La idolatría a los TLC: paganismo de la integración económica.

TLC con Estados Unidos, TLC con Corea del Sur, TLC con la Unión Europea…TLC con ¡la cochinchina!. Desde hace varios años, el país parece haberse sumido en el dulce sueños de los acuerdos comerciales. Este sueño tiene dos niveles. En el Nivel 1 creemos que Colombia saldrá del subdesarrollo y la pobreza si firma muchos tratados de integración regional. El Nivel 2 simplifica el concepto de integración y lo reduce a la dimensión más elemental que existe: TLCs.

Sueño del Nivel 1

La experiencia internacional ha demostrado que el gran éxito de las economías industrializadas y de varios de los países emergentes no se reduce a la firma de acuerdos comerciales. Vamos al grano:

Chile: además de firmar Tratados Comerciales, Chile ha tomado decisiones fundamentales que transforman su aparato productivo. La inversión bruta de capital fijo del país austral supera, en promedio, a la del resto de naciones de América Latina. En otras palabras, Chile invierte más que sus vecinos en infraestructura física y humana para elevar y diversificar su capacidad productiva. O sea, Chile, para venderle más a otros países, amplia, moderniza y diversifica su capacidad de producción. Colombia, como decíamos en el artículo de la semana pasada, sigue siendo un exportador de commodities.

Tigres asiáticos: Durante sus reformas, los países del sureste asiático, 20 años atrás, no permitieron que el Estado renunciara a su rol director. Si bien, se realizaron privatizaciones y se desreguló el mercado, los gobiernos de estos países dieron claras directrices fiscales, monetarias y administrativas para estimular las inversiones en educación, ciencia y tecnología e infraestructura.

China: la expansión económica del país más populoso del mundo no se explica por la firma de acuerdos comerciales. La China comunista, guiada por el Estado, ha atraído inversiones extranjeras para desarrollar nuevos sectores productivos, ha promovido la creación de empresas nacionales en sectores estratégicos y ha mantenido un fuerte control sobre las variables macroeconómicas críticas.

Los tres grandes centros de la economía mundial: el comercio entre Europa Occidental, Estados Unidos y el Este Asiático es el más grande del mundo. Sin embargo, la razón por la que Japón le vende a Estados Unidos o la potencia norteamericana a Europa, no es la existencia de acuerdos comerciales entre ellos. El intercambio se da porque producen y consumen bienes de alto valor agregado. El comercio mundial más creciente (excepto por la actual bonanza de combustibles y alimentos) es el de mercancías tecnológicamente complejas y servicios.

Sueño del Nivel 2

Los TLC son la forma más precaria de integrarse. Este modelo de integración es un esquema simple que sólo busca la reducción de barreras para el intercambio recíproco. Pero no tiene pretensiones de desarrollo económico: no se acuerdas políticas comunes de infraestructura o de sectores específicos, ni se unifican reglas de juego en materia de políticas macroeconómicas. En otras palabras, sino se coordinan, por ejemplo, las políticas cambiarias, se corre el riesgo que al abrir el mercado recíproco, uno de los dos actores salga ganando por una devaluación competitiva de su moneda. De igual manera, sectores frágiles pero potencialmente competitivos, no serán atendidos con estrategias que eviten que salgan como perdedores en el mediano o largo plazo. Existen otros modelos más ambiciosos:

Las Uniones Aduaneras: esquemas de integración que crean bloques. Crear un territorio aduanero regional reduce los costos transaccionales y evita que se tengan que establecer criterios de origen en el mercado regional. Esto facilita el comercio y el trabajo de las aduanas. Se reducen los riesgos de una competencia desleal entre socios. Igualmente, se afecta en menor medida a socios que no hacen parte del bloque.

Los Mercados Comunes: permitir que los inversionistas y los trabajadores amplíen su área de desempeño local a toda una región, es una gran oportunidad para la capacidad productiva de cada uno de los países socios. Firmar un acuerdo comercial no tiene que ser una herida de muerte para un sector débil. Empresarios visionarios pueden repensar su estrategia y en lugar de exportar productos, pueden trasladar su capacidad productiva hacia países menos competitivos, pero que poseen capacidades instaladas, a la vez que se reducen los costos logísticos para abastecer el mercado ampliado.

