Colombia no es una Economía Emergente, es un país subdesarrollado.

Giovanny Cardona Montoya, marzo 6 de 2021.

 

Dice Harari Y. N. que los sapiens dominamos el mundo porque somos la única especie capaz de crear historias ficticias y “tragarse el cuento”. A propósito de esta premisa, viene a mi memoria que hasta la década de 1980 en el imaginario social (incluidas las instituciones educativas, las empresas y el Estado), existian tres grupos de países: los del primer mundo (capitalistas desarrollados), los del segundo mundo (socialistas) y tercer mundo (subdeasarrollados).

Sin embargo, con la caída del socialismo en Europa del Este y la URSS y con la notoria transformación económica de países del este y sudeste asiático (China, Corea, Taiwán Singapur), esta clasificación entró en desuso. En su lugar, aparicieron nuevas categorías, la mayoría de ellas asociadas a la idea de Economías Emergentes, para señalar que abandonan el subdesarrollo o que se convierten en naciones industrializadas.

En ese contexto, hace un par de décadas, John O´Neill de Goldman Sachs acuño el acrónimo BRIC para indicar que Brasil, Rusia, Chna e India tenían ciertas características comunes que elevaban su atractivo para los inversionistas. Pero, nuestra capacidad de crear fantasías transformó BRIC en BRICS (para sumarle a Sudáfrica) y luego se extendió la cadena con otros acrónimos como MINT,  y CIVETS -creado por The Economist-, en el cual ingresa Colombia con Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica.

De hecho, un estudio indicaría que las acciones de los países envueltos en alguna de estas siglas, valorizan hasta 8,5% más que las de los que no están. Sin embargo, lo que nace de un estudio técnico se va conviritiendo en “moda” que hace eco en diferentes dimensiones de la sociedad, ya no sólo en el mundo de las inversiones. El imaginario colectivo comienza volar.

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Pero, ¿se puede considerar a Colombia una Economía o Mercado Emergente?   

Según Antoine Van Agtmael (quien fuera economista del Banco Mundial), la combinación entre desarrollo tecnológico y transformación demográfica del planeta genera una nueva categoría de países. Mano de obra barata en acelerado proceso de cualificación, guiada por empresarios y gobernantes emprendedores, da pie a una transformación cuantitativa y cualitativa de las economías regionales. De ahi salen países en proceso de industrialización con un significativo crecimiento de su poder adquisitivo. He aquí los llamados mercados emergentes.

Colombia es un país grande en extensión y en población (entre las 30 naciones más grandes y pobladas del planeta), pero éstas son ventajas naturales. Pongamos el foco en las ventajas que denotan evolución: la transformación de la mano de obra, la evolución de su estructura productiva y el crecimiento del ingreso per cápita.

Para tener una mano de obra más cualificada, un acelerado proceso de industrialización y un crecimiento del ingreso per cápita, se hace necesario, primero que todo, tener buenos resultados en materia de cobertura y calidad educativa. De acuerdo con estudios realizados, entre 2010 y 2014 Dinamarca invirtió en educación el 8% de su PIB, mientras Colombia dedicó el 4,64%, guarismo inferior al de Bolivia, Argentina, Ecuador y Brasil. Un dato complementario es que en 2019, el porcentaje dedicado a la educación cayó a 4,3%.

Como resultado de estos esfuerzos, los departamentos más exitosos en cobertura neta en educación media (porcentaje de niños en edades entre 14 y 17 años, que efectivamente estudian) alcanzan el rango de 50-60% de esta población. En otras regiones dicho indicador oscila entre 40% y 50%. Pero los de peor desempeño alcanzan resultados muy bajos, incluso del 10%.

Adicionalmente, con datos del Ministerio de Educación Nacional, el Consejo Nacional de Competitividad deduce que para las cohortes de 2014 a 2017, de 100 niños que toman el grado 1 de primaria, sólo 44 alcanzan a terminar la educación media (grado 11). Y de los que ingresan a la educación superior, la tasa de deserción por cohorte en la educación técnica profesional, tecnológica y universitaria en 2016 es de 52,3 %, 53,5 % y 45,1 %, respectivamente.

