Comercio exterior: “la pata coja” de la economía colombiana.

Autor: Giovanny Cardona Montoya

Hace un cuarto de siglo Colombia cambió su modelo de desarrollo económico: de un estructuralismo proteccionista, respaldado con políticas económicas keynesianas se pasó a un modelo de apertura económica apoyado en un régimen monetarista centrado en el control de la inflación.

Características y resultados del modelo de Apertura Económica.

Después de 25 años,evidentemente el país ha cambiado. La clase media y los estratos altos disfrutan de ciudades cada vez más modernas, con una ampliación y perfeccionamiento de la oferta de servicios personales, además del acceso a bienes importados, con precios de talla internacional. Se acabaron los tiempos en los que el acceso a tecnología avanzada era costoso o implicaba viajes a países más avanzados. Hoy en Colombia, se compra un computador o un dispositivo móvil a los precios más bajos del continente.

Este modelo económico se caracteriza por la reducción de barreras aduaneras al comercio, la firma de acuerdos comerciales y una tasa de cambio que poco ha hecho por la competitividad de nuestros productos. Si bien, la inflación ha bajado en dos décadas, la tasa de cambio nominal revaluada y la baja productividad, se han traducido en una marcada pérdida de competitividad de la agricultura y las manufacturas colombianas.

La consecuencia económica más evidente ha sido el cambio en la estructura de las exportaciones de nuestro país. Hace un cuarto de siglo, Colombia tenía una oferta exportable más diversificada que la actual. Antes de esta crisis, los hidrocarburos representaban 2/3 partes de las exportaciones, llegando el petróleo a representar el 50% de las mismas. Hoy somos una economía monoexportadora, mucho más dependiente que en la década de 1990 cuando el café aún era el principal producto.

El café y las llamadas exportaciones menores (flores, bananos, textiles, confecciones, principalmente) han perdido participación en la balanza comercial. Adicionalmente, con la crisis de relaciones comerciales en el mercado andino, muchas industrias manufactureras y el sector rural, han perdido un mercado que era relevante. Colombia era un proveedor importante de comida, confecciones, electrodomésticos y vehículos a Venezuela. Todo esto es tiempo pasado.

Gráfico: Estructura de las exportaciones Colombianas por regiones y décadas

La crisis del modelo.

Hace un par de años comenzaron a sonar las alarmas sobre el bajo nivel de reservas colombianas de petróleo. O sea, la principal fuente con la que hemos financiado nuestro modelo consumista y de servicios, se agota. En consecuencia, los datos sobre reservas comprobadas de petróleo ya advertian el riesgo de no contar en el futuro con suficientes divisas para financiar este tren de gasto.

Sin embargo, lo que ha sucedido con el precio del petróleo en el último año ha adelantado la crisis. Si el crudo ha bajado de precio hasta un 50%, entonces la balanza comercial puede sufrir un gran deterioro, puesto que el petróleo representaba el 50% de los ingresos en exportaciones. En consecuencia, exportando las mismas cantidades de crudo que en los últimos años, pero a precios muy bajos, el déficit comercial se agudizará.

Si observamos la balanza de pagos que elabora El Banco de La República, notaremos que la balanza comercial de los últimos años  se ha caracterizado por déficits poco significativos, ya que los buenos precios y el incremento en las exportaciones de hidrocarburos financiaron el crecimiento de las importaciones. Sin embargo, el modelo económico señala que muchas de las importaciones son bienes de consumo, ya que no se está trabajando en la modernización de sectores como el agro y la industria manufacturera.

Pero, la dependencia de la minería en general y del petróleo en particular nos colocan en otros riesgos mayores: el deterioro general de la cuenta corriente y de la cuenta de capitales. Si bien la balanza comercial no ha sido fuertemente deficitaria, la cuenta corriente sí lo ha sido, particularmente por el pago de intereses de deuda externa y por la repatriación de utilidades de las compañías multinacionales que, estando en el país, trasladan sus ganancias a Europa y Norteamérica.

Ahora, la industria petrolera es altamente dependiente de la Inversión Extranjera Directa (IED); de hecho es el principal rubro de ingreso de capitales extranjeros al país. En consecuencia, si los precios del crudo permanecen bajos, los capitales extranjeros no llegarán, ya que no es rentable explorar y explotar pozos, para vender el producto a un precio tan bajo.

Consecuencia: avanzamos hacia una crisis cambiaria, o sea, agotamiento de divisas.

Colombia o Alicia en el país de las maravillas.

Algunos analistas, pero especialmente funcionarios gubernamentales, se ilusionaron con el hecho de que el peso se ha devaluado, lo que podría incrementar otras exportaciones y reducir el volúmen de las importaciones. Pero eso es un sueño.

