Expansión del Mercosur: ¿desaparecerá la CAN?

English version: http://www.elcolombiano.com/blogs/lacajaregistradora/

Autor: Giovanny Cardona Montoya

Traductor: Andrés Fernando Cardona Ramírez

¿De qué estamos hablando?

Desde que en 1960 se creara la ALALC, redefinida en 1980 como ALADI, en esta región se ha planeado crear un bloque económico latinoamericano o, al menos, suramericano. En el marco de la ALADI surgieron la CAN y el Mercosur, dos proyectos de integración que buscan, cada uno por su lado, la consolidación de un territorio aduanero subregional equivalente a una Unión Aduanera (UA). Por lo anterior, la firma del acuerdo CAN-Mercosur se podía entender como un puente entre dos subgrupos que nacieron para fundirse en uno solo.

¿Se desmorona la CAN?

Sin embargo, la firma del TLC entre Colombia y Estados Unidos -hace ya cinco años-  y la crisis política vivida por Paraguay a mediados de este 2012, han sido los detonadores de un cambio significativo en la estructura de los dos grandes bloques suramericanos. La salida de Venezuela de la CAN, acompañada de su posterior ingreso al Mercosur parece ser sólo el inicio de un proceso de expansión de éste y de deterioro del bloque andino, puesto que ya se ventila el ingreso de Bolivia y de Ecuador al bloque que lidera Brasil.

Con la salida de Venezuela de la CAN cayó uno de los intercambios comerciales más significativos del bloque: las exportaciones desde Colombia hacia Venezuela. Sin embargo, a pesar de que el comercio intra-andino sólo representa el 7% de las exportaciones de los 4 países del bloque, se debe destacar que casi ¾ partes del mismo son de bienes manufacturados; y ello es muy significativo para economías mono-exportadoras, que dependen en gran medida de los mercados de hidrocarburos.

Según estadísticas oficiales, Venezuela llegó a representar más del 50% de las compras intra-andinas, siendo el 2º principal mercado mundial para las exportaciones colombianas. En 2008, Venezuela importó a la CAN mercancías por un valor superior a 8 mil millones de dólares, mientras el resto del bloque compró poco más de 7 mil. Para 2011 – ya sin Venezuela-, Ecuador y Bolivia representa casi el 40% de las importaciones intra-bloque. Por lo tanto, un posible ingreso de Bolivia y Ecuador al Mercosur no es un tema poco relevante para los exportadores de Perú y Colombia, los supervivientes de la CAN.

 COMUNIDAD ANDINA: EXPORTACIONES, SEGÚN ZONA ECONÓMICA, 2008-2011(Millones de dólares)

ZONA ECONÓMICA                  2008          2009                2010             2011       

TOTAL MUNDO                            93.654      77.680               98.003        131.626

COMUNIDAD ANDINA             7.005         5.774               7.810           9.187

Bolivia                                                479              535                   636              714

Colombia                                              2.456        2.116           3.063                     3.428

Ecuador                                           2.491        1.586           2.127                2.770

Perú                                                       1.579          1.538            1.984                   2.275

MERCOSUR                                        5.516          3.578            5.517                   7.462

Chile                                                      4.284         2.328            3.187                   5.130

México                                                   1.037            865            1.034                   1.272

Venezuela                                        8.080       5.449         3.174                4.335

Resto del Mundo                             25.528         23.791          30.394                41.489

Fuente: http://estadisticas.comunidadandina.org/eportal/contenidos/compendio2012.htm

¿Será Mercosur el futuro de Colombia?

Si reducimos el tema a una cuestión aduanera, entonces, hay que destacar algunos temas principales:

– el proteccionismo del Mercosur es más elevado que el de la CAN. En consecuencia, ingresar al Mercosur implicaría elevar nuestras barreras, lo que rompería con un modelo económico aperturista que se ha posicionado en la política comercial colombiana desde hace un par de décadas. ¿Estamos dispuestos a ello?

– Entre el año 2006 y el 2012, el promedio arancelario colombiano ha bajado de 12% a 6,2%. Sin embargo, la mayoría de las importaciones están gravadas, adicionalmente, con un IVA, y en el caso de bienes agrícolas se utiliza el sistema de Franja de Precios Andina.

– Colombia ya tiene TLC con Estados Unidos y con la Unión Europea, hecho que no se presenta en ninguna de las naciones del Mercosur.