Si nos comparamos con un claro referente de Mercado Emergente, Corea del Sur, la diferencia es contundente: Su sistema educativo “ha logrado alcanzar prácticamente la cobertura total en todos sus niveles: en 2009 tuvo una tasa neta de 99 por ciento en educación primaria y 96 por ciento en educación secundaria, mientras que en la enseñanza terciaria llegó a uan cobertura bruta de 100%.”

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La idea es que la población cada vez más cualificada permee el mercado laboral, pero si nos comparamos con los demás integrantes de la OCDE (organización de países desarrollados y emergentes a la que ya pertenece Colombia), nuestra población económicamente activa -PEA- y de ésta, la que se halla ocupada, siguen siendo mucho menos cualificadas. En 2019, sólo 19% de la población que labora tiene educación terciaria, mientras los que tienen básica o menos superan el 44%. En la OCDE estos indicadores son inversamente proporcionales (39,3% y 19,3%, respectivamente).

Como segundo indicador, es fundamental ver la transformación de la estructura productiva. Las economías emergentes vienen cambiando su vocación productiva; de commodities han evolucionado a la producción de bienes con creciente valor agregado.

A lo largo de 30 años de apertura económica, la estructura exportadora del país se ha concentrado y es menos diversificada; depende más de los bienes sin transformar de origen minero que en la segunda mitad del siglo XX. En 2019, las exportaciones mineras sin transformación son el 48% de la canasta de bienes y servicios vendidos al exterior; mientras para América Latina en promedio este indicador es del 25% y para la OCDE es de apenas 7%. Una economía emergente como Sudáfrica apenas llega al 20% en este indicador y para Singapur el dato es de 1%.

Las exportaciones colombianas de alta intesidad tecnológica apenas llegan al 2% de toda la oferta, mientras para la OCDE este indicador es de 13%; para América Latina es 9% y para Singapur es de 26%.

En síntesis, no se avanza suficiente en la cualificación de la mano de obra y ello dificulta la transformación de la oferta productiva. Seguimos siendo un país no industrializado, dependiente de la exportación de recursos naturales y atado a las importaciones de bienes intensivos en conocimiento.

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Por último, si bien la renta per cápita de Colombia ha aumentado, su volumen y tasa de crecimiento reflejan el relativo rezago con respecto a otras economías emergentes. Según el Banco Mundial, Corea del Sur tiene una renta per cápita en 2019 (a precios constantes de 2010), de 28.675 dólares; la cual se duplicó en 20 años (desde 1999). Chile la duplicó en 15 años, alcanzando los 15.091 dólares, mientras que Colombia llegó a 11.059, tomándose 35 años para duplicarla.

Como dice, Harari, el homo sapiens tiene la capacidad de fantasear y esto ha sido un motor para convertirnos en la especie dominante del planeta. Pero, cuando autodenominarse Mercado Emergente no es un instrumento que mueva a las diferentes organizacione sociales y al sector público para avanzar en una cierta dirección, sino que se convierte en una simple declaración retórica, entonces, aquella no hace ningún aporte.

A pesar de los debates que se puedan suscitar, hay un grupo de países que eran denominados subdesarrollados a finales del siglo XX y que emprendieron una ruta de transformación productiva, lo que se refleja en un cambio cualitativo de sus estructuras productivas. Corea del Sur, China o Taiwán, son países que pasaron de ser proveedores de materias primas sin procesar y de ocupar una mano de obra sin cualificar, a ser motores de las Cadenas Globales de Valor, para lo cual han desarrollado un sólido plan de inversiones en educación, ciencia y tecnología. Han sido constantes y han sido persistentes, en otras palabras, son consecuentes en la relación entre lo que declaran y lo que hacen. Eso no ha sucedido en Colombia.

 

 

 

 

Debate económico: ¿es un error subsidiar a los pobres?

Dar el pescado o enseñar a pescar: ¿Falso dilema?

El asistencialismo que caracteriza al Socialismo del Siglo XXI en Venezuela, la existencia del SISBEN en el régimen de Seguridad Social en Colombia y la actual política del presidente Santos de construir 100 mil viviendas gratis, son ejemplos de políticas asistencialistas bastante cuestionadas, especialmente desde una perspectiva neoliberal.

