Brexit o la crisis del paradigma de la integración europea.

Giovanny Cardona Montoya, febrero 01 de 2020.

 

Terminó enero y el plazo se cumplió: Brexit ya es una realidad.

Si la salida de la Gran Bretaña desencadenara un pequeño efecto dominó – Polonia, Hungría y algún otro-, se configuraría una gran crisis del modelo desarrollo basado en la integración regional: crecemos todos para desarrollar la región. Hoy los TLC masificados e interregionales no hacen parte de este paradigma, más bien son prototipos de libre comercio que buscan compensar las incapacidades de la OMC como escenario de negociaciones. El Spaguetti Bowl del que habla Baghwati es una ola de acuerdos de liberalización comercial que nada tiene que ver con el modelo de la integración para el desarrollo. Los euroescépticos están de fiesta.

Brexit es un hito en la historia de los procesos de integración regional,  los cuales se han desarrollado a lo largo de siete décadas. Cuando me refiero a procesos de integración regional estoy hablando de experiencias que se pueden entender desde alguna de las siguientes perspectivas:

- Acuerdos Comerciales que se inspiran en la unión de las naciones de Europa Occidental, lo que hoy conocemos como la Unión Europea;

- Procesos de integración reconocidos por el Acuerdo General de la OMC, ya sea, en calidad de zonas de libre comercio o de uniones aduaneras (aunque su profundidad pueda ser mayor, alcanzando el nivel de mercados comunes o de uniones económicas). El artículo XXIV y la Claúsula de Habilitación, reconocen a estos acuerdos como excepciones al principio de Comercio Sin Discriminación de la OMC;

- Procesos regionales de unificación de mercados y políticas económicas con el fin de estimular el desarrollo económico ampliado (crecen las economías nacionales en la medida que se fortalece la región como un todo). Estos procesos nacieron con una base ideológica proteccionista basada en el paradigma del Estructuralismo y el Neoestructuralismo (Cepal 1960-1980)

El primer hito de esta historia es el inicio de la integración europea de la segunda post-guerra mundial (1951): la CECA -Comunidad Económica del Carbón y el Acero-, Euratom y luego el Mercado Común Europeo. Con estrategias diferentes, pero propósitos semejantes, la Unión Soviética y sus aliados crearon el CAME -Consejo de Ayuda Mutua Económica-. Sin embargo, con el muro de Berlín, en 1989, también se vino abajo el proyecto de integración económica de Europa del Este.

El bloque europeo nace con un propósito siamés: evitar que se cimente una nueva guerra (asegurar que Alemania no se vuelva a levantar en armas contra sus vecinos) a la vez que se construye un desarrollo económico regional, entre otras, protegiéndose de la expansión del comunismo pro-soviético.

ingreso a la zona euro

El segundo hito es la réplica del modelo europeo en otras latitudes: ASEAN (Sudeste Asiático), MCCA, ALALC-ALADI (América Latina) y otros casos en el continente africano.

bloques en el mundo

El Tercer hito es NAFTA (TLCAN) que se convierte en 1994 en el primer germen de un bloque comercial que integra naciones industrializadas con un referente del tercer mundo (México). Este hito es, a la vez, el inicio del denominado Regionalismo Abierto que transforma el carácter proteccionista de la integración en un eslabón nuevo del Neoliberalismo Globalizador. Con el NAFTA vino una ola de acuerdos comerciales interregionales (TLC) con bajos niveles de profundidad en materia de integración pero que se convirtieron en vehículo para expandir el libre comercio comercial -una especide de “operación avispa” del librecambio mundial ante la ineficiencia de la OMC como escenario de negociaciones comerciales-.

El supuesto Regionalismo Abierto pretende fortalecer la integración latinoamericana abriendo las fronteras a terceros países, a través de las aperturas económicas y los TLC, sin embargo, lo único evidente es que se ha detenido el proceso de industrialización en la mayoría de los países y se han congelado los tratados regionales como CAN y Mercosur.

El supuesto Regionalismo Abierto pretende fortalecer la integración latinoamericana abriendo las fronteras a terceros países, a través de las aperturas económicas y los TLC, sin embargo, lo único evidente es que se ha detenido el proceso de industrialización en la mayoría de los países y se han congelado los tratados regionales como CAN y Mercosur.

Aunque la OMC reconoce todos estos TLC como excepciones al principio de Comercio Sin Discriminación, es claro que su espíritu no es exactamente de integración económica, sino de liberalización comercial. Sin embargo, el TLCAN se ha convertido en un verdadero bloque en tanto el comercio intrarregional es el más significativo para Canadá y México, a la vez que tiene un creciente peso en la balanza comercial de Estados Unidos.

comercio mundial 2016

El NAFTA -TLCAN- y el comercio intraasiático aparecen como flujos intrarregionales de mercancías de gran significado para el mundo. El comercio al interior de la UE es equivalente a 25% del comercio mundial. Este último es el mayor flujo comercial del planeta.

