Crecimiento económico 2011: pronóstico reservado

Introducción: siguiendo la tradición, los analistas nacionales aprovechan la época navideña para pronosticar el desempeño de la economía en los próximos 12 meses. Sin embargo, no es viable mirar los indicadores de una economía abierta como la nuestra sin relacionarla con el comportamiento de la global e, igualmente, no tiene sentido práctico si no se le analiza en un contexto de largo plazo.

Pronósticos: Como antesala debemos decir que las cifras del año que estamos cerrando son menos alagüeñas de lo esperado por gremios y gobierno. El crecimiento económico del tercer trimestre sólo alcanzó, según el DANE, 3,6%, guarismo inferior al proyectado hace un año. De hecho, todo indica que el 2010 cerrará por debajo del 4%. Esto nos coloca dos puntos por debajo del promedio latinoamericano.

Conocedores de esa información, gremios y autoridades económicas presupuestan para 2011 un crecimiento que oscila entre 4,3% (Asobancaria) y 5% (Fedesarrollo y Andi). Banrepública y ANIF estiman que el crecimiento será cercano al 4.5%.

Factores endógenos: En estos pronósticos pesa mucho el comportamiento de la inversión y el incremento del consumo doméstico. En otras palabras, el crecimiento de la economía colombiana depende en gran medida de la recuperación del consumo de las familias, de las inversiones de nuestras empresas y de los capitales internacionales. Con respecto a los últimos, debe destacarse que continúa la concentración de estas inversiones en la industria de extracción (petróleo y gas, principalmente) y en el sector servicios: banca, comercio y telecomunicaciones, principalmente.

Lamentablemente, (ver en nuestro blog: Globalización Financiera: retos para países en desarrollo -gráfico 2-)  mucha de la inversión extranjera que llega al sector servicios se relaciona con fusiones y adquisiciones y en  menor medida con la generación de nuevas empresas. No se visualiza un redireccionamiento de estos capitales hacia la industria manufacturera o agropecuaria, donde tenemos unas ventajas comparativas importantes y un enorme potencial para la generación de empleo.

Sin embargo, debemos destacar el pronóstico optimista de la ANDI que da un peso significativo a cambios estructurales que se habrían dado en las empresas colombianas y que inciden en su competitividad de largo plazo: innovación, desarrollo de nuevos productos e inversiones en calidad.

Tema aparte representa el comportamiento del clima. Los problemas que ha vivido Colombia con el invierno afectan a la agricultura y a las vías de infraestructura, principalmente. De un lado, ello se puede traducir en malas cosechas, escasez de materias primas y alimentos, y sobrecostos de transporte por pérdidas de tiempo y dificultades de acceso. Pero, de otro lado, la concentración del presupuesto del gobierno hacia la construcción de viviendas, vías y apoyo a los damnificados, se convierte en un motor de recuperación económica que jalonará a diversos sectores de la economía colombiana.

Factores exógenos: Este moderado optimismo de los gremios y del Banco de la República se matiza con variables del orden internacional. El crecimiento depende también de las buenas relaciones con los vecinos (Ecuador y especialmente Venezuela, son dos grandes compradores de bienes manufacturados y alimentos de origen colombiano). Igualmente, el escenario gris de la economía de las naciones industrializadas pende como espada de Damocles sobre el ciclo económico global. Estas economías aún no se recuperan plenamente de la crisis financiera mundial: guerra de monedas y alto desempleo se convierten en potenciales factores de proteccionismo, baja en las importaciones y caída en los flujos de capitales hacia economías en vía de desarrollo.

Un determinante de estos factores externos será el comportamiento de la tasa de cambio. Para la banca nacional y extranjera, el dólar terminará el 2011 con una cotización  que oscila entre $1720 y $1854. Este consenso de la banca es un indicio negativo para el crecimiento de la economía colombiana. Si este dato se acompaña de un estancamiento en los países del Norte –hecho altamente probable- podría darse una baja en los precios de los commodities, lo que afectaría seriamente nuestros ingresos de exportaciones.

De igual manera, una recesión en el Norte y un dólar barato, acompañados de un sostenido consumo doméstico -según pronóstico del gobierno y los gremios-, elevarán el déficit en cuenta corriente a causa del aumento de las importaciones y la caída en los ingresos de remesas por el desempleo de los colombianos que viven en España y Estados Unidos.