El primer hecho los ha cogido por sorpresa, y no debería. Las importaciones no caen a la velocidad esperada, continuan ahondando el déficit. Esperar un cambio en la estructura de las importaciones en el corto plazo, era una ilusión. Con el auge de la construcción, el deterioro de las industrias tranzables y el creciente consumo doméstico, las importaciones demorarán en reaccionar.

El segundo hecho era esperable. El alza en la cotización nominal del dólar no garantiza que las empresas manufactureras o agroindustriales puedan aumentar sus ventas. La baja participación relativa de otros productos exportadores durante estos años, no es una casualidad, tiene que ver con la perdida de competitividad de nuestras industrias.

En consecuencia, para que una empresa productora de bienes industriales aumente sus exportaciones es necesario realizar actividades de inteligencia comercial, negociación, reajustes en los procesos productivos, etc. Así que no esperemos el milagro en el corto plazo.

Moraleja:

No podemos demorar más las decisiones. Este país tiene que dar un viraje a sus políticas comerciales y de desarrollo económico. Es necesario estimular la producción nacional y colocar algunas barreras a las importaciones. Hemos firmado TLC que hasta ahora sólo se traducen en más importaciones; si queremos aprovechar los mercados internacionales en el futuro, es necesario mirar hacia adentro, ordenar la casa y re-construir los sectores manufacturero y agropecuario.

Bienvenidas las inversiones en investigación y desarrollo tecnológico, los programas para estimular el emprendimiento, los esfuerzos para ampliar cobertura educativa y mejorar la insfraestructura; pero ahora, inevitablemente, hay que acompañar estas políticas con medidas comerciales coherentes que desaceleren las importaciones y estimulen la producción nacional de tranzables.

No se trata de decir si es malo o bueno hacer una apertura económica, se trata es de reconocer que nosotros si la hemos hecho muy mal.

El fin de la utopía en Cuba: camino hacia la economía de mercado

A mediados de marzo tuve la oportunidad de visitar la mayor de Las Antillas. Durante una semana pude echar un vistazo a Cuba, país que no visitaba desde 2007 pero que he podido recorrer varias veces en la última década. Y, como a la mayoría de la gente, me llama mucho la atención su sistema económico socialista. La experiencia vivida parece ratificarme lo que muchos creen ver venir desde hace varios años: la caída del sistema de economía planificada y la incursión plena de la isla en el mercado capitalista. Así que voy a explicar como percibo la evolución de la economía cubana.

El modelo económico socialista se ha centrado, en casi todos los países donde se ha experimentado, en la propiedad estatal y las cooperativas. El mercado, como manifestación espontanea de la oferta y la demanda, es remplazado por la planeación estatal, la cual regula la producción y el abastecimiento de bienes y servicios.

Hasta 1990,  los cubanos gozaron de una visible comodidad económica, reflejo de los relativos éxitos del modelo pero, especialmente, de las privilegiadas relaciones económicas que sostenía el país con sus aliados de Europa del Este y la Unión Soviética. Pero, la caída del muro de Berlín y del comunismo en la URSS desnudaron las debilidades del sistema económico cubano: el desabastecimiento de combustibles –históricamente provistos por los soviéticos en condiciones altamente favorables- y la pérdida de un mercado estable para sus exportaciones no manufacturadas o de industria liviana –particularmente el azúcar- demostraron que el país en 30 años de revolución no había construido una economía suficientemente sólida para interactuar en un mundo globalizado.

El llamado “período especial” que inspiró las políticas del gobierno para enfrentar la advenediza crisis (década de 1990) no mostró mayores avances. Sólo cuando el país abrió las puertas a la inversión extranjera, especialmente en el sector turismo, y flexibilizó el régimen de remesas –cientos de miles de cubanos viven fuera de la isla- comenzaron a sentirse los alivios. Sin embargo, en términos generales, lo que se evidencia es que 50 años de revolución socialista no lograron consolidar una economía competitiva y justa. No conservaron los logros del capitalismo anterior a la revolución (productividad, eficiencia, calidad), ni se logró superar a la economía de mercado en materia de equidad en la distribución: hoy en Cuba hay ineficiencia en el aparato productivo y escasez de bienes y servicios para un importante número de cubanos.