 

El cuarto hito es el Brexit. La salida de la Gran Bretaña abre un boquete al bloque europeo.Con una población superior a los 65 millones de habitantes, Gran Bretaña aparece en el top 10 del PIB mundial y en el puesto 22 del PIB per cápita. O sea, en términos absolutos es -hasta hoy- un jugador muy grande dentro de la Unión Europea.

La isla tiene el 3o PIB del bloque, el cual equivalía a casi 10% del de toda la Unión Europea (aproximadamente 2.5 billones de euros en 2018, contra un PIB regional de 25 billones de euros).  La Unión Europea es fuente del 34% de las exportaciones del mundo, 65% de las cuales tienen como destino un país del bloque. En este contexto, 47% de las exportaciones de la Gran Bretaña van dirigidas a Europa (2016).

Según la OMC, entre 2016 y 2017, Gran Bretaña fue el 5o exportador del bloque (cerca de 5oo mil millones de dólares), muy cerca de Francia (3o) e Italia (4o). Alemania y Holanda son, de lejos, las potencias exportadoras del bloque. Sin embargo, es menester destacar que Gran Bretaña aparece en el top 10 del planeta. Ahora, otro dato que le da relevancia a la Gran Bretaña en el contexto de la economía europea y del mundo es el hecho que aparece como el 2o exportador mundial de servicios -por delante de Alemania- y el 6o importador en el ramo.

¿Qué es lo que está en juego?

La Unión Europea no sólo es un acuerdo comercial (libre comercio de mercancías y de servicios); tambien es una Unión Aduanera (un territorio regional aduanero administrativamente integrado) y un mercado común (con un régimen integrado para el movimiento de personas y capitales). Por último, los integrantes del bloque europeo comparten algunas políticas comunitarias, por ejemplo la PAC (política agropecuaria comunitaria). Todo esto está en juego.

A partir del 31 de enero de 2020 comienza un período de transición que va hasta diciembre, en este plazo se negociarán nuevos acuerdos para que Brexit “no sea tan doloroso” para empresas y ciudadanos. Aranceles nuevos, trámites que eran inexistentes y ahora son necesarios, derechos civiles que desaparecen (al convertirse las empresas y las personas en extranjeros), nuevos sobrecostos, restricciones y prohibiciones; son las nuevas realidades que pueden llegar a caracterizar las relaciones socio-económicas entre la Gran Bretaña y la Unión Europea. Se cuenta con apenas 11 meses para elaborar un nuevo régimen que evite que el “nuevo muro” que se construye en Europa sea más restrictivo que lo que fue el de Berlín.

¿Qué esperar en el corto y mediano plazo?

– Un año lleno de incertidumbre sobre lo que serán las nuevas relaciones económicas a partir de 2021, cuando termine la transición y se firme un nuevo acuerdo entre la UE y la GB.

– Incertidumbre para ciudadanos europeos y británicos que habitan a lado y lado del canal de la Mancha. Su condición migratoria puede cambiar dramáticamente.

– Emigración de empresas extranjeras que se beneficiaban del régimen comunitario y que se hallan instaladas en Gran Bretaña.

– Gestión diplomática acelerada y profunda para que los británicos firmen TLC con naciones de otras latitudes con las que han tenido regímenes comerciales preferenciales pero a través de la UE. Ahora cada país del resto del planeta tendrá que firmar con Londres un acuerdo independiente para restaurar los beneficios que se tenían a través de la Unión Europea.

– Desaceleración del Comercio y de las Inversiones entre el continente europeo y la Gran Bretaña.

– Desaceleración en el crecimiento del PIB del continente y de la isla.

– Posible devaluación de la moneda británica y del Euro con respecto al dólar americano.

En lugar de conclusiones:

Lo que suceda en esta nueva etapa de relaciones entre la Gran Bretaña y la Unión Europea  será referente para los euroescépticos que pululan por todo el bloque (especialmente en Italia, en Hungría y en Polonia). Pero, de otro lado, el Reino Unido verá abiertas nuevamente las venas de su posible desintegración: Irlanda del Norte sufrirá nuevamente las fronteras que los distancian de sus hermanos del Sur, a la vez que los escoceces, quienes votaron No al Brexit, revivirán el debate de su independencia.

