran fundamentalmente hacia Europa y Norteamérica. Europa del Este también se convirtió en exportador de mano de obra, como consecuencia de la caída del socialismo y la disolución de Yugoslavia y la URSS. Veamos gráficamente la tendencia:

La contraprestación son las remesas que cada vez tienen mayor importancia. Las naciones centroamericanas y varias del Caribe, lo mismo que muchos países africanos, tienen en las remesas su principal fuente de ingresos en cuenta corriente. Para Colombia, las remesas son tan importantes como las exportaciones de petróleo. El Banco de la República reconoce que entre 1996 y 2005, las remesas se incrementaron de menos de mil millones a más de 3 mil. Veamos gráficamente el caso colombiano:

A veinte años de la Constitución de 1991: ¿ha cumplido Banrepública el mandato constitucional?

Estamos conmemorando dos décadas de la proclamación de la nueva Constitución de Colombia. Muchas expectativas se generaron en diferentes ámbitos. ¿Qué de ello se ha materializado y dónde hay frustraciones? Esas son las preguntas que surgen a la hora de hacer balance de esta nueva etapa de la sociedad colombiana.

En nuestro blog vamos a ocuparnos de algunos de los tópicos económicos derivados de la reforma de la Carta Magna. Comencemos con el Banco de la República, ente al que se le dio autonomía frente al ejecutivo para que asuma una responsabilidad muy precisa: preservar el poder adquisitivo de la moneda (art. 373).

El Banco de la República es el banco central de Colombia, su objetivo de política monetaria es el logro de tasas de inflación coherentes con el mandato constitucional de garantizar la estabilidad de precios, en coordinación con una política macroeconómica general que propenda por el crecimiento del producto y el empleo.

Para ver la coherencia entre el discurso normativo y la realidad fáctica, estudiemos el desempeño del Banco de la República en relación con el poder adquisitivo del peso y la estabilidad macroeconómica.

Este primer gráfico  muestra que, en general, la inflación en Colombia ha bajado a través de los años. Tanto el IPC de Bienes Transables (los que se pueden importar) como los No Transables (construcción, servicios personales, etc.) ha caído gradualmente. Con pequeños vaivenes, podemos decir que esta tendencia se ha mantenido desde la Constitución de 1991. O sea, aunque frecuentemente el Banco de la República ha incumplido su meta anual de inflación, la tendencia de largo plazo señala al Emisor como una entidad cumplidora de su deber constitucional.

Ahora, para medir la capacidad adquisitiva de la moneda, no sólo es un buen indicador la inflación doméstica, para ello, también se puede tener en cuenta el Indice de Tasa de Cambio Real, el cual señala la relación entre los precios de bienes y servicios de los países extranjeros con respecto a los de nuestro país:

El anterior gráfico del Banco de la República muestra que, en términos generales, durante los últimos años, el peso colombiano se ha  mantenido revaluado con respecto al dólar (por ello el ITCR aparece como inferior a 100). Esto ratificaría el alto poder adquisitivo de nuestra moneda que ya se veía con la descendiente inflación del primer gráfico. Ello se puede traducir en que nuestra moneda permite comprar dólares “baratos” o estimular nuestro deseo de hacer turismo en el exterior. El problema es que nuestro trabajo se ha hecho relativamente costoso con respecto al de los trabajadores de otros países, lo que afecta la competitividad de las exportaciones y de los productos nacionales con respecto a los importados.

Por lo anterior, para hablar del éxito de las medidas del Banco de la República, es necesario buscar indicadores que tengan que ver con el PIB y el desempleo, ya que no es suficiente una estabilidad de precios si, como política macroeconómica coordinada, no incide positivamente en la generación de empleo y el crecimiento económico.

Es en esta relación, entre medidas de estabilidad de precios y crecimiento, que los resultados de la política monetaria colombiana se muestran dudosamente satisfactorios. Desde 1995, la economía colombiana no ha presentado tasas de crecimiento económico sostenidas, ni destacadas en el contexto internacional. Excepto el crecimiento de 2007 (7.1%), los demás años se ha crecido tímidamente o, incluso, se ha presentado recesión (1999 y 2008).

Adicionalmente, el crecimiento económico no se ha traducido en una mejora importante del empleo. Como veíamos en gráfico del DANE presentado en un artículo anterior, el desempleo en Colombia entre 205 y 2007 -los mejores años de crecimiento económico de toda la década-, se sostuvo entre 11.5 y 12.5%, sin mostrar grandes cambios, a pesar de las políticas monetarias contracíclicas que ha aplicado el Banco de la República:

Como nos muestra este tercer gráfico del Banco de la República, a partir de las crisis de 1999 y 2008, el emisor aplicó medidas monetarias expansionistas (bajó las tasas de interés) para estimular la recuperación y el crecimiento económico. Sin embargo, el balance de casi dos décadas es de un tímido crecimiento y de una precaria recuperación del empleo.

En otras palabras, la estabilidad de precios y la consecuente preservación del poder adquisitivo de la moneda en las dos últimas décadas no se ha traducido en una mejora estructural del aparato productivo colombiano: productividad, empleo, competitividad y bienestar.

Si reconocemos que la estabilidad de precios y la preservación del poder adquisitivo, en general, son indicadores positivos para cualquier economía, entonces debemos buscar la falla del sistema en la falta de concertación macroeconómica…que también es mandato constitucional.

En síntesis, es necesario hacer una valoración objetiva de la decisión derivada de la Carta Magna: un banco central que gestiona la política monetaria y cambiaria, mientras los gobiernos de turno manejan la política fiscal. ¿Existen los mecanismos necesarios para asegurar que el gobierno y el Banco de la República coordinen sus políticas en función de objetivos de crecimiento sostenido de largo plazo y generación de empleos estables?