¿A qué me refiero? La idea era crear un sistema económico más justo, con más equidad. Y, sin hablar de la historia, sino remontándonos a la situación presente, está pasando todo lo contrario; se evidencia que se está gestando una reorganización de clases: los pobres que cobran su salario en pesos cubanos y los no-pobres que utilizan el CUC como moneda para sus pagos. El CUC es una moneda convertible a dólar que pueden utilizar cubanos o extranjeros para hacer sus compras en el mercado de divisas: taxis, hoteles extranjeros o mixtos, tiendas privadas o mixtas, etc. Hoy en Cuba hay una amplia dotación de bienes y servicios. Pero, sólo los cubanos que tienen acceso a las divisas pueden comprarlos.

¿Y quién puede acceder a los CUC? Todos los cubanos que tienen familiares en el extranjero y aquellos que trabajan en áreas relacionadas con el exterior: médicos, militares, docentes o artistas que viajan a otros países y los empleados del sector turístico, son la nueva élite económica cubana. Ellos tienen un ingreso  en CUC que les permite resolver sus necesidades y disfrutar de la nueva ampliada oferta de bienes y servicios.

¿Qué pasa con el resto de la población? Obreros, funcionarios rasos, campesinos o maestros de escuelas, que no tienen un trabajo relacionado con el CUC, que cobran salarios entre 250 y 1000 pesos cubanos (entre 10 y 40 dólares), sólo pueden comprar aquello que les ofrece el sistema de economía planificada. Si bien el acceso a la educación y la salud sigue siendo gratuita, la calidad y cantidad del transporte público es deplorable, las viviendas se deterioran por falta de mantenimiento, a la vez que el abastecimiento de alimentos e implementos para el hogar en el mercado de pesos cubanos es cada vez más precario. Hoy la subsistencia básica es imposible si un cubano no puede acceder al mercado del CUC.

En conclusión, las reformas que se están implementando están alivianando la situación de millones de cubanos, los del CUC, pero la calidad de vida del resto del país se deteriora porque su salario no permite acceder al bienestar que está surgiendo.

Crece la inequidad, pero lo hace de la mano de la baja productividad. La realidad última es una: en Cuba hay empleo para toda la población pero no hay trabajo. Esto no es un juego de palabras, es una realidad. La gente tiene empleo, pero la organización social del trabajo es perversa, las personas asisten a sus oficinas o fábricas pero ocupan su tiempo con una improductividad pasmosa.

Seguramente las reformas de los próximos años incluirán más libertad de mercado y privatizaciones, pero también desempleo para poder ajustar las cargas, reducir costos y reformar las empresas que sobrevivan. La inversión extranjera, que ya opera exitosamente en la isla, especialmente en la industria del turismo, mostrará el camino. 

Reflexiónes finales:

Los logros de Cuba en materia de medicina y educación son innegables, además son necesarios. No tienes una economía competitiva con una población sin salud y con bajos niveles de formación. Pero, esto, si bien es necesario, no es suficiente. El modelo de gestión socio-económica debe ser eficiente para que la organización de la producción cree la riqueza que se requiere para la población. 

Peor, si bien el bloqueo estadounidense a la economía de la isla fue por décadas un gran lastre para que el gobierno sacara adelante sus políticas económicas, la realidad es que medio siglo ha sido más que suficiente tiempo para que el partido comunista cubano demostrara su capacidad de gestión y consolidara el modelo de economía planificada. No lo ha logrado. Seguramente los nuevos líderes mirarán a China y a Rusia para escoger el nuevo rumbo de la economía cubana.

 

Crecimiento económico 2011: pronóstico reservado

Introducción: siguiendo la tradición, los analistas nacionales aprovechan la época navideña para pronosticar el desempeño de la economía en los próximos 12 meses. Sin embargo, no es viable mirar los indicadores de una economía abierta como la nuestra sin relacionarla con el comportamiento de la global e, igualmente, no tiene sentido práctico si no se le analiza en un contexto de largo plazo.

Pronósticos: Como antesala debemos decir que las cifras del año que estamos cerrando son menos alagüeñas de lo esperado por gremios y gobierno. El crecimiento económico del tercer trimestre sólo alcanzó, según el DANE, 3,6%, guarismo inferior al proyectado hace un año. De hecho, todo indica que el 2010 cerrará por debajo del 4%. Esto nos coloca dos puntos por debajo del promedio latinoamericano.

Conocedores de esa información, gremios y autoridades económicas presupuestan para 2011 un crecimiento que oscila entre 4,3% (Asobancaria) y 5% (Fedesarrollo y Andi). Banrepública y ANIF estiman que el crecimiento será cercano al 4.5%.