Comentario final: En nuestro blog consideramos que el próximo año no será  muy bueno y que el crecimiento económico estará cercano al pronóstico menos optimista que presentan los gremios. Las razones de nuestro moderado pesimismo son:

1. Los países industrializados no salen de su crisis –de hecho, es altamente probable una nueva recesión-, lo que afectará nuestras exportaciones y los flujos de inversión. En el mediano plazo, las sombras son mayores ya que, de seguir la guerra de monedas, estaremos enfrentando un mercado con un dólar devaluado, además de un posible renacimiento del proteccionismo. El TLC con Estados Unidos seguiría empantanado y la Ronda de Doha de la OMC podría estar cerca de un fracaso definitivo.

2. La alta politización de las relaciones con Venezuela no permite ver confianza en los empresarios para incrementar inversiones de cara a exportaciones sostenibles hacia el vecino país. Venezuela era, antes de la crisis de relaciones diplomáticas, nuestro principal comprador de manufacturas.

3. La recuperación de la economía colombiana no se acompaña de un mejoramiento significativo del empleo. El desempleo sigue siendo alto y, aunque cae, el subempleo y el empleo de baja calidad que se han generado no aseguran un sostenido crecimiento del consumo doméstico.

4. Será un factor positivo el incremento gradual en el volumen de extracción y exportaciones de petróleo, lo que asegurará ingresos sostenidos de divisas en los próximos años.

5. Y, lo más destacable es el pronóstico de la ANDI sobre los cambios en innovaciones y calidad, lo que se comprobará más claramente en el mediano y largo plazo y no tanto en el 2011.

De la Guerra de Monedas a la Guerra Comercial: proteccionismo a la vista.

La FED acaba de anunciar que liberará 600 mil millones de dólares al mercado. El país dueño de la “máquina” de emisión de dólares, hará uso de su monopolio para financiar las políticas de reactivación económica. En otras palabras, el Banco Central le presta dinero al gobierno para que gaste y así estimule la demanda, la producción y el empleo en Estados Unidos. Hasta ahí todo va bien.

Pero, la economía es global. Nada que suceda en Estados Unidos va a pasar desapercibido en el resto del planeta. Lo que hace Estados Unidos no es otra cosa que reactivar el círculo vicioso acción-reacción que, en últimas, retrasará la recuperación económica global. Veamos esquemáticamente a qué nos referimos:

Estados Unidos crea dinero (dólares), en consecuencia, por la alta oferta de liquidez, se mantienen bajas las tasas de interés en Estados Unidos.  Los inversores buscan otros mercados de capitales de renta fija que tengan tasas de interés más altas: Europa, Japón y los mercados emergentes reciben más dólares.

Consecuencia cambiaria: la sobreoferta de dólares hace que se revalúen el Yen, el Euro y las monedas de los mercados emergentes (incluido Colombia). El Yuan de la china no se revalúa porque está anclado al dólar

Consecuencia Comercial: se abaratan más los productos norteamericanos y chinos y se encarecen los productos del resto del mundo.

Medidas de ajuste: ante la medida tomada por Estados Unidos, los demás países reaccionan con medidas que buscan contrarrestar los efectos de la política monetaria norteamericana. Las medidas pueden ser:

1. Los bancos centrales bajan sus tasas de interés de referencia (todos tratan de hacer esto),

2.  Los gobiernos gravan las entradas de capitales de corto plazo o establecen barreras administrativas como por ejemplo, limitar los plazos de permanencia de los capitales especulativos (Brasil).

3. Los gobiernos esterilizan sus propios ingresos de divisas (el gobierno colombiano no monetizará en el corto plazo un porcentaje de sus rentas petroleras, las dejará temporalmente en el exterior)

4. Los gobiernos hacen sacrificios fiscales (reducir déficit) para no presionar las tasas de interés con el endeudamiento público (algunos gobiernos de Europa, tal vez).

Hasta acá, la punta del iceberg. Si esta guerra de monedas no se resuelve prontamente con un “pacto de caballeros” del G-20 (qué, a propósito, se reune esta semana), entonces vendrá la artillería pesada: Proteccionismo comercial. En otras palabras, restricciones a las importaciones recíprocas entre los tres grandes centros de la economía mundial y los Mercados Emergentes puede ser el paso siguiente de esta crisis. Aranceles más altos, contingentes de importaciones y exigencias de restricciones voluntarias de exportaciones, estarán a la orden del día en la mesa de negociación geo-económica mundial.