Frecuentemente se presentan evidencias empíricas y explicaciones que, desde diversas corrientes de la psicología o la sociología, sirven de base para argumentar que el asistencialismo estimula la inproductividad e invita a no participar en procesos productivos.

Ahora, desde la perspectiva económica, este tema tiene diversas aristas. En Europa se reconocen, por ejemplo, diferentes modelos de Estado de Bienestar. Aunque, en general, éstos se han debilitado en todo el mundo, los modelos existentes son buenos referentes para el análisis que nos proponemos.

Experiencias de Estados de Bienestar: paralelo con América Latina

El Modelo nórdico -aplicado por Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia y Holanda- se caracteriza por un alto gasto social de carácter universial y unas políticas activas para acelerar la reinserción de desempleados al mundo laboral.  En cambio el modelo continental -Alemania, Francia, Bélgica- está más centrado en la cobertura pensional y de invalidez. Sus políticas activas para la reinserción laboral son menores.

El modelo anglosajón es menos amplio en recursos pero, semejante al nórdico, también se centra en el tema laboral: subsidios para aquellos que han perdido empleo y políticas activas para recuperarlo.En el caso de los países mediterráneos, la seguridad social es mucho menor y se centra en el aseguramiento de la pensión.

De los anteriores modelos podemos destacar tres contrastes: el primero, entre aquellos países que establecen beneficios universales y los que segmentan, ya sea por incapacidad o en función de su participación en el mercado laboral. El segundo contraste tiene que ver con la finalidad: un asistencialismo dirigido a fortalecer el mercado laboral u otro que se centra en la compensación ante la ausencia de ingresos. El último contraste es cuantitativo: los nórdicos dedican grandes recursos a la seguridad social, mientras los países mediterráneos tienen un muy bajo gasto en este ítem.

Si hacemos un rápido balance de los modelos presentados, veremos que los países que aplican el modelo nórdico tienen una menor propensión al desempleo. En el modelo continental hay una gran brecha entre Alemania, con un desempleo del 6%  y el de Francia que bordea el 14%.  En la actual crisis, son los mediterráneos los que enfrentan la mayor crisis laboral, acompañados de Irlanda (anglosajón).

Si traemos este caso a la realidad latinoamericana, veremos que el panorama de los países con mayor intervención estatal (Venezuela, Argentina,  Brasil) no es menos positivo que el de aquellos que han privatizado más fuertemente su economía. De hecho, la tasa de desempleo abierto en Colombia es superior a la de los países recién enumerados. Sin embargo, Chile y Perú, con modelos neoliberales, también presentan buenos resultados en este indicador.

Ahora, una de las razones de ser de un Estado de Bienestar es la equidad. De acuerdo al índice GINI, los países que implementan el modelo nórdico se hallan entre los diez países más equitativos del mundo. Los del modelo continental aparecen entre los primeros 30 y el Reino Unido con Irlanda, entre los primeros 50. En síntesis, es evidente que el modelo nórdico ofrece mejores resultados tanto en materia de desempleo como de distribución de la riqueza.

En el caso latinoamericano hay que destacar dos elementos: el primero es que el primer país del subcontinente aparece en el puesto 66 (Argentina), seguido por Uruguay, Cuba y Venezuela. Estos países presentan una mejor distribución de la riqueza que Estados Unidos, inclusive. El segundo elemento es que, en general, hay una mejor redistribución en los países gobernados por la izquierda que en los que tienen un modelo neoliberal: México aparece en el puesto 120, Perú en el 127 y Colombia en el 150. Sin embargo, a pesar de sus avances, Brasil también ocupa uno de los últimos lugares de la lista.

Por último, están los indicadores de pobreza. La efectividad de un Estado de Bienestar se debe materializar en la reducción de la pobreza. En este caso, se da un hecho significativo: los países del modelo nórdico, al igual que Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda o Canadá, presentan los mejores indicadores con respecto a la población que vive bajo la línea de pobreza. O sea, se hallen afiliados o no al espíritu del Estado de Bienestar, los países industrializados, en general, han logrado sacar a su población de los niveles más bajos de la pobreza.