De igual manera, servirá de base para nuevas reflexiones (académicas, políticas y empresariales) sobre lo que significa el paradigma de la integración europea en comparación con el Regionalismo Abierto.

La integración regional ya estaba en crisis en América Latina (ni la CAN, ni Mercosur, ni los países centroamericanos han logrado consolidar una Unión Aduanera plena), pero ahora la crisis se vive en continente que les ha servido de inspiración por más de medio siglo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Brexit: se derrumba el paradigma de la integración regional.

Giovanny Cardona Montoya

Junio 26 de 2016.

 

El año en que falleció Bela Balassa, economista húngaro egresado de Yale, comenzaba yo a “adoctrinar” a mis alumnos con las etapas de la integración económica, apoyado en los postulados de este célebre autor. Hoy, 25 años después, y en medio de su peor crisis, me mantengo firme en esta convicción: la integración regional es un modelo viable para lograr el desarrollo mancomunado de diversos pueblos.

Con los resultados del Brexit el pasado jueves (23 de junio), las bolsas de valores andan en pánico, a la vez que el lenguaje de los voceros de la UE hacia las autoridades del Reino Unido se percibe agresivo y un poco intimidante: “si se van a ir, deben hacerlo inmediatamente”. Pero, el Brexit no es algo aislado, sino que es la cereza que se derrite en el pastel de un modelo de integración que se desmorona desde hace un cuarto de siglo.

 

¿Cuál es el paradigma original?

Si lo repasamos desde una perspectiva teórica (Balassa), la integración regional comienza con la liberalización comercial (Zonas de Libre Comercio), luego llegaría la etapa de la creación de una única aduana regional (Unión Aduanera), lo que exige que los países miembros renuncien a esta función soberana. Posteriormente se desarrolla el Mercado Común,  permitiendo que los inversionistas y los trabajadores de la región puedan movilizarse con la tranquilidad legal de encontrarse en su mercado doméstico. Paralelo a estas etapas, se van unificando las políticas macroeconómicas y sectoriales: agropecuario, moneda única, impuestos unificados, infraestructura regional, sistema educativo, etc.

Este modelo se ha venido probando durante más de sesenta años en Europa, ya que, además de un mercado integrado de bienes y servicios, el continente se unificó para las inversiones y los trabajadores. Como complemento, se creó una política agropecuaria comunitaria, se coordinan políticas fiscales, se crea la Zona Euro (a la que no pertenecen todos los países de la UE)  y se desarrollan diversas políticas sectoriales de carácter supranacional. Como resultado de todo ésto, Europa se ha convertido en el ejemplo más  desarrollado de integración regional por sus resultados: 25% del comercio mundial es intraeuropeo y éste representa el 71% de las exportaciones de los países europeos. En términos de bienestar hay que reconocer que con su integración, el continente europeo reconstruyó su economía después de la segunda guerra mundial, se industrializó, desarrolló su economía rural y sacó de la pobreza a los países mediterraneos y a Irlanda. Europa para los europeos, diría yo, parodiando al expresidente Monroe de Estados Unidos.

Una Europa integrada, aunque con diferentes niveles de profundidad: no todos se vinculan a la Zona Euro.

Una Europa integrada, aunque con diferentes niveles de profundidad: no todos se vinculan a la Zona Euro.

Haciendo una lectura rápida, podemos reconocer que ASEAN en el sudeste asiático, ALALC-ALADI en América Latina son experiencias de integración inspiradas en el modelo europeo, aunque nunca llegaron a profundizarse, ni siquiera han logrado consolidar una Unión Aduanera (el primer nivel de supranacionalidad en el modelo de Balassa).

Sin embargo, la integración europea nació política, no económica; y es aquí donde el paradigma muestra su verdadera debilidad. Churchill llegó a considerar que sólo la creación de los Estados Unidos de Europa evitaría que el continente siguiera siendo un campo de guerra. Más comprometidos con esta idea, los “Padres Fundadores” -Monnet, Schuman, Adenauer y Bech- dieron pasos concretos para materializar la integración del continente.

Bech, entonces Primer Ministro de Luxemburgo, propuso el primer acuerdo el que consistió en la creación de la CECA, Comunidad Económica del Carbón y el Acero, para asegurar que ningún país tuviera pleno control sobre estas  materias primas, las cuales eran fundamentales para el desarrollo de la industria de armamentos de la  época. Era claro que Francia y Alemania, principalmente, se proponían crear un ambiente que inhibiera nuevas guerras en el continente, Benelux e Italia fueron socios comprometidos en este proyecto.

 

Crisis del paradigma.

