Una familia que compró un perro para que los acompañara en su día a día se llevó una gran sorpresa dos años después de criar al canino.
Sucedió en la ciudad de Kunming en la provincia de Yunnan, China. Su Yun, un aldeano, le compró a su familia un cachorro que le ofrecieron al pie de una carretera. El animal era, aparentemente, un mastín tibetano, un perro gigante de pelaje negro y liso que puede llegar a pesar hasta 80 kilos.
El animal, llamado “Little Cute Blackie”, fue educado como un perro, pero dos años después su comportamiento empezó a cambiar y comía más de la cuenta “una caja de frutas y fideos todos los días”, contó Yun a China News.
La mascota, además, podía pararse en dos patas y sostenerse en esa posición durante mucho tiempo, algo que también llamó la atención de sus amos.
Su ladrido también los puso a dudar de la autenticidad de su mastín tibetano, pues sonaba más a un gruñido que a un ladrido de perro común.
Ante los extraños comportamientos, la familia llevó al perro al veterinario para averiguar qué le estaba pasando a su mascota y fue ahí cuando descubrieron que lo que habían criado no era un perro si no un oso negro asiático, una especie en peligro de extinción que ya pesaba más de 125 kilos.
Al conocer el caso, las autoridades trasladaron al animal a un refugio en el Centro de Rescate de Vida Silvestre en Yunnan.
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Aunque lo descubrieron en 2018, la historia del perro que en realidad era un oso se volvió viral en redes sociales al publicarse un video del ejemplar en su jaula.
El oso negro asiático es una especie en peligro de extinción. La bilis de esta especie se puede utilizar con fines medicinales, razón por la cual son tan apetecidos por los humanos para sacrificarlos. Por ley, la policía China debe proteger a estos animales en peligro de extinción.