Sin embargo, paralelo a los países industrializados se destacan algunas naciones latinoamericanas: Chile tiene un porcentaje de población bajo la línea de pobreza menor que Estados Unidos. Sin embargo, para el PNUD, es tan compleja la situación de países con gobierno neoliberal -Colombia y Perú-, como la de naciones del llamado Socialismo del Siglo XXI que tienen más del 30% de su población  por debajo de la línea de pobreza.

En síntesis podemos destacar los siguientes grupos de países:

PAISES DESARROLLADOS CON MEJOR DISTRIBUCION DE RIQUEZA. Hay más equidad y menos pobreza en los Países Industrializados que poseen un Estado de Bienestar amplio, el cual, además, es activo en sus políticas para regresar a los desempleados al mundo laboral.

PAISES DESARROLLADOS CON DISTRIBUCIÓN INEFICIENTE DE RIQUEZA. Países de Europa continental y mediterránea, industrializados, con Estado de Bienestar medianamente amplio pero, ineficiente. Tienen altas tasas de desempleo y se centran en los pensionados.

PAISES DESARROLLADOS CON INJUSTA DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA. Los Países Industrializados de corte neoliberal tienen una distribución menos equitativa de la riqueza, pero su poder económico logra que poca población viva bajo la línea de pobreza.  O sea, su índice GINI no es bueno, pero no hay pobreza extrema gracias al desarrollo de su economía.

PAISES EN VIA DE DESARROLLO CON MEJOR DISTRIBUCION DE RIQUEZA. Algunos países latinoamericanos como Uruguay o Chile se caracterizan por un crecimiento más estable de su economía, el cual se traduce en menos desempleo, buen índice de GINI y poca población bajo la línea de pobreza. En este grupo se incluye a Argentina pero su crecimiento económico es muy inestable, dependiente de una economía monoexportadora de commodities.

PAISES EN VIA DE DESARROLLO CON MALA DISTRIBUCIÓN DE RIQUEZA. Perú y Colombia son economías que crecen, pero poseen alto desempleo estructural (Colombia), mucha inequidad (GINI alto) y mucha población bajo la línea de pobreza. Venezuela y Ecuador tienen más equidad pero con mucha población bajo la línea de pobreza.

Moraleja 1:crecer sin distribuir no es justo, pero distribuir sin crecer no es viable. Es necesario fortalecer el empleo formal y la seguridad social contributiva para crecer y distribuir la riqueza de manera viable y justa. El subempleo y la expansión del SISBEN -en lugar de trabajadores contribuyentes- es un ancla que no permite desarrollarnos. Atender personas con limitaciones -ancianos, enfermos- es una prioridad, pero a las personas en capacidad de trabajar hay que darles herramientas para su desarrollo: educación, salud, alimentación y un transparente mercado laboral.

Moraleja 2: Los subsidios no son malos, per se, el problema es la mala gestión. Además de enfrentar la corrupción, es necesario seleccionar bien las ayudas a la población. Subsidiar la educación, la salud o la alimentación de niños y jóvenes es invertir en el recurso humano del futuro. Igual se puede decir de la ayuda que reciban las empresas si invierten en innovación, ciencia y tecnología.

En este mismo marco, darle vivienda a los ciudadanos más pobres no sólo es un acto de justicia, sino que es una gran oportunidad de mercado. Una vivienda es un activo que convierte a una familia en sujeto de crédito, de seguros, de negocios y en actor tributario. Una vivienda propia puede hacer la diferencia entre un trabajador informal y un empresario.

 

De terremotos y otros demonios: La naturaleza matricula a Japón en el club de las economías en crisis.

Desde el 2008 hasta las fecha, pocas son las noticias favorables para la economía mundial. Después de la crisis de las subprime, la economía mundial no encuentra la senda del crecimiento sostenido. El empleo de Estados Unidos cayó abruptamente y no se ven avances importantes para su recuperación. La reelección de Obama está en entredicho. La escalada de crisis en Europa, empezando por Grecia y pasando por Irlanda y España, pareciera no tener fin. Hoy, el país ibérico presenta una tasa de desempleo que supera el 20%.

A esta cadena de desventuras se suman ahora, las crisis del Medio Oriente y Norte de África, que echan leña al fuego con el incremento en los precios mundiales del petróleo y el terremoto de Japón que puede desacelerar más a la economía mundial de cuenta de la destrucción de empleos que seguramente vivirá el país asiático en los próximos meses.