El modelo de integración por etapas conlleva una gradual concertación de políticas e instituciones que se originan en la soberanía del Estado-nación. En la medida que se profundiza la integración  los compromisos pasan de intergubernamentales a supranacionales. En otras palabras, la integración regional nació como un modelo que reta a una tradición de varios siglos de unas relaciones internacionales y una soberanía, centradas en la supremacía de los Estados; la integración regional no sólo produce efectos económicos, también afecta la lógica de la política y las lealtades de los ciudadanos.

Así, la Unión Europea tiene una fuerte base política que se confirma con los Criterios de Copenhague de 1993, los cuales establecen que para ser miembro de la Unión Europea se debe ser un Estado democrático, donde impere la ley, los derechos humanos y se respeten las minorías. En este mismo contexto, el bloque europeo ha consolidado un régimen común de asilo, el cual se deriva de la convicción de unos derechos humanos realmente universales. Sin embargo, la realidad geopolítica que vive Europa, con un terrorismo fundamentalista que les persigue y una crisis humanitaria de inmigración  originiaria de Siria, han exhacerbado los espíritus nacionalistas de izquierda (obreros) y derecha (conservadores), que comienzan a ver en la Unión Europea el germen de la destrucción de un bienestar que, paradójicamente, la misma integración les ha proporcionado por décadas.

No sería extraño que detrás de Reino Unido se vengan intentos viables de separación en Grecia, Irlanda, Holanda e Italia. Incluso, la salida de Reino Unido de la Unión Europea puede motivar otro tipo de nacionalismos, como  el de los irlandeses del norte o los escoceses que son más proclives a la integración europea. La decisión tomada por los ingleses puede traerle a Londres nuevas consecuencias separatistas no esperadas.

Sin embargo, y esta es mi hipótesis, la crisis de este paradigma no nace con Brexit sino con el espíritu neoliberal que han adquirido los procesos de integración, desconociendo las dimensiones sociales y políticas de los mismos. Así, el proyecto de Constitución Europea fracasó a mediados de la década pasada ya que los conservadores lo vieron como una afrenta a la identidad nacional y los de izquierda como un instrumento demasiado neoliberal dedicado a la integración de flujos económicos y, de ningún modo, a la consolidación de dinámicas interculturales con impactos sociales.

De igual modo, a finales de los 80s, los países latinoamericanos renunciaron a un desarrollo socio-económico integrado a partir de la industrialización y la construcción de mercados ampliados, para aventurarse en la firma de TLC con Estados Unidos, Europa y este asiático  (supuesto Regionalismo Abierto). Así, los sueños de una Unión Aduanera del Mercosur o en la CAN se han diluido, y la integración no pasa de ser un proceso de liberalización del comercio. De hecho, aunque la crisis de la CAN se pueda explicar por las diferencias de modelo político de Ecuador y Bolivia con respecto al de Colombia y Perú, todo indica que la alternativa que eligió Colombia, Alianza del Pacífico,  tampoco va a trascender, porque es de carácter intergubernamental y, en consecuencia, los esfuerzos que se hagan para profundizar la integración estarán siempre sujetos a los vaivenes electorales de cada país. Sin supranacionalidad no hay una verdadera integración, y los TLC no buscan nada de esto, solo una apertura de mercados para el desarrollo de las cadenas globales de producción de bienes y servicios.

 

El supuesto Regionalismo Abierto pretende fortalecer la integración latinoamericana abriendo las fronteras a terceros países, a través de las aperturas económicas y los TLC, sin embargo, lo único evidente es que se ha detenido el proceso de industrialización en la mayoría de los países y se han congelado los tratados regionales como CAN y Mercosur.

El supuesto Regionalismo Abierto pretende fortalecer la integración latinoamericana abriendo las fronteras a terceros países, a través de las aperturas económicas y los TLC, sin embargo, lo único evidente es que se ha detenido el proceso de industrialización en la mayoría de los países y se han congelado los tratados regionales como CAN y Mercosur.

En lugar de conclusión.

La crisis del paradigma de la integración nace con el neoliberalismo que desestimó su carácter holístico (económico, político, social) y gradual (etapas de la integración) para convertirlo en un mero vehículo de liberalización comercial que dé respuesta a los interes de las compañías multinacionales. Sin embargo, en el caso de la Unión Europea, si se desea remozar el sueño de los padres de la integración y detener una posible desbandada, se hace necesario pensar en tres decisiones:

1. Crear un pleno Banco Central, para que la política monetaria no sea direccionada por las economías más fuertes, tal y como le tocó sufrir a Grecia en la reciente crisis, donde el interlocutor del gobierno helénico no estaba en Bruselas sino en Berlín;

2. Repensar el modelo de una Europa a diferentes  velocidades, ya que es evidente que hay países que frenan o desestimulan el proceso integrador (no sólo Reino Unido, también hay que pensar en Polonia, por ejemplo.); y

3. Retomar el espíritu holístico de la integración, de otro  modo, el miedo al desempleo local y al terrorismo, será caldo de cultivo para detener la integración de las personas, que no sólo representan el mercado laboral, sino que son la base de una real integración intercultural.