– Todo lo anterior nos lleva a concluir que ni Perú -que también tiene un modelo de apertura económica-, ni Colombia, tendrían posibilidad de ser miembros plenos del Mercosur, si así lo desearan. La posición más coherente y viable sería la actual: tener un acuerdo comercial con el Mercosur, sin ser miembros plenos de éste. Algo similar al modelo chileno.

Pero, si llevamos el tema más allá de lo aduanero, entonces, quedan más preguntas que respuestas:

No tener un bloque regional fuerte (por ejemplo la Unión Aduanera Andina) debilita nuestra capacidad de negociación con países de otras latitudes. Tal es el caso de nuestra poco activa participación en los escenarios de negociación de la OMC.

– El ingreso de países andinos al Mercosur reduce el potencial de mercado regional para las manufacturas colombianas. La pérdida del mercado venezolano fue notoria en el comercio colombiano de los últimos años, si sucede lo mismo con Ecuador, el impacto también será significativo. Es claro que Argentina y Brasil pueden aprovechar impactos de desviación de comercio o de erosión de preferencias colombianas en los países andinos, desplazándonos como sus proveedores principales.

– Recordemos que la estrategia chilena de tener acuerdos con todo el mundo, pero sin incursionar plenamente en un bloque que le restringa su autonomía en materia de políticas aduaneras, se ha acompañado de políticas de desarrollo económico que lo han llevado a una gran diversificación de sus mercados: Este asiático, Norteamérica, Latinoamérica y Europa Occidental son mercados importantes para las exportaciones del país austral. El caso colombiano es muy diferente, tenemos una gran concentración del mercado exportador en Norteamérica y la Unión Europea, con productos mineros  o de otros sectores con bajo nivel de complejidad tecnológica.

Reflexión final: lo crítico de esta situación  no es que nuestros vecinos busquen refugio en el Mercosur, lo verdaderamente grave es que la política comercial colombiana no se está definiendo en nuestro país, sino que tendrá que ser una reacción a las estrategias activas de las demás naciones.

La CAN, como el Mercosur, ha tenido una retórica activa pero un accionar débil. Ambos proyectos han tratado de crear bloques con un importante nivel de supranacionalidad que no se materializa. Sin embargo, mientras estén latentes, pueden ser fuente de bienes públicos que estimulen el desarrollo interno y que fortalezcan las capacidades de negociación con países industrializados y con bloques del mundo.

¿Sabe Colombia para dónde vá en materia de comercio exterior? ¿Tenemos claro cuál es nuestro horizonte? Me temo que no.

TLC con E-U en el spaguetti bowl del comercio mundial: ¿una oportunidad?, sí; ¿la tierra prometida?, no.

Este martes 15 de mayo de 2012 es “quincena” para los exportadores colombianos, el TLC con Estados Unidos entra en vigencia y con éste, una lista importante de posiciones arancelarias queda exenta indefinidamente de gravámenes para ingresar al mercado norteamericano. Algunos productos serán beneficiados por primera vez mientras otros conservarán la franquicia de la que ya gozaban con el ATPDEA. Pero hoy quiero llamar la atención sobre la verdadera dimensión del TLC para los exportadores, puesto que esta oportunidad ni es Maná caído del cielo, ni equivale al único mercado potencial para nuestras ventas al exterior.

1. El TLC en el spaguetti bowl del regionalismo abierto.

Para empezar debemos entender que el tratado que entra en vigencia este mes de mayo no nos da una preferencia, sino que nos quita una desventaja que teníamos frente a competidores directos que ya gozaban de exenciones en el mercado de Estados Unidos. Antes que los productos colombianos, los de México, Centroamérica, El Caribe, Chile y Perú, habían sido beneficiados con acuerdos comerciales semejantes.

Lograr la apertura del mercado norteamericano básicamente sirve a algunos productores colombianos para que compitan en igualdad de condiciones con exportadores de otras latitudes que ya venden desde hace varios años con franquicia a este mercado. Para otros sectores (textil-confección, por ejemplo) el TLC es el aseguramiento de beneficios aduaneros con los que ya se contaba desde 2001 a través del sistema de preferencias unilaterales ATPA/ATPDEA. La reciprocidad que exige el TLC debe ofrecer mayores garantías para los inversionistas, quienes pueden sentir la tranquilidad de que las franquicias concedidas serán estables y no sujetas al vaivén del debate político en Estados Unidos, como sí sucedía con el ATPDEA.