Con respecto al tema del petróleo, sólo hace falta repasar la historia. Veamos el siguiente gráficoDe otro lado está la nueva situación de Japón a raíz del terremoto, el tsunami y la crisis de la energía nuclear. Es notorio que el crecimiento económico de este país asiático no había sido de los más dinámicos en los últimos años, tal y como lo muestra la siguiente tabla:

2003 2004 2005 2006 2007
Exportaciones 9,2 13,9 7,0 9,5 2,9
PIB 1,4 2,7 1,9 2,2 3,5

Este crecimiento ha estado fuertemente apalancado en sus exportaciones, aunque, ya 2007 mostraba otra tendencia. Incluso, con respecto a los Mercados Emergentes, es evidente que Japón se ha estancado. De hecho, en 2010, su crecimiento se mantiene en tasas bajas, con la consecuencia que China desplaza a este país como la segunda economía del mundo.

Por lo tanto, en el presente, la  locomotora de la economía mundial son los Mercados Emergentes. La pregunta es si China, India y Brasil, entre otros, podrán mantener altas tasas de crecimiento, con los mercados deprimidos de Europa Occidental, Norteamérica y Japón (ver mapa).

Economía global 2011: en cuidados intensivos

Introducción:

Una mala época es una buena oportunidad para explicar que significa el término Globalización. Las economías mundiales están más conectadas desde la última década del siglo pasado que lo que lo estuvieron durante el resto del siglo XX. Eso hace que el ciclo económico posea unas correas de transmisión mucho más engrasadas y por ende, los contagios sean más rápidos y evidentes. En consecuencia, a pesar de que los precios  mundiales de commodities han impulsado el crecimiento de países subdesarrollados y los mercados emergentes más representativos salieron rápidamente de la crisis,  el riesgo de una segunda recesión sigue latente como consecuencia de los problemas de Europa, Norteamérica y Japón.

Pronóstico de crecimiento en el mundo

Según el DAES, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, las perspectivas  de crecimiento de los países industrializados para 2011 no son alentadoras:

Estados Unidos 2,2%  (0,4% menos que en 2010).

Unión Europea 1,3%  y 1,9% en 2012.

Pero, de otro lado, los mercados emergentes, según el FMI, presentan un horizonte de corto plazo más optimista. Sus proyecciones de crecimiento para 2011, son:

China: 9.6%

India 8%

Brasil 4.1% (desacelerado con respecto a 7.5% de 2010)

Rusia 4.3% (idéntico al 2010, a pesar de los excelentes precios de los combustibles, principal fuente de exportaciones de Rusia).

Todo lo anterior se sintetiza en una proyección de crecimiento global de 4.3% . Veamos gráficamente el pronóstico del FMI para el mundo en general y para los países industrializados en particular:

Sin embargo, estos pronósticos –que no son muy optimistas- pueden empeorar por variables de alta sensibilidad en el corto plazo. En concepto del DAES, los altos niveles de desempleo –agudizados con la recesión de 2008- la fragilidad financiera, la deuda soberana y la no resuelta guerra de monedas, son los mayores obstáculos de la recuperación económica.

Igualmente, para el FMI, cualquier turbulencia en los mercados de la deuda pública podría desencadenar una bola de nieve que absorbería al sector financiero, afectando la recuperación global. Además, la crisis presupuestaria de varios países de la Zona Euro desaceleró la recuperación del segundo semestre de 2010. En consecuencia, la austeridad presupuestal será recurrente en estas naciones durante 2011, lo que afectará al  crecimiento económico.

Las preguntas del 2011

¿Podrán las naciones industrializadas y China concertar compromisos en materia cambiaria; en otras palabras, frenar la guerra de monedas? La respuesta a esta pregunta no es simple, ya que un acuerdo en esta temática tiene que ver con una redistribución global de los empleos en el corto plazo. Es difícil que Europa o Estados Unidos renuncien a sus prioridades en esta materia. El desempleo estructural en Europa es alto -una bomba de tiempo para su sistema de seguridad social- mientras que Obama sabe que se juega su reelección sino muestra resultados concretos en materia de recuperación de empleos.