 

 

Europa…y el mundo, bajo las ruinas de Grecia.

En 2008, la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos explotó y ello empujó a la economía global hacia una recesión que se venía incubando desde mediados de 2007. Pero, esto sólo fue el comienzo de una de las crisis (desaceleración-recesión) más extendidas de la historia económica del capitalismo. El 4 de octubre de 2009, el nuevo gobierno socialista de Grecia (PASOK) reconoció que los indicadores publicados de déficit fiscal y deuda no reflejaban la realidad de su país. En consecuencia, después de su revisión, el primero, acumulado en 2009, pasa a ser de 12,7% y la deuda se eleva hasta el 113,4% del PIB. Aquí inició la denominada crisis griega, la cual desató una “culebra de dominó” que gradualmente ha ido empujando al abismo a otros países de la zona euro. Hoy se encuentra en cuidados intensivos la economía española y todo indica que Italia pasa a revisión médica.  

El problema, en pocas palabras.

Si estas economías – Grecia, España, Italia- se encuentran altamente endeudadas y tienen un déficit fiscal muy alto (ver los dos gráficos siguientes), entonces, no son confiables para los mercados financieros. Una economía europea desacelerada, o sea con pocas posibilidades de incrementar sus ingresos (exportaciones e impuestos), preocupa a los inversionistas y se traduce en una baja por parte de las calificadoras de riesgo con un consecuente incremento en los intereses de sus bonos de deuda. O sea, desde todo punto de vista, les es más difícil financiar el déficit fiscal y cubrir sus compromisos de deuda.

Ante esta realidad, la ortodoxia monetarista –liderada por el gobierno de la Canciller Merckel de Alemania- se ha impuesto: los gobiernos de Grecia, España y próximamente Italia (tal y como lo hicieron antes Irlanda y Portugal) implementan planes de ajuste que involucran reducción del Gasto Público, disminución de la nómina de empleados públicos y reducción de salarios. En otras palabras: más desaceleración de la economía.

En consecuencia, Europa ha escogido un camino difícil: si se reduce el déficit fiscal y el nivel de endeudamiento llega a números aceptables, entonces, las tasas de interés bajarán, la calificación de riesgo mejorará, los inversionistas regresarán, se creará empleo y la economía tomará la senda de la recuperación y el crecimiento. Pero, tres años después, la receta no parece haber dado resultados satisfactorios. El enfermo sigue grave.

Una propuesta alternativa.

Sin embargo, no todos comparten esta receta. El debate está abierto. Francia ha dado un giro a la izquierda y, en consecuencia, Alemania ha perdido su aliado más incondicional en la zona euro: Zarkozy. Ahora, el nuevo gobierno de Francia (Hollande) reclama que se combinen medidas de ajuste fiscal con políticas de estímulo al empleo. Además, a los socialistas franceses es posible que este domingo 17 de junio se les una un nuevo gobierno griego que no esté dispuesto a seguir aplicando ajustes que buscan reducir el déficit pero que no dan resultados y, en cambio, sí deterioran el ambiente social y político de los helénicos.    

En pocas palabras, Europa vive una en una desaceleración-recesión que se le está volviendo crónica. Para salir del problema, los gobiernos de sus países –a falta de un banco supranacional europeo con plenitud de poderes en materia monetaria- están enfrascados en un debate: un ajuste que logre bajar el déficit y la deuda a través de un menor Gasto Público o un ajuste acompasado de políticas expansivas que estimulen el empleo, el crecimiento y, en consecuencia el aumento de los ingresos.

Pero, frente a este debate de propuestas para salir de la crisis, las elecciones griegas de este domingo 17 de junio pueden provocar un cambio cualitativo en su evolución.

Escenarios futuros de corto plazo

Si bien no hay partidos favoritos y todo indica que ningún posible vencedor será un “anti-integracionista”, existe un verdadero riesgo de que Grecia salga de la zona euro. ¿La razón? Es posible que la coalición de gobierno que se conforme no esté dispuesta a seguir aplicando a rajatabla el plan de ajuste que tantos dolores de cabeza, sociales y políticos, le ha producido al país. En otras palabras, aunque los líderes griegos no tengan un discurso anti-euro, su oposición al  ajuste exigido puede obligar a los helenos a salir del bloque monetario.