Las Uniones Económicas. Es más fácil viajar desde Colombia hacia Europa o Norteamérica que visitar a nuestros vecinos suramericanos. América Latina necesita una infraestructura que nos una. De igual modo, temas como el potencial de recursos naturales: agua, oxígeno, biodiversidad –negocios que marcarán el futuro-, deberían ser objeto de acuerdos regionales.

Las Uniones Económicas son procesos de integración que, al unificar las políticas macroeconómicas y sectoriales, reducen los riesgos de competencia desleal, a la vez que aumentan el potencial de desarrollo regional.

Está de moda hablar mal de la Unión Europea. Está en crisis, es un hecho. Pero la integración europea es un proceso histórico que, con sus vaivenes, ha sacado a millones de personas de la pobreza. El ingreso per cápita y los niveles de bienestar de griegos, españoles, irlandeses y portugueses de antes de su anexión al bloque era muy inferior al actual. Hoy están viviendo problemas serios, no lo podemos negar, pero ese es el reto de una región que se ha consolidado como tal y que deberá resolver sus dificultades en bloque. La integración requiere de compromisos.

Colombia debe mirar a la Unasur, a la CAN y su potencial conexión con el Mercosur…pero no sólo para expandir, sino, especialmente, para profundizar la integración.

Dolar barato: si un problema no tiene solución…busque otro problema

La angustia se ha tomado los mercados colombianos. El peso revaluado tiene preocupados a Tirios y Troyanos. Gobierno y empresarios no saben qué hacer ante una coyuntura tan negativa para los productos colombianos. Pero el tema se está abordando de una manera muy simplista: esperar que el Banco de la República y el gobierno tomen medidas para hacer subir el precio del dólar.

Pero, el problema no es sencillo. El dólar está barato en todo el mundo y ello responde a una situación objetiva: la gradual caida de competitividad de la economía norteamericana frente a Alemania, Japón y, especialmente, un pequeño grupo de mercados emergentes liderado por China e India. Adicionalmente, hay argumentos de coyuntural política macroeconómica norteamericana: la Reserva Federal y el gobierno de Estados Unidos están empeñados en mantener el dólar barato para recuperar empleos a través de un mejoramiento en su balanza comercial.

Adicionalmente, otro argumento simplista es que estamos asociando la tasa de cambio como una variable que afecta negativamente, de manera principal, al sector exportador, pero la realidad no es así. Es la industria nacional que abastece al mercado doméstico la que está pagando la  mayor parte de los platos rotos de la revaluación, lo que se convierte en factor fundamental para explicar la falta de empleos.

De hecho, a pesar de la queja de nuestros exportadores, las ventas colombianas al exterior crecieron entre 2009 y 2010, pasando de 32.853 millones de dólares a 39.820 millones. Entonces, si la situación es tan difícil, debido a la devaluación del dólar, ¿por qué las exportaciones crecen más del 20% al año? La respuesta es sencilla: estamos exportando commodities y éstos están viviendo una gran bonanza mundial.

No queremos con estos datos desconocer que algunos sectores manufactureros, -titanes, se les podría llamar- están siendo seriamente afectados con la tasa de cambio actual. Lo que deseamos plantear es una revisión del tema de manera estructural: llevamos dos decenios de apertura económica, y uno de los argumentos fundamentales para instaurar este modelo, en lugar del proteccionismo de mediados y finales del siglo XX, era la necesidad de modernizar el aparato productivo colombiano. Pero hoy, veinte años después, seguimos siendo exportadores de commodities.

Estos dos gráficos del Mincomex muestran que no hay manufacturas que tengan un peso significativo en el volúmen total de exportaciones (cerca de 40 mil millones de dólares en 2010). Definitivamente son los hidrocarburos y otros sectores de la minería que, aunados al café, copan el mayor porcentaje del mapa exportador colombiano. Excepto Venezuela, todos los demás mercados han sido fundamentalmente compradores de nuestras materias primas.

