Políticas económicas: pifiados en Venezuela y en Colombia también

Foto: REUTERS/Marco Bello

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Por: Giovanny Cardona Montoya

Idea General:

En el corto plazo hay diversas medidas que ayudan a mantener estables los mercados (subir tasas de interés de referencia o reducir el gasto público, por ejemplo) o a impulsar un poco la curva de crecimiento del PIB (aumentar el gasto público o bajar aranceles).

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Acerca del petróleo, ecopetrol, la devaluación y otros demonios

Introducción:

Los últimos meses de 2014 han sido una turbulencia para el barco de la economía colombiana y de muchas otras de América Latina. La aparatosa caída de los precios internacionales del petróleo se ha acompañado de un debate por la reforma tributaria, la caída del mercado bursátil, especialmente la acción de ecopetrol, y de una acelerada devaluación del peso, lo que, en consecuencia, teje una sombra de incertidumbre ad portas del año nuevo.

Por lo tanto, aunque La Caja Registradora se ha caracterizado por centrarse en los debates del largo plazo, dejando las preocupaciones de corto plazo a otros expertos en materia de coyuntura económica, esta vez partiremos de las preocupaciones emanadas de la caída coyuntural de los precios internacionales del petróleo.

Nuestro propósito es explicar un conjunto de factores que deben ser tenidos en cuenta para comprender la complejidad de largo plazo del tema petrolero y su incidencia en el desarrollo económico de Colombia y de muchas economías latinoamericanas.

Reservas Mundiales de Petróleo y el fantasma del fracking.

Venezuela es el único país latinoamericano que juega en las grandes ligas de la producción mundial del oro negro. Sin embargo, son evidentes el liderazgo de Arabia Saudita (11 millones de barriles diarios -mbd-), el crecimiento del autoabastecimiento de Estados Unidos (alcanzando 11 mbd en 2012) y la consolidación de Rusia en tercer lugar con cerca de 10 mbd. Colombia, con una producción cercana al millón de barriles, se colocaría cerca de la posición 20 en este ranking.

Sin embargo, si hablamos de desarrollo económico de largo plazo, el problema no es la producción presente sino el nivel de reservas, y en este punto la situación de Colombia no es mejor. Venezuela y Arabia Saudita lideran la lista, casi doblando a Canadá, Irán e Iraq, quienes los siguen. Las reservas colombianas de petróleo (2300 miles de millones bp) son aproximadamente el 1% de las reservas de Arabia Saudita y se calcula que alcanzan sólo para sólo 6.6 años.

Adicionalmente, Colombia tiene una doble dependencia de la economía petrolera: principal producto  exportaciones, a la vez que el Estado es propietario del 85% de las acciones de ecopetrol. O sea, el ingreso de divisas y las finanzas públicas están asociados al éxito petrolero. Por eso señalamos que el problema de fondo no son los precios actuales sino las reservas del crudo, y en este punto el escenario no es optimista.

El otro tema relevante es el relacionado con el fracking, -búsqueda de gas de esquisto- que se ha convertido en la novedad en materia de hidrocarburos. El caso es que este “shale gas” ha cambiado la estructura mundial de reservas. Estados Unidos tiene las mayores reservas comprobadas de este combustible no convencional, el cual se considera que puede asegurar abastecimiento mundial por 65 años a una tasa de consumo como la actual.

Por lo tanto, si se consolidan las hipótesis sobre este hidrocarburo y sobre las reservas de Estados Unidos, se abre un panorama de mediano plazo en el que este país se hace más autosuficiente, lo que seguramente alterará los precios a futuro de los combustibles.Sin embargo, el tema del fracking no puede observarse por fuera de las preocupaciones ambientales. Existen reclamos mundiales que señalan que esta técnica de extracción no tradicional es mucho más invasiva que la tradicional.

Ecopetrol: días amargos.

La empresa de petróleos de Colombia es una organización de capital mixto, pero con un capital mayoritario del Estado (más del 80% de las acciones), lo que la convierte en protagonista de las exportaciones del país y de la estabilidad fiscal del gobierno. Esta empresa enfrenta varios problemas que afectan su desempeño: bajo nivel de reservas, caída acelerada del precio mundial del petróleo y caída del precio de la acción hasta un nivel no visto en varios años. Adicionalmente, la empresa tiene que tomar decisiones sobre fracking y modernizar sus refinerías en Cartagena y Barrancabermeja.