 En consecuencia, nos hallamos ante dos escenarios posibles:

1. Grecia se ve forzada a abandonar la zona euro –en mi opinión, el escenario más improbable-. Los mercados reaccionarán negativamente y la banca central europea, al igual que el gobierno alemán, tendrán que salir a proteger el Euro. Si bien es probable que la volatilidad en sí no sea muy fuerte que lo que ha sido en este último año, la tarea de España y de Italia se verá en mayores dificultades porque la confianza de los inversionistas seguirá deteriorándose. El ajuste de ibéricos e itálicos encontrará un mercado financiero más pesimista, lo que obligará a los alemanes en particular, y al bloque como un todo, a maniobrar con cuidado para evitar que otra nación se vaya a caer de la barca.

2. Alemania pierde la batalla con el nuevo gobierno francés y se da un giro a las políticas de ajuste. Grecia sigue en la Eurozona ya que se negocian nuevos términos para el ajuste. La emisión de eurobonos compensará el pesimismo de inversionistas privados y el mercado se moverá en un escenario mixto en el que se siguen aplicando medidas para reducir el déficit, a la vez que se implementan políticas expansionistas para estimular el empleo. Los gobiernos de España e Italia también ganarían margen de gobernabilidad en sus países. Este escenario puede llegar a ser el inicio de una nueva etapa de la integración: Unión Fiscal y un Banco Central Europeo con mayores poderes supranacionales.

El tiempo dirá si la medicina que se escoja es la correcta y si se aplica en las dosis adecuadas para sacar a Europa de la crisis, consolidándose el proceso integrador en nuevas dimensiones: fiscales y monetarias. O, si por el contrario, ya es tarde para este enfermo crónico, y tal vez estamos asistiendo al deceso de un paciente terminal: el Euro.

   

 

 

Economía 2012: ¿más incierta que la Profecía Maya?

Preguntas no resueltas en el 2011….tarea pendiente para el 2012

1. ¿Para dónde va la Unión Europea? Más que la crisis del ciclo económico, que muestra una Europa estancada que no logra encontrar la senda del crecimiento, lo que realmente se ha desnudado en este 2011 es la falta de voluntad supranacional de la Unión Europea. La actual crisis ha ratificado el escepticismo de la Gran Bretaña para incursionar en niveles más profundos de integración, a la vez que se evidencia el “padrinazgo” que ejerce Alemania sobre los demás integrantes del bloque.

En consecuencia, queda la pregunta si el nuevo compromiso de una mayor disciplina fiscal –máximo 0.5% de déficit estructural y  sanciones si se supera el umbral del 3%- es un primer paso para incursionar en mayores niveles de integración: dotar al Banco Central Europeo –BCE- de un mayor rol supranacional, hasta convertirlo en un verdadero banco central. O sea, un emisor, prestamista de prestamistas, regulador del sistema crediticio y garante unitario de la sanidad monetaria.

Evidentemente hay muchos actores que no quieren llegar tan lejos: el eje de poder franco-alemán -dueño del poder económico actual-, Gran Bretaña y otros euroescépticos que consideran inevitable pertenecer al bloque pero que no desean que se profundice más la integración.

2. ¿Salió Estados Unidos de la crisis? El gobierno de Obama está viviendo una coyuntura favorable: el desempleo ha cedido en los últimos meses, colocándose en los niveles más bajos desde que estalló la crisis. Pero, no es evidente que la tendencia vaya a continuar por largo tiempo.

Obama enfrenta un año electoral, sus decisiones de política económica se moverán entre los retos estructurales de la potencia norteamericana y los cálculos de coyuntura electoral. La austeridad fiscal requerida podría tropezarse con un conflicto militar que enfrente a Estados Unidos con los imames chiitas de Persia. Esta posibilidad alteraría el gasto público norteamericano y el precio mundial de combustibles.

3. ¿Se desacelerará definitivamente China?  Aunque las tasas de crecimiento de China, India y otros mercados emergentes son envidiables para cualquier nación del mundo, la realidad es que cada punto porcentual que dejan de crecer, afecta la dinámica de la economía global. Es evidente que la locomotora del mundo son China e India, por lo tanto, su ritmo de crecimiento marca la pauta para el resto del planeta.

Lo que estamos construyendo es un algoritmo. Si la Unión Europea y Estados Unidos no salen definitivamente del estancamiento en el que se hallan, es muy difícil que los países emergentes mantengan la tasa de crecimiento que los ha caracterizado en los últimos años. ¿La razón?: Los países industrializados siguen siendo las economías de mayor ingreso en el mundo, en consecuencia, si las naciones del Norte no compran, China, India, Brasil, Corea, Taiwán, etc., tendrían que reducir su ritmo de producción. El mercado doméstico de estas naciones, aún caracterizado por una población con un bajo ingreso per-capita, no alcanza a reciclar la producción que se deje de vender al mundo desarrollado.