Factores endógenos: En estos pronósticos pesa mucho el comportamiento de la inversión y el incremento del consumo doméstico. En otras palabras, el crecimiento de la economía colombiana depende en gran medida de la recuperación del consumo de las familias, de las inversiones de nuestras empresas y de los capitales internacionales. Con respecto a los últimos, debe destacarse que continúa la concentración de estas inversiones en la industria de extracción (petróleo y gas, principalmente) y en el sector servicios: banca, comercio y telecomunicaciones, principalmente.

Lamentablemente, (ver en nuestro blog: Globalización Financiera: retos para países en desarrollo -gráfico 2-)  mucha de la inversión extranjera que llega al sector servicios se relaciona con fusiones y adquisiciones y en  menor medida con la generación de nuevas empresas. No se visualiza un redireccionamiento de estos capitales hacia la industria manufacturera o agropecuaria, donde tenemos unas ventajas comparativas importantes y un enorme potencial para la generación de empleo.

Sin embargo, debemos destacar el pronóstico optimista de la ANDI que da un peso significativo a cambios estructurales que se habrían dado en las empresas colombianas y que inciden en su competitividad de largo plazo: innovación, desarrollo de nuevos productos e inversiones en calidad.

Tema aparte representa el comportamiento del clima. Los problemas que ha vivido Colombia con el invierno afectan a la agricultura y a las vías de infraestructura, principalmente. De un lado, ello se puede traducir en malas cosechas, escasez de materias primas y alimentos, y sobrecostos de transporte por pérdidas de tiempo y dificultades de acceso. Pero, de otro lado, la concentración del presupuesto del gobierno hacia la construcción de viviendas, vías y apoyo a los damnificados, se convierte en un motor de recuperación económica que jalonará a diversos sectores de la economía colombiana.

Factores exógenos: Este moderado optimismo de los gremios y del Banco de la República se matiza con variables del orden internacional. El crecimiento depende también de las buenas relaciones con los vecinos (Ecuador y especialmente Venezuela, son dos grandes compradores de bienes manufacturados y alimentos de origen colombiano). Igualmente, el escenario gris de la economía de las naciones industrializadas pende como espada de Damocles sobre el ciclo económico global. Estas economías aún no se recuperan plenamente de la crisis financiera mundial: guerra de monedas y alto desempleo se convierten en potenciales factores de proteccionismo, baja en las importaciones y caída en los flujos de capitales hacia economías en vía de desarrollo.

Un determinante de estos factores externos será el comportamiento de la tasa de cambio. Para la banca nacional y extranjera, el dólar terminará el 2011 con una cotización  que oscila entre $1720 y $1854. Este consenso de la banca es un indicio negativo para el crecimiento de la economía colombiana. Si este dato se acompaña de un estancamiento en los países del Norte –hecho altamente probable- podría darse una baja en los precios de los commodities, lo que afectaría seriamente nuestros ingresos de exportaciones.

De igual manera, una recesión en el Norte y un dólar barato, acompañados de un sostenido consumo doméstico -según pronóstico del gobierno y los gremios-, elevarán el déficit en cuenta corriente a causa del aumento de las importaciones y la caída en los ingresos de remesas por el desempleo de los colombianos que viven en España y Estados Unidos.

Comentario final: En nuestro blog consideramos que el próximo año no será  muy bueno y que el crecimiento económico estará cercano al pronóstico menos optimista que presentan los gremios. Las razones de nuestro moderado pesimismo son:

1. Los países industrializados no salen de su crisis –de hecho, es altamente probable una nueva recesión-, lo que afectará nuestras exportaciones y los flujos de inversión. En el mediano plazo, las sombras son mayores ya que, de seguir la guerra de monedas, estaremos enfrentando un mercado con un dólar devaluado, además de un posible renacimiento del proteccionismo. El TLC con Estados Unidos seguiría empantanado y la Ronda de Doha de la OMC podría estar cerca de un fracaso definitivo.

2. La alta politización de las relaciones con Venezuela no permite ver confianza en los empresarios para incrementar inversiones de cara a exportaciones sostenibles hacia el vecino país. Venezuela era, antes de la crisis de relaciones diplomáticas, nuestro principal comprador de manufacturas.

3. La recuperación de la economía colombiana no se acompaña de un mejoramiento significativo del empleo. El desempleo sigue siendo alto y, aunque cae, el subempleo y el empleo de baja calidad que se han generado no aseguran un sostenido crecimiento del consumo doméstico.

4. Será un factor positivo el incremento gradual en el volumen de extracción y exportaciones de petróleo, lo que asegurará ingresos sostenidos de divisas en los próximos años.

5. Y, lo más destacable es el pronóstico de la ANDI sobre los cambios en innovaciones y calidad, lo que se comprobará más claramente en el mediano y largo plazo y no tanto en el 2011.