Pero, lamentablemente, Venezuela dejó de ser nuestro segundo mejor mercado, su participación ha caído del 15% a poco menos del 5% y su histórico segundo lugar ha sido ocupado por China, país que compra más del 6% de nuestra oferta.

En conclusión, si de exportar se trata, estamos exportando pero, en general, nuestra economía se ha estancado, no se ha modernizado y nuestro aparato productivo no ha cambiado de manera significativa con respecto al que teniamos antes de la apertura, ni de manera comparativa con respecto al de nuestros competidores. Colombia ocupa, según el Indice de Competitividad Global medido en 2010, el puesto 68 entre 139 naciones, muy por detras de vecinos nuestros como Chile, Brasil, Barbados, Panamá o Costa Rica.

Entonces, si no podemos frenar la devaluación del dólar, ataquemos las variables que si están en nuestras manos y de las cuales depende la competitividad de nuestras empresas: corrupción, burocracia e ineficiencia estatal, infraestructura, mano de obra calificada y estructura fiscal. Variables reconocidas como debilidades colombianas según el Indice de Competitividad Global.

Ampliar la cobertura y mejorar la calidad del sistema educativo, reducir la corrupción y mejorar la infraestructura vial son estrategias que reducen costos, disminuyen tiempos, ayudan a innovar, a mejorar la calidad y, por lo tanto, atraen inversión extranjera a la vez que elevan la productividad de la industria nacional. Aunque el dólar realmente está muy barato, el problema estructural de nuestra baja competitividad está en estas variables que son totalmente domésticas.

De otro modo, con dólar barato y economía no competitiva, no sólo vamos a perder nuestros mercados externos, sino incluso el doméstico.


El caso Saludcoop, enfermedad de un bebé que nació sin defensas: La Seguridad Social en Colombia.

El descubrimiento de mafias que se habrían encriptado en el Sistema de Salud en Colombia, tendiendo una maraña que enreda a diversos niveles e instituciones, incluido el mismísimo Ministerio de Seguridad Social, y la reciente intervención en Saludcoop, son virus fuertes que atacan a un organismo con un débil sistema inmune: La Seguridad Social en Colombia.

Según Rofman y Lucceti, en las sociedades tradicionales las familias se hacían cargo de los mayores y los desvalidos. Pero, con el desarrollo del mercado laboral, la reducción del tamaño de las familias y el envejecimiento de la población surgió la necesidad de una propuesta alternativa para este problema. Una definición clásica W. Beveridge) asume la Seguridad Social como la abolición del estado de necesidad de los individuos, asegurando a cada ciudadano en todo tiempo, una entrada suficiente para hacer frente a sus necesidades.

En los modelos de economía de mercado regulados por el Estado (como los que existen, con diferencia de grado, en casi todos los países del mundo) el salario de los empleados es el principal garante de la Seguridad Social y es complementado con los ahorros para jubilaciones, desempleo (cesantías) y salud.

Salud y Pensiones: análisis comparativo entre Colombia y el mundo

Mientras en los países industrializados la cobertura de seguridad social es cercana al 100% en los Países Menos Avanzados –PMA- ésta no llega al 10% y, en promedio, en el mundo sólo el 25% de la población está protegida.

Las reformas realizadas en América Latina, a partir de la apertura económica, y que en Colombia se comenzaron a materializar con la ley 50 (cesantías) y la ley 100 (salud), han tenido un objetivo fundamental: priorizar la seguridad social de los colombianos a partir de la universalización de la cobertura.

Sin embargo, América Latina es un pésimo ejemplo de equidad en materia de acceso a salud. Según la OPS casi una cuarta parte de los latinoamericanos no tiene acceso a ningún servicio de salud y sólo el 50% cuenta con algún seguro de salud. Para la CEPAL, en Guatemala o Ecuador, el 30% de los gastos en salud van dirigidos a la población de mayores ingresos y sólo el 12% a los más pobres.

Según un estudio realizado por la U de A, la Procuraduría General de la Nación, la UIS y Colciencias, la cobertura en salud ha crecido significativamente en Colombia, pero el hecho de que las personas tengan un carnet (cotizante, beneficiario o SISBEN) no garantiza que obtengan atención de calidad. Las empresas prestadoras de servicios colocan barreras para controlar los costos en un sistema que no tiene al ser humano como centro, tal y como lo exige la Constitución.