4. ¿Seguirán altos los precios de commodities? Esta es una pregunta crítica para economías latinoamericanas como Argentina, Colombia, Perú o Venezuela, principalmente. Si Europa, Estados Unidos y Japón siguen estancados, China no podrá acelerar su crecimiento y, por ende, bajará su demanda de materias primas. Este es el factor que puede mantener a la baja los precios mundiales de commodities.

Pero hay factores geopolíticos y climáticos a tener en cuenta. Los tambores de guerra que suenan en Irán y Siria, podrían poner nervioso al mercado de futuros e, incluso, afectar la oferta mundial de combustibles fósiles. Los chiitas de Irán colocan 2.5 millones de barriles diarios de petróleo –casi tres veces las exportaciones colombianas del combustible-, lo que pone nerviosos a los inversionistas y expone al mercado a una posible caída del abastecimiento. En consecuencia, hay elementos de juicio para pensar que los precios mundiales de combustibles podrían subir en 2012.

De otro lado, la incertidumbre ambiental cada vez incide más sobre los mercados. Las cosechas de granos –soja, café, trigo, maíz, etc.- pueden ser afectadas por lluvias imparables o por sequias incesantes, lo que altera la oferta mundial y, consecuentemente, sus precios. Adicionalmente el frío del invierno, en los países con estaciones, también marca el comportamiento del consumo de combustibles fósiles: petróleo y gas. He ahí otro factor de incertidumbre para los precios mundiales de commodities.

5. ¿Cómo le irá a Colombia? Es evidente que nuestro país depende de esta secuencia que acabamos de analizar. Somos un país exportador de commodities, altamente dependientes de la inversión extranjera y con un mercado doméstico subdesarrollado, con grandes grupos poblacionales sin capacidad de compra. Si China se desacelera y los países industrializados se mantienen estancados, no sólo se afectarán nuestras exportaciones de petróleo, carbón, café y ferroníquel, sino que la inversión extranjera podría menguarse un poco.

Con respecto al mercado interno, no hay mucho que esperar en el corto plazo. Aunque se ha concertado el salario mínimo -lo que siempre es una buena noticia-, el desempleo se halla por debajo de los dos dígitos y el TLC entrará en vigencia,  dos años de crudo invierno han hecho mucho daño a la infraestructura y a la sociedad, lo que obligará al Estado a invertir en reconstrucción y redistribución no presupuestada de riqueza en beneficio de los más afectados por el desorden climático: la coyuntura aplazará tareas estructurales pendientes.

Sin embargo, 2012 será año de grandes decisiones que no producirán impacto inmediato pero que tienen que ver con el futuro del país: la reforma a la educación, que no  sólo tiene que ver con la equidad sino especialmente con la competitividad (no habrá economía eficiente sin un recurso humano educado, innovador y emprendedor) y la formalización del empleo. Este último no sólo incide sobre el ingreso de los trabajadores, sino que dará la pauta para hacer viable en el largo plazo al Sistema de Seguridad Social; no es sostenible un Régimen de Seguridad Social que tiene tanto agente subsidiado y tan poco cotizante.

Muy seguramente la Profecía Maya no se hará realidad y en diciembre de 2012 estaremos nuevamente comiendo natilla con buñuelos. Pero, si el país no toma decisiones radicales en los temas de la educación, la seguridad social y la infraestructura; el tren del desarrollo pasará de largo por nuestra estación y nosotros nos quedaremos viéndolo pasar…cada vez más empobrecidos.

Economía global 2011: en cuidados intensivos

Introducción:

Una mala época es una buena oportunidad para explicar que significa el término Globalización. Las economías mundiales están más conectadas desde la última década del siglo pasado que lo que lo estuvieron durante el resto del siglo XX. Eso hace que el ciclo económico posea unas correas de transmisión mucho más engrasadas y por ende, los contagios sean más rápidos y evidentes. En consecuencia, a pesar de que los precios  mundiales de commodities han impulsado el crecimiento de países subdesarrollados y los mercados emergentes más representativos salieron rápidamente de la crisis,  el riesgo de una segunda recesión sigue latente como consecuencia de los problemas de Europa, Norteamérica y Japón.

Pronóstico de crecimiento en el mundo

Según el DAES, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, las perspectivas  de crecimiento de los países industrializados para 2011 no son alentadoras:

Estados Unidos 2,2%  (0,4% menos que en 2010).

