Los Sedosos del Ritmo tienen un test de preguntas para saber si uno está en la edad en la que le puede gustar el boletón, esa particular mezcla de las letras del reguetón con los ritmos del bolero. “¿A usted le suenan las rodillas?, ¿Usted apaga la luz del cuarto porque los servicios están caros?, ¿Cuando se sienta usted suelta un sonoro ahhh? Si respondió sí a alguna de estas preguntas, a usted le gusta el boletón”, dicen el actor Jaime Toro y el músico Santiago Vallejo vestidos con los atuendos de Wilson y Manuel, los serenateros que los han hecho famosos en las redes sociales.
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El proyecto de Los Sedosos del Ritmo nació bajo el amparo de los Santos Inocentes. En efecto, el 28 de diciembre de 2024 Jaime y Santiago grabaron un video en el parque de Sabaneta, lo subieron a las redes sociales y consiguieron que Don Omar lo reposteara en su cuenta. De esa forma, en cuestión de minutos, el proyecto pasó del anonimato a tener más de 40.000 seguidores. Ahora tienen 180.000 en Instagram.
El proyecto, sin embargo, no nació de manera inmediata. Jaime cuenta que la idea estuvo en su cabeza durante diez años, periodo en el que, desde su trabajo en teatro, llegó a mencionar la propuesta a varios músicos sin que alguno le siguiera la corriente. La alianza con Vallejo surgió después de insistencias de este último, quien le preguntaba qué iban a hacer juntos. Cuando finalmente comenzaron a desarrollar la propuesta, ambos identificaron que tenía potencial cuando ellos mismos encontraron gracioso el cover de Dale, Don Dale en versión de bolero.
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El nombre del proyecto surgió de manera fortuita. La idea inicial era llamarse “Los Cañavarales del Otoño”, pero una amiga, comentó en una publicación: “¿Y esos sedosos qué?”, en referencia a las pelucas que usan. A partir de esa expresión, adoptaron el nombre Los Sedosos del Ritmo, que reconocen como una propuesta que les resultó graciosa y adecuada para el tono de su contenido. Jaime afirma que su trabajo se inscribe en la sátira y permite que los reguetoneros vergonzantes salgan de las sombras.
El catálogo de canciones que versionan proviene del conocimiento de Jaime de los temas del reguetón clásico. Él identifica qué canciones pueden funcionar según contexto, público y fecha. A partir de esa selección, Santiago se encarga de los arreglos musicales, que han evolucionado desde el bolero hacia la salsa, el tango y propuestas con trío andino. También cuentan con una banda que incluye piano, bajo y bandoneón.
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Jaime y Santiago tienen claro que su proyecto tiene dos componentes: uno teatral y humorístico en redes, y otro musical en vivo, donde la calidad de la interpretación es prioritaria. En sus presentaciones en vivo, afirman que hay espacio para la improvisación y para pausas que generan reacciones inmediatas del público, incluso cuando no están haciendo comentarios explícitos. Ese contraste —como tocar un tango tradicional mientras recitan a Don Omar— provoca sorpresa y risa en los espectadores.
En cuanto a los asistentes, señalan que su público está conformado principalmente por personas de entre 30 y 60 años, quienes vivieron la etapa inicial del reguetón. Relatan que, incluso en presentaciones en Ecuador, encuentran espectadores que les dicen que no les gusta el reguetón, pero se divierten con las versiones que ellos hacen de las canciones.
Finalmente, sobre la relación musical con el reguetón, Vallejo —de alma rockera— señala que no era un género que consumiera, aunque reconoce que las canciones del reguetón viejo están bien producidas y le evocan momentos de su adolescencia. La labor del dúo no busca mejorar los temas, sino presentarlos en otros formatos y contextos.
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