En los actuales momentos, donde el Sistema Multilateral de Comercio, regido por la OMC, no ha logrado cerrar satisfactoriamente la Ronda de Doha que comenzó hace 10 años, nada puede ser más nocivo que una guerra comercial.  Esta puede ser peor que la actual guerra de monedas, y arrastraría a la economía mundial a una segunda recesión en menos de tres años.

OMC: ¿Qué pasa con Doha?

Los colombianos nos hemos acostumbrado a escuchar sobre los TLC (Tratados de Libre Comercio) y, además, lo hacemos con cierto optimismo. A pesar de las críticas de algunos sectores que se declaran afectados de algún TLC en particular, los medios de comunicación y el gobierno tienden a promover con bombos y platillos la llegada de estos acuerdos. Hubo regocijo por el TLC con la Unión Europea, aunque el sector lechero puso el grito en el cielo. Hay expectativas enormes por el TLC con Estados Unidos –que se halla en el fondo del congelador del Congreso de  Estados Unidos-. Igualmente, se anunciaron con orgullo los tratados con el triángulo norte de Centroamérica, con Chile o el convenio CAN-Mercosur.

Sin embargo, estos tratados no son hechos aislados, todo lo contario. Hay una búsqueda masiva de acuerdos por parte de la comunidad internacional. Los acuerdos comerciales están a la orden del día y cobijan todos los continentes. Incluso, no sólo hay TLCs, que generalmente se concentran en el libre comercio de bienes y servicios. Existen Uniones Aduaneras, que crean aduanas pluriestatales (como la naciente Unión Aduanera del Mercosur, como la Unión Aduanera de Europa Occidental o como el proyecto de la CAN). Incluso, hay mercados comunes que permiten, además, la libre migración de trabajadores y el movimiento de inversiones entre varios países (la Unión Europea es el mejor ejemplo.)

(Mapa de Sciences Po)

Ahora, estos tratados se están firmando en pequeños grupos regionales, a pesar de que 153 naciones del mundo llevan a cabo unas negociaciones comerciales globales en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC). La Ronda de Doha, así se denomina la actual negociación global, comenzó en 2001 y aborda infinidad de temas. Pero, por eso, por abordar infinidad de temas y tratar de poner de acuerdo a  tantos países es que no logra terminar.  Hagamos una síntesis de las talanqueras que no permiten que Doha llegue a buen puerto:

(gráfico: Historia de las negociaciones GATT OMC. Fuente: OMC, 1995)

1. El tema agrícola. Este es el mayor dolor de cabeza. Estados Unidos, la Unión Europea y Japón se autoabastecen de alimentos (granos, cárnicos, lácteos y azúcar) a pesar  de que poseen las peores condiciones para la producción agropecuaria. Por ello, son altamente proteccionistas: subsidios, cuotas y aranceles. De otro lado, Brasil, Argentina, Australia y otras naciones del denominado grupo G-20, son exportadores potenciales que exigen que Europa, Norteamérica y Japón abran sus mercados a la competencia mundial.

Este tema agrícola se complica con los problemas de hambre de las Naciones Menos Avanzadas (NMA) que se benefician de la compra de alimentos subsidiados de Europa y Norteamérica. Por último, la producción de biocombustibles y la preocupación por el medio ambiente enrarecen aún más las negociaciones en materia agropecuaria.

2. La propiedad intelectual. La economía mundial vive un constante debate: proteger a los investigadores que desarrollan nuevos avances de ciencia y tecnología –patentes- o asegurar el empleo y el acceso de la comunidad a los bienes y servicios. Este tema es particularmente complejo en el caso de los medicamentos. Si a los grandes laboratorios no se les protegen sus patentes, se detendrán las investigaciones para encontrar nuevas moléculas que permitan curar enfermedades que preocupan a la humanidad: VIH, hepatitis B y C, cáncer, influenza porcina, etc. Pero, de otro lado, una excesiva protección de patentes y licencias encarece los medicamentos y, en consecuencia, la  cobertura de servicios de salud pública. Gran dilema

Otros temas complejos son: comercio mundial de servicios (turismo, salud, ingeniería, transporte, comunicaciones), comercio electrónico (el mundo aún no explotado del Internet), comercio de la industria cultural (libros, televisión, cine, música) sin perjudicar la identidad cultural de los pueblos, etc.

En la Ronda de Doha está puesta toda la carne en el asador; si se llega a un acuerdo final se habrá dado un gran paso hacia un comercio más transparente y libre pero, la incertidumbre es grande y se ve más cerca una gran decepción que el descorche de botellas de champaña…Amanecerá y veremos.