Unión Europea 1,3%  y 1,9% en 2012.

Pero, de otro lado, los mercados emergentes, según el FMI, presentan un horizonte de corto plazo más optimista. Sus proyecciones de crecimiento para 2011, son:

China: 9.6%

India 8%

Brasil 4.1% (desacelerado con respecto a 7.5% de 2010)

Rusia 4.3% (idéntico al 2010, a pesar de los excelentes precios de los combustibles, principal fuente de exportaciones de Rusia).

Todo lo anterior se sintetiza en una proyección de crecimiento global de 4.3% . Veamos gráficamente el pronóstico del FMI para el mundo en general y para los países industrializados en particular:

Sin embargo, estos pronósticos –que no son muy optimistas- pueden empeorar por variables de alta sensibilidad en el corto plazo. En concepto del DAES, los altos niveles de desempleo –agudizados con la recesión de 2008- la fragilidad financiera, la deuda soberana y la no resuelta guerra de monedas, son los mayores obstáculos de la recuperación económica.

Igualmente, para el FMI, cualquier turbulencia en los mercados de la deuda pública podría desencadenar una bola de nieve que absorbería al sector financiero, afectando la recuperación global. Además, la crisis presupuestaria de varios países de la Zona Euro desaceleró la recuperación del segundo semestre de 2010. En consecuencia, la austeridad presupuestal será recurrente en estas naciones durante 2011, lo que afectará al  crecimiento económico.

Las preguntas del 2011

¿Podrán las naciones industrializadas y China concertar compromisos en materia cambiaria; en otras palabras, frenar la guerra de monedas? La respuesta a esta pregunta no es simple, ya que un acuerdo en esta temática tiene que ver con una redistribución global de los empleos en el corto plazo. Es difícil que Europa o Estados Unidos renuncien a sus prioridades en esta materia. El desempleo estructural en Europa es alto -una bomba de tiempo para su sistema de seguridad social- mientras que Obama sabe que se juega su reelección sino muestra resultados concretos en materia de recuperación de empleos.

¿Se frenará el dominó de crisis fiscales en las naciones de la Zona Euro? La proactividad de las naciones en riesgo de contagio es fundamental. Será necesario que se realicen ajustes fiscales en el nivel nacional y que se lleven a cabo reformas institucionales en el nivel comunitario –la Zona Euro no puede seguir manejando las crisis como nacionales, éstas tienen dimensión comunitaria-.

¿Podrán ver la luz al final de túnel las negociaciones de la Ronda de Doha de la OMC? El escenario oscuro de la economía mundial en el 2011 es un ambiente altamente negativo para negociaciones comerciales. Es difícil pensar que se pueda llegar a acuerdos comerciales entre Japón, Unión Europea, Estados Unidos y los mercados emergentes, en este contexto. Esto también me sirve de argumento para pensar que el optimismo que se vislumbra en Colombia con respecto al TLC con E-U, para este 2011, también debe ser moderado. Si bien el regreso de las mayorías republicanas al Congreso  puede verse como un punto a favor, el ambiente económico no lo es.

Comentario Final:

La economía mundial enfrenta una de sus mayores encrucijadas. Después de haber derrotado al comunismo, el capitalismo requiere de una mayor concertación entre sus principales actores. Pasar del G-7 al G-20 no es un cambio cosmético. Las naciones industrializadas y los mercados emergentes deben ponerse de acuerdo y repartirse los costos de la recuperación económica. La recuperación del empleo en Europa y Estados Unidos está asociada a la dinámica económica en China y al creciente consumo de sus habitantes. Ningún país o bloque saldrá de la crisis sin el concurso de sus socios y competidores del mercado mundial.

La guerra de monedas ha sido la manifestación más evidente de la “des-concertación” entre los diferentes mercados de la economía mundial. Pero, la tasa de cambio  no es una variable independiente. La fuerte revaluación que sufren las monedas de América Latina, de Japón y de Europa se traduce en efectos de déficit fiscal y desempleo, principalmente. En consecuencia, lo que está en debate no es la estabilidad cambiaria sino la competitividad de las economías y el bienestar de las poblaciones.

Por último, los esfuerzos fiscales que se han hecho en muchos países para salir de la crisis de 2008 no son gratuitos. El déficit fiscal crece como espuma y los gobiernos tendrán que empezar a ajustar sus cinturones y deberán salir a buscar nuevos recursos para cubrir su deuda pública. El ajuste de gasto afectará directamente al empleo y la búsqueda de liquidez para cubrir sus pasivos elevará las tasas de interés, afectando la inversión privada y contrayendo nuevamente al empleo.

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