Pero, el “plato de spaguettis en el que se ha convertido el Regionalismo, lleno de tratados comerciales Norte-Sur y Sur-Sur, implica que entendamos que Colombia tiene intereses presentes y potenciales en otros mercados: somos integrantes de la CAN con importantes compradores en Ecuador, tenemos un G-2 con un creciente mercado en México, hacemos parte de un acuerdo presto a entrar en vigencia, CAN-Mercosur, con un enorme Brasil que consolida el segundo mercado más grande del continente. Adicionalmente, estamos próximos a inaugurar un TLC con la Unión Europea, el cual complementa acuerdos vigentes con Chile y con los países centroamericanos del triángulo norte. Para rematar, las negociaciones con Corea, Japón y próximamente China, amplían posibilidades en el mercado asiático. China es el gran exportador del mundo y eso lo convierte en un enorme y creciente comprador. ¿Qué vamos a venderle al mercado más atractivo de las próximas décadas?

2. ¿Qué vamos a exportar en el marco del TLC y demás acuerdos comerciales?

Este es un punto significativo y crítico. Las exportaciones colombianas, por décadas, han contado con preferencias para ingresar a los mercados más importantes: Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, las cifras no han sido las mejores. A pesar de las preferencias del ATPA/ATPDEA y del SGP a productos manufacturados principalmente, Colombia sigue dependiendo de las exportaciones de combustibles y algunos otros commodities que tienen pocas restricciones de importación. Ni la apertura económica (desde 1990), ni las preferencias unilaterales (SGP  y ATPA/ATPDEA) han servido para lograr que la economía colombiana diversifique su potencial exportador.

Las cifras son relevantes, no solamente dependemos de las exportaciones de bienes sin procesar: 70% de nuestras ventas son de café, petróleo, ferroníquel y carbón, siendo el crudo y algunos derivados el 49% del total de las exportaciones, sino que las ventas al extranjero de bienes manufacturados se componen, principalmente, de productos de bajo nivel de complejidad, por lo tanto, poco valor agregado y, en consecuencia, baja cotización en los mercados internacionales. Menos del 2% de  nuestras exportaciones se componen de productos de Alta Tecnología. Y esto no va a cambiar ya que somos un país que no patenta, que no investiga y que invierte poco en ciencia y tecnología (0.3% del PIB) si nos comparamos con países que avanzan como Brasil y Estados Unidos, los cuales dedican 1.4% y 2.8%, respectivamente.

3. A modo de reflexión final:

La importancia que pueda tener el TLC con Estados Unidos para las exportaciones y la inversión dependerá en gran medida de la capacidad de gestión de los empresarios y de la diligencia del gobierno colombiano para subsanar las deficiencias que en materia de infraestructura y legislación se deban abordar para crear unas condiciones que permitan realmente aprovechar las ventajas aduaneras que se crean. Sin embargo, el potencial de ese mercado en el largo plazo, no se podrá aprovechar sino se invierte en calidad en la educación, desarrollo científico y tecnológico, innovación y emprendimiento. Y esta tarea no es del gobierno sino de la articulación Empresa – Estado – Academia. No vamos a patentar, ni a exportar productos de Alta Tecnología en el corto plazo, ese es un hecho; pero si no se toman decisiones ahora, entonces, el TLC será un canto a la bandera porque seguiremos vendiendo café, petróleo, bananos, flores y algunas prendas de vestir.

Los acuerdos firmados y en proceso de negociación, a la par de las cifras, demuestran que Estados Unidos no es nuestro único mercado de interés y que hay regiones a las que se les debe dar igual o mayor importancia: Mercosur, China, México, Ecuador, Unión Europea, Sureste de Asia, etc. No olvidemos que por años nuestro principal comprador de manufacturas fue Venezuela y que, en la última década sólo 10% de las exportaciones a Estados Unidos se beneficiaban del ATPDEA. Así que es posible que en América Latina y otros mercados emergentes -China, India, Suráfrica- se hallen los potenciales compradores para sustituir en el corto plazo al vecino país, en lugar de concentrarnos en un mercado norteamericano más exigente y que en la actualidad apenas trata de salir de  una recesión.

 

Reforma a la Educación Superior en Colombia: ¿qué está en juego?

Versión en inglés: http://www.elcolombiano.com/blogs/lacajaregistradora/?cat=4

Traductor: Andrés Fernando Cardona Ramírez.