¿Se frenará el dominó de crisis fiscales en las naciones de la Zona Euro? La proactividad de las naciones en riesgo de contagio es fundamental. Será necesario que se realicen ajustes fiscales en el nivel nacional y que se lleven a cabo reformas institucionales en el nivel comunitario –la Zona Euro no puede seguir manejando las crisis como nacionales, éstas tienen dimensión comunitaria-.

¿Podrán ver la luz al final de túnel las negociaciones de la Ronda de Doha de la OMC? El escenario oscuro de la economía mundial en el 2011 es un ambiente altamente negativo para negociaciones comerciales. Es difícil pensar que se pueda llegar a acuerdos comerciales entre Japón, Unión Europea, Estados Unidos y los mercados emergentes, en este contexto. Esto también me sirve de argumento para pensar que el optimismo que se vislumbra en Colombia con respecto al TLC con E-U, para este 2011, también debe ser moderado. Si bien el regreso de las mayorías republicanas al Congreso  puede verse como un punto a favor, el ambiente económico no lo es.

Comentario Final:

La economía mundial enfrenta una de sus mayores encrucijadas. Después de haber derrotado al comunismo, el capitalismo requiere de una mayor concertación entre sus principales actores. Pasar del G-7 al G-20 no es un cambio cosmético. Las naciones industrializadas y los mercados emergentes deben ponerse de acuerdo y repartirse los costos de la recuperación económica. La recuperación del empleo en Europa y Estados Unidos está asociada a la dinámica económica en China y al creciente consumo de sus habitantes. Ningún país o bloque saldrá de la crisis sin el concurso de sus socios y competidores del mercado mundial.

La guerra de monedas ha sido la manifestación más evidente de la “des-concertación” entre los diferentes mercados de la economía mundial. Pero, la tasa de cambio  no es una variable independiente. La fuerte revaluación que sufren las monedas de América Latina, de Japón y de Europa se traduce en efectos de déficit fiscal y desempleo, principalmente. En consecuencia, lo que está en debate no es la estabilidad cambiaria sino la competitividad de las economías y el bienestar de las poblaciones.

Por último, los esfuerzos fiscales que se han hecho en muchos países para salir de la crisis de 2008 no son gratuitos. El déficit fiscal crece como espuma y los gobiernos tendrán que empezar a ajustar sus cinturones y deberán salir a buscar nuevos recursos para cubrir su deuda pública. El ajuste de gasto afectará directamente al empleo y la búsqueda de liquidez para cubrir sus pasivos elevará las tasas de interés, afectando la inversión privada y contrayendo nuevamente al empleo.

Crecimiento económico 2011: pronóstico reservado

Introducción: siguiendo la tradición, los analistas nacionales aprovechan la época navideña para pronosticar el desempeño de la economía en los próximos 12 meses. Sin embargo, no es viable mirar los indicadores de una economía abierta como la nuestra sin relacionarla con el comportamiento de la global e, igualmente, no tiene sentido práctico si no se le analiza en un contexto de largo plazo.

Pronósticos: Como antesala debemos decir que las cifras del año que estamos cerrando son menos alagüeñas de lo esperado por gremios y gobierno. El crecimiento económico del tercer trimestre sólo alcanzó, según el DANE, 3,6%, guarismo inferior al proyectado hace un año. De hecho, todo indica que el 2010 cerrará por debajo del 4%. Esto nos coloca dos puntos por debajo del promedio latinoamericano.

Conocedores de esa información, gremios y autoridades económicas presupuestan para 2011 un crecimiento que oscila entre 4,3% (Asobancaria) y 5% (Fedesarrollo y Andi). Banrepública y ANIF estiman que el crecimiento será cercano al 4.5%.

Factores endógenos: En estos pronósticos pesa mucho el comportamiento de la inversión y el incremento del consumo doméstico. En otras palabras, el crecimiento de la economía colombiana depende en gran medida de la recuperación del consumo de las familias, de las inversiones de nuestras empresas y de los capitales internacionales. Con respecto a los últimos, debe destacarse que continúa la concentración de estas inversiones en la industria de extracción (petróleo y gas, principalmente) y en el sector servicios: banca, comercio y telecomunicaciones, principalmente.