El tema pensional es el otro gran pilar del Sistema y el comportamiento demográfico del mundo acrecienta las dificultades. En materia de pensiones Colombia ofrece uno de los peores indicadores de la región. Según el estudio de Lucceti y Rofman, los colombianos mayores de 65 años que gozan de un beneficio pensional no llegarían al 20% (para el año 2005) pero se reconoce que el indicador ha mejorado desde los años 90s. Sin embargo, en Argentina, Brasil o Uruguay, la cobertura de beneficiarios adultos rodea el 80%. Aunque en Argentina la tendencia es negativa, contrario a lo que pasa en el resto de la región.

Las fuentes del problema:

Según Rofman y Lucceti, en la última década del siglo XX, sólo 41% de los asalariados colombianos estaban aportando a la seguridad social y para 2005, este indicador aún no llegaría al 45%. Si medimos el dato en términos de Población Económicamente Activa, PEA, o sea, en edad de trabajar y que necesita empleo,  apenas el 20% de la PEA estaría cotizando. Lo más crítico, desde la  óptica de financiación del sistema, es que el número de personas ocupadas y de PEA que cotizan al sistema, en lugar de aumentar ha disminuido.

Según el DNP para el año 2006, 16 millones de colombianos contribuían al régimen de salud y 70% de los no contribuyentes gozaban del servicio subsidiado. Para el 2010, la meta del gobierno nacional era llegar a 100% de cobertura subsidiada (23 millones de personas, aproximadamente), contra 17 millones de contribuyentes.

También es destacable que incluso en el sector público se presenten elementos de informalidad. En casos como Argentina o Colombia, cerca del 20% de los trabajadores aparecen como no cotizantes. Eso evidencia que incluso el Estado incrementa los contratos de prestación de servicios y proveedores, en lugar de empleados vinculados laboralmente.

Contrario a lo que pasa en Colombia, en Chile y Costa Rica -referentes ideales de la región- cerca del 60% de la PEA está cotizando y, en el caso de trabajadores asalariados, el dato se aproxima al 80%.

Empleo Formal: eje de la solución.

Se pueden aplicar correctivos que se justifiquen matemáticamente como son el incremento en la edad de pensión, el alza en el valor del aporte por parte de trabajadores y/o empleadores, el establecimiento de copagos a los servicios o la reducción del monto de las mesadas. Incluso, es necesario luchar contra la corrupción en el sector para optimizar los recursos, pero un hecho es contundente: con la tendencia a un desempleo estructural superior al 10% y la informalización del empleo -ya sea por el subempleo, la masificación de contratos por prestación de servicios o a través de empresas de temporales-, el Sistema de Seguridad Social que nos soñamos con la Constitución del 91 nunca será una realidad.

El problema principal de los Sistemas de Seguridad Social es la relación inversa entre la cantidad de empleos bien remunerados y el número de personas que requieren de sus servicios. No es viable un Sistema de Seguridad Social que dice centrarse en el ser humano si, mientras la expectativa de vida de la población aumenta, no se estimula la creación de empleos formales y bien remunerados.

El régimen de Seguridad Social Colombiano es relativamente joven, aún  no cumple 20 años, pero hace parte de un sistema más complejo: el productivo. Si la economía no crece, (pero no nos referimos a las exportaciones de commodities de la minería, sino a la industria, a los servicios, a la agricultura diversa); y, en consecuencia, si no aumentan los empleos y los salarios altos, derivados de más productividad y competitividad de nuestras empresas, el Sistema de Seguridad Social de cobertura universal y justo nunca llegará a ser adulto.

¿Es éste el inicio del reinado de los Mercados Emergentes?

Se ha vuelto lugar común hablar de los Mercados Emergentes, de los BRIC y otras siglas que recogen la erupción de una nueva fuerza económica. Fuerza económica que se hace más visible con la crisis financiera que ha debilitado a los tres grandes centros del mercado mundial: Europa Occidental, Estados Unidos y Japón. Los referentes del crecimiento son China, India, Brasil y otros países que emergen como locomotoras de la economía mundial.