Colombia es un país que ocupa lugares poco destacables en dos indicadores de medición de Bienestar a nivel mundial: Competitividad y Distribución del Ingreso.

Desde la perspectiva de la competitividad, a nuestro país se le señalan debilidades en infraestructura, innovación y ambiente legal. Con respecto a la distribución del ingreso, el recién posesionado Ministro de Trabajo acaba de señalar que 14 millones de colombianos no cuentan con un trabajo digno. Adicional a esto, el salario mínimo colombiano es de los más bajos de Suramérica y la cobertura educativa está lejos del promedio de países de nivel de desarrollo como el nuestro.

Sin embargo, competitividad y distribución del ingreso no siempre son compatibles. O sea, pueden no serlo bajo ciertas ópticas, ideológicamente concebidas. Y estas miradas harán parte de la discusión que se re-inicia en el país con respecto al futuro de la Educación Superior.

Si hablamos de competitividad, hay una variable que tiene un peso fundamental: el emprendimiento empresarial. El éxito de muchos de los Mercados Emergentes  que lideran la locomotora de la economía mundial en la actualidad se debe, en gran medida, al surgimiento y consolidación de nuevas industrias: nuevas empresas en sectores intensivos en conocimiento; empresas que agregan valor a sus procesos, bienes y servicios, como estrategia central de éxito.

En materia de emprendimiento, la Universidad está haciendo mucho, pero está logrando poco. El emprendimiento se ha vuelto un lugar común en el lenguaje coloquial universitario, especialmente de las facultades de administración y afines. Incluso, pululan las cátedras de emprendimiento, la enseñanza para la formulación de Planes de Negocio y los concursos que premian a los planes mejor formulados. Pero, a la vez, cada vez hacemos menos por profundizar los cimientos del emprendimiento: la innovación.

La población que estudia ingenierías es cada vez menor, a la vez, que hay un desaliento por profundizar en matemáticas, física, química y biología. No es que todos debamos ser biólogos o matemáticos. Pero, un país que desea ser competitivo y una empresa que pretenda ser innovadora, requieren de masa crítica que patente nuevos productos, diseñe procesos nuevos, modele nuevos productos o servicios y registre software que solucionen necesidades de la sociedad. Y eso no se logra sin estas ciencias. Incluso, un país que, como Colombia, cuenta con gran potencia en agricultura, agroindustria y recursos naturales, tiene pocos recursos humanos dedicados a la investigación, el desarrollo y el estudio en carreras relacionadas con el mundo rural y el medio ambiente.

Si damos una mirada al grueso  de planes de negocio que se elaboran en las universidades, encontraremos que se fundamentan en ideas que tienen que ver con negocios o industrias tradicionales –comercializadoras, confeccionistas, procesamiento de alimentos o restaurantes y otros locales para el comercio de bienes de consumo masivo-. Esto no tiene nada de malo, pero la realidad es que esta situación demuestra lo estrecho que es el universo empresarial de nuestros universitarios y, lo que es más crítico, la mayoría de estos proyectos empresariales no se fundamentan en procesos estructurados de innovación y el valor agregado que proponen tiende a ser superfluo.

Colombia es un país que no invierte en investigación y tecnología. No sobresalimos en materia de patentes y licencias. Aquellos que van a la cabeza del pelotón en competitividad si lo hacen: Alemania, Corea, Japón, China. De hecho, si damos un vistazo a los grupos de investigación que clasifica COLCIENCIAS, son pocos los que se destacan por patentes, registros de nuevos software o productos o, incluso, spin off. No es malo publicar libros o artículos en revistas indexadas –por suerte algunos se esmeran en este frente-, pero hay un desequilibrio en la distribución de los pocos recursos que se dedican a la investigación y al desarrollo.

Pero, la Universidad no es una maquina que produce mano de obra cualificada. La Universidad es el escenario en el que se delinea el futuro de un país. Y estamos en un momento de quiebre de la historia mundial y nacional: la sociedad industrializada, de una marcada filosofía consumista, está en crisis; el país vive un momento trascendental en lo que ha sido uno de sus mayores karmas del último medio siglo: el conflicto armado; igualmente, después de 20 años, el sistema político colombiano, al igual que el de nuestros vecinos suramericanos, parece estar viviendo una gran transición. ¿Cuál es la respuesta de la Universidad frente a estos retos? ¿cuál es el país que vamos a construir ante los retos en Derechos Humanos, Participación Política, Medio Ambiente, Competitividad y Cultura, por ejemplo?