Lamentablemente, (ver en nuestro blog: Globalización Financiera: retos para países en desarrollo -gráfico 2-)  mucha de la inversión extranjera que llega al sector servicios se relaciona con fusiones y adquisiciones y en  menor medida con la generación de nuevas empresas. No se visualiza un redireccionamiento de estos capitales hacia la industria manufacturera o agropecuaria, donde tenemos unas ventajas comparativas importantes y un enorme potencial para la generación de empleo.

Sin embargo, debemos destacar el pronóstico optimista de la ANDI que da un peso significativo a cambios estructurales que se habrían dado en las empresas colombianas y que inciden en su competitividad de largo plazo: innovación, desarrollo de nuevos productos e inversiones en calidad.

Tema aparte representa el comportamiento del clima. Los problemas que ha vivido Colombia con el invierno afectan a la agricultura y a las vías de infraestructura, principalmente. De un lado, ello se puede traducir en malas cosechas, escasez de materias primas y alimentos, y sobrecostos de transporte por pérdidas de tiempo y dificultades de acceso. Pero, de otro lado, la concentración del presupuesto del gobierno hacia la construcción de viviendas, vías y apoyo a los damnificados, se convierte en un motor de recuperación económica que jalonará a diversos sectores de la economía colombiana.

Factores exógenos: Este moderado optimismo de los gremios y del Banco de la República se matiza con variables del orden internacional. El crecimiento depende también de las buenas relaciones con los vecinos (Ecuador y especialmente Venezuela, son dos grandes compradores de bienes manufacturados y alimentos de origen colombiano). Igualmente, el escenario gris de la economía de las naciones industrializadas pende como espada de Damocles sobre el ciclo económico global. Estas economías aún no se recuperan plenamente de la crisis financiera mundial: guerra de monedas y alto desempleo se convierten en potenciales factores de proteccionismo, baja en las importaciones y caída en los flujos de capitales hacia economías en vía de desarrollo.

Un determinante de estos factores externos será el comportamiento de la tasa de cambio. Para la banca nacional y extranjera, el dólar terminará el 2011 con una cotización  que oscila entre $1720 y $1854. Este consenso de la banca es un indicio negativo para el crecimiento de la economía colombiana. Si este dato se acompaña de un estancamiento en los países del Norte –hecho altamente probable- podría darse una baja en los precios de los commodities, lo que afectaría seriamente nuestros ingresos de exportaciones.

De igual manera, una recesión en el Norte y un dólar barato, acompañados de un sostenido consumo doméstico -según pronóstico del gobierno y los gremios-, elevarán el déficit en cuenta corriente a causa del aumento de las importaciones y la caída en los ingresos de remesas por el desempleo de los colombianos que viven en España y Estados Unidos.

Comentario final: En nuestro blog consideramos que el próximo año no será  muy bueno y que el crecimiento económico estará cercano al pronóstico menos optimista que presentan los gremios. Las razones de nuestro moderado pesimismo son:

1. Los países industrializados no salen de su crisis –de hecho, es altamente probable una nueva recesión-, lo que afectará nuestras exportaciones y los flujos de inversión. En el mediano plazo, las sombras son mayores ya que, de seguir la guerra de monedas, estaremos enfrentando un mercado con un dólar devaluado, además de un posible renacimiento del proteccionismo. El TLC con Estados Unidos seguiría empantanado y la Ronda de Doha de la OMC podría estar cerca de un fracaso definitivo.

2. La alta politización de las relaciones con Venezuela no permite ver confianza en los empresarios para incrementar inversiones de cara a exportaciones sostenibles hacia el vecino país. Venezuela era, antes de la crisis de relaciones diplomáticas, nuestro principal comprador de manufacturas.

3. La recuperación de la economía colombiana no se acompaña de un mejoramiento significativo del empleo. El desempleo sigue siendo alto y, aunque cae, el subempleo y el empleo de baja calidad que se han generado no aseguran un sostenido crecimiento del consumo doméstico.

4. Será un factor positivo el incremento gradual en el volumen de extracción y exportaciones de petróleo, lo que asegurará ingresos sostenidos de divisas en los próximos años.

5. Y, lo más destacable es el pronóstico de la ANDI sobre los cambios en innovaciones y calidad, lo que se comprobará más claramente en el mediano y largo plazo y no tanto en el 2011.

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