Veamos a continuación, una reseña que he escrito para la Universidad Nacional de Rosario sobre el libro de Antoine Van Agtmale “El Siglo de los Mercados Emergentes”, el cual se insinúa como una guía para inversionistas quienes aún no ven oportunidades de negocio más allá de los tres grandes centros de la economía mundial. Con este objetivo, Van Agtmael envía varios mensajes aclaradores que buscan descubrir el potencial que representan los países del Sur para la economía global.

Reseña Bibliográfica del Libro: VAN AGTMAEL, Antoine (2007). El Siglo de los Mercados Emergentes. Cómo una nueva clase de empresas de talla mundial se está tomando el mundo. Norma, Bogotá, 489 páginas.

Resumen de la Reseña:

– Aunque su autor a veces cae en el reduccionismo al pretender sobrevalorar los actos voluntaristas de gerentes de empresas exitosas que, otrora, fueron insignificantes, la verdad es que esta obra realiza una minuciosa “arqueología” de datos para explicar cómo un cierto número de países, y particularmente algunas de sus empresas, han entrado al “hall de la fama” de la economía global.

– El libro es una reflexión prospectiva que abre la puerta a nuevos estudios sobre el futuro de la economía mundial. Aunque insuficientes, los datos contundentes que presenta el libro dan clara idea de tendencias (factores de cambio) de los mercados mundiales, que desplazarían sus líneas de demanda del Norte hacia el Sur.

– Evidentemente la solidez de tal argumentación reboza las expectativas del libro. En una combinación entre desarrollo tecnológico y transformación demográfica del mapa mundial, se funde una nueva categoría: mano de obra barata, en acelerado proceso de cualificación y guiada por empresarios y gobernantes emprendedores.

– El impulso inicial que dieron autoridades nacionales y/o regionales para promover cierto tipo de industrias, aunados a los bajos costos de mano de obra, son sólo el comienzo de un sistema de estrategias que privilegian la inversión en investigación, tecnología e innovación; una actitud emprendedora por parte de los directivos de las florecientes empresas, y la valoración de las marcas.

– Pero, no todos los casos son iguales, cada experiencia tiene sus particularidades derivadas del momento histórico, del país y del tipo de industria.

– La segunda parte del libro, que se extiende a través de diez capítulos, es una reseña detallada, compleja y profunda de 25 casos de exitosas empresas de mercados emergentes.

– Aunque el posicionamiento de la marca es muy relevante en todos los casos, ya que es una categoría fundamental para ser empresa de talla mundial, el libro destaca cómo para Lenovo, Samsung y Concha y Toro este tema fue fundamental, con la particularidad que no en todos los casos se recurrió a la misma estrategia para lograr el éxito.

– Por último esta segunda parte del libro culmina con una detallada reseña de un mercado que se ha visto principalmente como un ícono de la gran industria occidental: el cine y la televisión. La expansión del cine chino y de Taiwán, la consolidación de Televisa en el mercado de las telenovelas en todo el mundo y, especialmente, la creciente producción cinematográfica de la India, dan muestras de que algo está cambiando en el mundo de los medios de comunicación, particularmente en el nicho del entretenimiento.

Para terminar la obra, el autor presenta en un anexo final el perfil financiero de cada una de las 25 empresas analizadas. Seguramente de una juiciosa revisión se podrán extraer nuevas conclusiones que motiven mayores discusiones e investigaciones sobre el futuro de la economía mundial y particularmente sobre los cambios en su cúpula. En otras palabras ¿será el siglo XXI, el de las economías emergentes?, ¿será el Sur el nuevo “norte” de la economía mundial?

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[ 1 ]. Reseña elaborada por Giovanny Cardona Montoya, economista de la Universidad Estatal de Kiev (Ucrania), Magister en Política y Economía Internacional de la Universidad Externado de Colombia y Maestrante de la Universidad Nacional de Rosario. Docente – Investigador del CEIPA, Colombia.

VI Congreso del Partido Comunista Cubano: ¿crónica de una muerte anunciada?