Este último planteamiento lo hago para preguntarnos por la formación ética, estética, política y humanística de nuestros universitarios.  La Universidad está llamada a formar ciudadanos integrales y, en su claustro, se debe asegurar una apertura al discurso diverso, a la metáfora y a la reflexión política. En los últimos 20 años, la cátedra universitaria parece haber caído en los dominios del paradigma realista: un pragmatismo individualista e inflexible, ausente de compromiso social, ajeno a las preocupaciones políticas y cerrado a la lectura de miradas alternativas.

Entonces, si vamos a hacer una reforma al sistema educativo, que eleve nuestra competitividad y mejore la distribución del ingreso, en un ambiente de formación de seres humanos -con calidad de mayores de edad como lo explica Kant- y no simplemente de mano de obra, la pregunta es ¿cómo se va a financiar ésta?

Una educación de cobertura universal y de calidad no es un reto de poca monta. En Colombia de 100 bachilleres que entran a la universidad, sólo 50 se gradúan. Y de 100 jóvenes que terminan el bachillerato, sólo 35 entran a la educación superior. Y no sigamos hacia atrás, porque en el mundo del bachillerato y la primaria, inclusive, queda otro tanto de sueños frustrados en el camino. En otras palabras, la inversión que hay que hacer para este objetivo es de magnitudes comparables con la reforma al sistema de seguridad social o la ley de reparación de víctimas del conflicto armado. Porque los problemas que vive la Educación Superior no comienzan allí…despegan en la primera infancia y el preescolar.

No es gratuito que Estados Unidos en las negociaciones del TLC, haya puesto sobre la mesa la exigencia que la Universidad colombiana pudiera ser con ánimo de lucro…evidenciaban nuestros socios un potencial y enorme negocio. Aunque Colombia no aceptó tal exigencia, el hecho de que el gobierno de Santos, en la propuesta inicial, haya incluido la inversión privada para financiar el futuro de la educación, da una idea de quienes han sido los inspiradores de la reforma.

Jóvenes estudiantes: a leer nuevamente a Keynes, Prebisch, Marx, Ricardo y Friedman para poder terciar en el debate.

TLC a la vuelta de la esquina: ¿dónde está la Agenda Interna?

Desde el mismo momento que las negociaciones del ALCA se congelaron, el gobierno nacional declaró como estratégica la firma del TLC con Estados Unidos. Luego de muchas mesas de negociaciones y en un ambiente de debate nacional, se gestó el acuerdo hace ya cinco años. Entonces, todos éramos conscientes de la importancia de estar preparados:

1. para que los sectores ganadores pudieran aprovechar las nuevas oportunidades del mercado norteamericano

2. para que los sectores frágiles pudieran ajustarse a los nuevos retos y enfrentar a nuevos competidores.

Por ello, se acuñó el concepto AGENDA INTERNA. Una agenda de prioridades en diferentes frentes para preparar la economía colombiana en lo jurídico, infraestructura, investigación y desarrollo, seguridad, entre otros.

Sin embargo, hoy se reconoce que dicha agenda descansa en el congelador. Según Hernando José Gómez, negociador en jefe del TLC y hoy director de Planeación Nacional, el sector público y el sector privado se cansaron de esperar. El aburrimiento de nuestros empresarios y gobernantes nos ha costado un lustro.

Esta pérdida es increible, ya que,  si se firmó el acuerdo fue con la convicción de que, a pesar de los tropiezos, éste sería ratificado. Pero, tal vez, lo más preocupante es ver que la agenda se congeló a pesar de que se seguían firmando acuerdos con la Unión Europea, Mercosur, Centroamérica, entre otros.

Es innegable que Estados Unidos es nuestro principal socio comercial, pero también es un hecho que nos hemos estancado como un país exportador de commodities, sin lograr abrir de manera importante mercados para nuestras manufacturas y servicios. O sea que más que el TLC con Estados Unidos, lo que está en juego es nuestra política comercial al mundo, la cual debe dar un giro de 180 grados para transformar nuestra oferta exportadora hacia sectores procesadores de materias primas y servicios de alto valor agregado. Si bien el TLC con Estados Unidos se enredó, otras puertas se abrieron y, además, la crisis de relaciones con Venezuela obliga a una estrategia agresiva de búsqueda de mercados para nuestras manufacturas, ya que, como se ha enfatizado en LA CAJA REGISTRADORA, el país vecino era casi nuestro único cliente para este tipo de bienes:

Aunque Venezuela aparecía como nuestro 2do cliente para 2009, era el primero en materia de manufacturas. Con su salida de la CAN, esas exportaciones han perdido mercado y Venezuela dejó de ser un comprador importante desde 2010. Hay que buscarle un mercado sustituto.