La acción de ecopetrol llegó a superar la barrera de los 5000 COP y hoy se halla por debajo de los 2000 COP, precio que se asemeja a la cotización de finales de 2012. El precio de esta acción para recuperarse depende de factores internos y externos.

En el plano doméstico, las exploraciones son la principal fuente de recuperación de la acción. Si la política de exploración no se intensifica, difícilmente el valor de la acción podrá tener una recuperación sostenible (en 2014, el número de exploraciones autorizadas -115- estuvo por debajo de lo presupuestado). A nivel internacional, la incierta recuperación económica, que elevaría la demanda global, y las políticas de la OPEP -liderada por Arabia Saudita- determinarán el futuro del sector.

Un hecho que tiene efectos compensatorios ha sido el comportamiento de la tasa de cambio. El dólar, que se había mantenido por debajo de los 2000 COP durante gran parte del año, ya se cotiza cercano a los 2500 COP; este hecho beneficia a los exportadores, entre los cuales Ecopetrol es el principal protagonista. En otras palabras, parte de la pérdida de la petrolera colombiana como consecuencia de la caída del precio del crudo ( de 100 a 65 dólares americanos a lo largo del año), se compensa con la monetización de sus divisas, aprovechando la devaluación nominal que ronda el 30%.

Ahora, en términos de desarrollo económico, hay que reconocer que los demás exportadores, como los caficultores, los floricultores, los bananeros y la poca industria manufacturera que vende al exterior, se beneficia de la nueva tasa de cambio, la cual probablemente se mantendrá alta en los próximos meses. Pero, como contraprestación, amenazan vientos de inflación, como consecuencia del encarecimiento de las importaciones.

A modo de conclusión:

Como ha sido recurrente decirlo en este espacio, el problema del desarrollo económico de nuestro país, al igual que de otros países latinoamericanos, está atado a la falta de voluntad para diversificar el aparato productivo. Si bien hay una gran preocupación por la caída del precio internacional del crudo, es claro que Colombia no tiene reservas para garantizar ingresos en el largo plazo y la balanza comercial en los últimos años, en lugar de diversificarse ha incrementado la dependencia de las exportaciones de origen minero.

La estabilidad fiscal, la balanza comercial, el empleo y el crecimiento económico de Colombia avisoran un futuro de mediano plazo bastante incierto. Probablemente el escenario de 2015 no sea el más pesimista (se pronostica un crecimiento del PIB superior al 3%), pero si Colombia no diversifica sus exportaciones, sino desarrolla una industria manufacturera más significativa, y si Ecopetrol no incrementa sus reservas, será difícil mantener la dinámica económica que se tuvo en los últimos años.

Si hay preocupación por la actual reforma tributaria, qué decir de un escenario menos optimista en el próximo lustro…

 

 

Desempleo en Colombia: ¿hay razones para tanto optimismo?

La navidad de 2011 fue bastante alegre para el gobierno nacional: el niño Dios le trajo de regalo un cuarto trimestre con un desempleo inferior al 10%. Al fin, después de 20 años, la tasa de desocupación es de un dígito. Sin embargo, este dato, que evidentemente es positivo, debe ser analizado con lupa. Lejos estamos de un desempleo aceptable, que refleje un mejoramiento sostenible de la calidad de vida de los colombianos.

Para comenzar digamos que, según datos de la CEPAL, entre 1990 y 2010, en Suramérica sólo Colombia tuvo permanentemente tasas de desempleo de dos dígitos. De hecho, cuatro de nuestros vecinos, a pesar de las diferentes crisis, siempre estuvieron con un desempleo de un solo dígito. Los únicos países que mostraron tasas de dos dígitos en algunos años fueron: Argentina (con la crisis de la paridad y el corralito) y Venezuela, a partir del caracazo y durante la última década del siglo XX.

De hecho, un dato significativo es que durante estos 20 años Colombia ha tenido, año tras año, la primera o segunda mayor tasa de desempleo del subcontinente. Por lo tanto, si bien hay naciones que no muestran el atractivo para la inversión extranjera que exhibe hoy nuestro país o que tienen una elevada inflación, la verdad es que es crítico ver que la relativa bonanza de la economía colombiana no se refleja en una mejor distribución de la renta, vía empleos. De hecho, en 2007, año en el cual el PIB colombiano creció casi 8%, nuestro país tenía la más alta tasa de desempleo de Suramérica.