Estamos presenciando la penúltima escena del final del llamado mundo socialista (Corea del Norte deberá ser el epílogo). Lo que sucede en Cuba en los últimos años, desde que Raúl Castro tomó las riendas del país, y que se ratifica con los resultados del VI Congreso del Partido Comunista Cubano, no sólo es la continuación de un proceso que se inició en Polonia hace ya más de 25 años, sino que es, en gran  medida, la repetición de lo que ya sucedió en la URSS y Europa del  Este.

Dice Raúl en el VI Congreso del PCC, “La actualización del modelo económico no es un milagro que pueda obrarse de la noche a la mañana…pues es mucho el trabajo de detalle, planificación y coordinación, tanto en el plano jurídico como en la preparación minuciosa de todos los que intervengan en su ejecución práctica.”

Y, luego complementa: “También será necesario desarrollar una intensa labor de divulgación a la población sobre cada medida que vayamos adoptando y al mismo tiempo, mantener los pies y los oídos bien atentos y pegados a la tierra, para superar los obstáculos que encontremos…”

La primera cita es lo más parecido a la PERESTROIKA –reestructuración- de Gorbachov y la segunda es su complemento: GLASNOST, o sea, transparencia de lo que se hace y comunicación directa y abierta entre el partido y los ciudadanos.

Para continuar con las analogías, recordemos que la Resolución sobre los Lineamientos de la política económica dice, en uno de sus apartes: “Los Lineamientos definen que el sistema económico que prevalecerá continuará basándose en la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción, donde deberá regir el principio de distribución socialista “de cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo”.

Todo se asemeja a lo sucedido en la URSS de Gorbachov. Reconocer que el sistema socialista está fallando, que requiere ajustes, que hay ineficiencias, que no todos están haciendo las tareas, etc., etc. Igualmente, se habla de democratizar el proceso, de “mantener los oídos bien atentos”. O sea, que la población se involucre, que participe de las reformas.

Y todo esto en pro de la preservación del socialismo. Pero la realidad histórica ha sido otra y no se ven razones para pensar que en Cuba será diferente. El carro de la historia lleva a Cuba, del No Capitalismo (Socialismo sería mucho decir) a la Economía de Mercado nuevamente. En la medida que se estimule la iniciativa particular, que se pierdan subsidios y empleos en el Estado y que se abran –aunque sean tímidos al inicio- canales para que la gente se exprese, se fortalecerá la oposición, surgirán miradas alternativas y nacerán nuevos intereses.

Cuando Gorbachov comenzó las reformas lo hizo con la intensión de enderezar el camino, de aplicar correctivos y continuar el camino del socialismo. Pero, los errores tienen su origen en las decisiones iniciales o muy arraigadas: forzar la socialización de los pequeños empresarios y campesinos, verticalizar las decisiones al interior del PCC -de arriba hacia abajo-, cerrar los canales de participación ciudadana por fuera del Partido Comunista y, tal vez lo más importante, no cumplir el principio “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según su trabajo.”

Fuente: http://www.zonu.com/cuba_maps/Cuba_Economic_Activity_Map_2.htm

El cubano promedio está agotado de trabajar y no sentir que se le remunera adecuadamente. Las personas que tienen familiares en el exterior o que viajan al extranjero o que interactúan con turistas y empresarios capitalistas tienen un mayor acceso a bienes y servicios que el resto de la población y, por ende, una mejor calidad de vida. En cambio, el trabajo de las empresas del sistema socialista es,  en general, no productivo, y, en consecuencia, la remuneración es insatisfactoria.

El sistema no está estimulando la producción eficiente, y para corregir esto, recurre a la iniciativa privada, vuelve los ojos sobre su “viejo enemigo”: el individualismo, la economía de mercado y, así no lo reconozca hoy, la propiedad privada. La caravana comienza su camino de retorno.

Cuba no le aportó nada nuevo a la aventura socialista de Europa del Este, fue un caso más. En los 20 años que tuvo que navegar en solitario no aportó elementos nuevos a la “utopía de la humanidad” y todo indica que ahora recorre el mismo camino hacia el Capitalismo.

Todo esto parece ser… la Crónica de Una Muerte Anunciada