Por lo tanto, la Agenda Interna no puede ser la respuesta a un TLC en particular, se debe tratar de una Hoja de Ruta para redireccionar la economía colombiana para competir en un mercado global. La bonanza de commodities que estamos viviendo desde hace algunos años es una oportunidad, cuyos recursos se deberían dirigir fundamentalmente hacia los temas claves de dicha Agenda:

Infraestructura: es claro que el transporte terrestre en Colombia, desde los centros industriales hasta los puertos, es sumamente costoso. Por ello es prioritario construir, ampliar, dar mantenimiento a las vías y elevar su seguridad; además de protegerlas del deterioro por temporadas de lluvias -aquí juega un papel fundamental el Ministerio del Ambiente-.

Igualmente, en materia de transporte marítimo, el escenario no es el más alagueño. En los mejores años de crecimiento económico en la primera década de este siglo, se evidenciaron problemas de capacidad para movilizar carga. Fueron frecuentes los casos en que nuestros exportadores no encontraron espacio para sus contenedores en buques que llegan a los puertos colombianos después de haber cargado en otras naciones del subcontinente. Tal vez es hora que los inversionistas vean la posibilidad de crear una nueva naviera colombiana, para asegurar el movimiento de carga hacia nuestros crecientes mercados.

Aduanas: la firma de TLC incluye contingentes -restricciones cuantitativas-. Ello implica que la DIAN debe proteger a los agricultores colombianos, de modo tal que se cumpla lo acordado en materia de cuotas, en temas relacionados con leche, arroz, carne, maíz, principalmente. Este tema también es relevante en otros acuerdos como el del Mercosur y la Unión Europea. Con la DIAN es necesario fortalecer, además, las instituciones especializadas en controles técnicos, veterinarios, sanitarios, fitosanitarios y ambientales. Hoy el comercio mundial no es sólo un tema de aranceles y licencias de importación.

Investigación y Desarrollo: en esta temática se han tomado decisiones pero somos lentos. Si bien el sistema educativo se ha transformado en los últimos años, es evidente que los mayores logros se han dado en materia de ampliación de cobertura y en menor medida en calidad. Aunado a ello, el país no despega en lo referente a patentes, innovaciones, desarrollo y emprendimientos. Aquí también hay un rezago notorio en temas ambientales. El comercio mundial cada vez será más exigente en materia de insumos naturales, procesos de producción limpia, embalajes y empaques no contaminantes, etc. Hay mucho que innovar en este ámbito.

Las cosas hay que decirlas, los presupuestos del Estado y de las empresas siguen siendo pequeños en materia de I+D. Colciencias apenas comienza a mostrar liderazgo, y el sistema educativo sigue relegando el estudio de la matemática, la física, la química y las ciencias naturales, disciplinas fundamentales para preparar personas que puedan participar en el desarrollo de nuevos productos, servicios y procesos.

En síntesis, el embolate en el que anda la Agenda Interna es un fiel reflejo del cortoplacismo que caracteriza al liderazgo nacional. El Estado y el sector empresarial no han hecho la tarea, ahora nos tocará habilitar para no tener que repetir…la década.

Futuros escenarios internacionales para la economía colombiana

La economía global viene desarrollando una cadena de cambios significativos desde hace un cuarto de siglo pero, a la vez vive una prolongada crisis que inició hace más de dos años y que presenta indicios de profundizarse en el año venidero. Esta combinación aunada a los retos que enfrenta la economía colombiana en particular, permiten delinear factores de cambio que incidirán sobre el entorno internacional para nuestras empresas en el  próximo año. A continuación explicaremos los más significativos, pero en las simbiosis  tendencias de largo plazo – coyuntura y tendencias globales – dinámicas locales.