Subempleo e informalidad: la máscara de la pobreza en un país que crece.

Pero, no sólo el desempleo abierto muestra la magnitud del problema. Aunque nuestra economía ha sido de las más estables de Latinoamérica por décadas, y crece satisfactoriamente en los últimos años, esto no se traduce ni en más empleos, ni en reducción del subempleo, ni en más estabilidad para los trabajadores vinculados.

Según el DANE, para junio de 2011 el  país se acercaba a los 2.5 millones de desempleados, pero el número de subempleados se multiplicaba casi por 4 (9.3 millones).

Históricamente, en el último lustro, el desempleo y el subempleo han sido relativamente inelásticos. Esto significa que a pesar del auge económico de 2006 y 2007 o la recesión de 2008-2009, la tasa de ocupación ha variado poco y el subempleo se ha mantenido en proporciones más o menos estables. Así, en 2002, año de la mayor tasa de desocupación en varias décadas, la suma de desempleo y subempleo se acercaba al 60%.  De igual manera en 2007, el año de mayor crecimiento en la década, desempleo más subempleo superaban el 50%.

Pero, el deterioro del mercado laboral tiene una tercera dimensión: la inestabilidad del trabajo. Según el DANE,  en 1990, en el sector industrial los empleos permanentes representaban más del 90% de los ocupados, mientras los temporales sólo llegaban al 7%. Para 2003, la ocupación temporal en el sector supera el 25%. A partir de 1994, según Ramírez y Guevara, los temporales siguen creciendo, además de un aumento de la subcontratación y la vinculación por prestación de servicios, en lugar de contratos laborales. Evidentemente el empleo también se ha malogrado por su creciente inestabilidad.

Causas y consecuencias de este problema:

1.    Algo crítico está pasando. Las exportaciones crecen a pasos agigantados, los inversionistas extranjeros  nos eligen como uno de sus destinos preferidos en la región, y el PIB tiene un relativo buen comportamiento a lo largo de la década…pero muchos colombianos no encuentran un empleo estable, digno y bien remunerado: son desempleados, son subempleados, tienen trabajo temporal o se vinculan por prestación de servicios.

Autores como Enzo Faletto, hace 20 años, ya explicaban las “bondades” de una economía informal para un mercado poco justo en la distribución de la riqueza: la existencia de vendedores ambulantes, viviendas subnormales y otros servicios personales prestados en condiciones irregulares, permiten que los trabajadores puedan subsistir con salarios bajos. En otras palabras, aunque la informalidad en la economía es una competencia “desleal” para los empresarios que pagan impuestos y cumplen las normas técnicas exigidas, aquella permite que trabajadores de la economía formal puedan subsistir con salarios bajos, al acceder a bienes y servicios de la economía informal.

2.    El otro elemento crítico de este débil mercado laboral es la sostenibilidad del régimen de seguridad social. Si pocos colombianos tienen empleo formal, bien remunerado y a término indefinido, entonces, muchos compatriotas deben recurrir al régimen subsidiado, ya que no cotizan al régimen de salud o lo hacen con bajas cuotas. En consecuencia, el Estado, a través del SISBEN, debe asegurar la cobertura del grueso de la población colombiana, incrementando el déficit fiscal.

Moraleja
Estamos haciendo lo incorrecto. En lugar de asegurar empleos estables, permitimos un mercado laboral lleno de informalidades –hasta el Estado ha incrementado la contratación de proveedores de servicios en lugar de su vinculación laboral-. Por lo tanto, en vez de tener un régimen de seguridad social auto-sostenible, financiado con los aportes de los trabajadores y los empleadores, mantenemos un sistema clientelar, ya que los desprotegidos deben acudir al “Gran Hermano” para que supla sus necesidades insatisfechas: salud para los pobres, asistencia a los ancianos no jubilados y alimento para los niños desprotegidos.

El aguinaldo del niño Dios para el gobierno colombiano no se comparte con la mayoría de la población. La economía crece, la inversión extranjera llega, las exportaciones se multiplican, pero el mercado laboral colombiano no refleja estos avances…lo que no sólo afecta a los desempleados y subempleados sino que debilita el proceso de desarrollo que se pretende construir. Es imposible salir del subdesarrollo con una economía altamente informal y un mercado doméstico débil.