Economía mundial y mercado doméstico: débil crecimiento. En la última década el motor del crecimiento mundial han sido las economías emergentes. Y lo han hecho sobre la base de una incursión en industrias complejas de alto valor agregado. Los BRIC y otros países subdesarrollados, han ido expandiendo su participación en la economía mundial a través de un fortalecimiento de sus capacidades innovadoras y de desarrollo tecnológico. El resultado ha sido su creciente participación en la cadena productiva de empresas multinacionales de Europa y Norteamérica, provocando un aumento en los precios mundiales de commodities, lo que ha estimulado el superávit de cuenta corriente de economías como la colombiana.

Sin embargo, es poco probable que China e India puedan mantener altas y sostenidas tasas de crecimiento económico, mientras sus compradores más importantes: Europa, Estados Unidos y Japón- siguen en recesión. Y todo indica que esa será la tendencia de 2012. En consecuencia, los ingresos de los colombianos estarán afectados por la depresión de las remesas que envían nuestros paisanos desde España y Estados Unidos principalmente y por un menor precio del carbón, petróleo, ferroníquel y café; principales productos de exportación del país.

Perspectiva comerciales de Colombia. La masificación de acuerdos comerciales es la respuesta de los gobiernos a la incapacidad de la OMC para llegar a un nuevo gran pacto en el marco de la Ronda de Doha. Cada país trata de abrirse paso en los mercados internacionales, a través de acuerdos bilaterales, principalmente.

Las expectativas colombianas están centradas en la ratificación del TLC con Estados Unidos y las oportunidades que ofrecen mercados con los que se tienen recientes acuerdos: la Unión Europea, Canadá, Japón, Corea, entre otros. Con respecto a estos países, la oportunidad está relacionada con el aprovechamiento de preferencias que ya existían de manera unilateral –ATPDEA y SGP- pero que ahora serán permanentes, por ende, más confiables y atractivas para los inversionistas.

Estos tratados pueden atraer inversionistas extranjeros que quieran aprovechar los Acuerdos Comerciales y de Inversiones para atender otros mercados desde Colombia. Igualmente, podremos acceder a maquinarias y materias primas libres de aranceles. Pero, no olvidemos que algunas empresas nacionales que abastecen el mercado doméstico encontrarán nuevos competidores derivados de estos tratados.

Sin embargo, hay que tener en cuenta dos elementos adicionales. Primero, los mercados con los que firmamos TLC no son exclusivos; otros competidores ya han firmado tratados o esperan hacerlo en los próximos meses o años. En consecuencia, los TLC son una oportunidad que sólo tiene sentido si nuestras empresas elevan su productividad, agregan valor, se diferencian e innovan. No olvidemos que 20 años de apertura económica no se han traducido en un cambio significativo de la oferta exportable; la cual sigue siendo, con loables excepciones, una, poco diversa, gama de commodities.

El segundo elemento tiene que ver con el mercado venezolano. A pesar de que las relaciones políticas entre los dos países tienden a mejorarse, la dinámica comercial no tiene que seguir el mismo rumbo. Venezuela espera un ingreso pleno al Mercosur y ya ha tomado medidas para cubrir las exportaciones colombianas con productos de Brasil y Argentina. Sectores como el automotriz, cárnicos, huevos y lácteos ya han sido desplazados por proveedores del Cono Sur. Las empresas colombianas de manufacturas y sector agro-industrial deben aceptar el reto de encontrar nuevos mercados. En este camino, hay que analizar el potencial de otros acuerdos: CAN con Mercosur y los convenios existentes con Chile, México y demás países centroamericanos.

La tasa de cambio. Llevamos 10 años de revaluación. El dólar, que de manera gradual llegó a los $2300 hace casi una década – tocando el borde de los $3000 en la coyuntura política de 2002- se mantiene por debajo de los dos mil pesos desde hace varios meses. Esto es algo que preocupa a exportadores y al mercado nacional por el incremento de las importaciones. No es viable predecir lo que va a suceder pero hay elementos estructurales para entender que no se va a presentar una fuerte devaluación del peso. Probablemente las relaciones Dólar – Euro y Dólar – Yen van a cambiar, desacelerando la tendencia de devaluación del dólar, pero el cambio no puede ser muy significativo porque Estados Unidos no muestra señales de moverse en esa dirección. La Reserva Federal y el gobierno americano –en un año electoral- tratarán de mantener una política expansionista para recuperar los empleos perdidos durante la crisis: La política monetaria norteamericana seguirá siendo expansiva. Se tomarán medidas para reactivar la economía, lo que implica evitar la revaluación del dólar.