TLC con E-U en el spaguetti bowl del comercio mundial: ¿una oportunidad?, sí; ¿la tierra prometida?, no.

Este martes 15 de mayo de 2012 es “quincena” para los exportadores colombianos, el TLC con Estados Unidos entra en vigencia y con éste, una lista importante de posiciones arancelarias queda exenta indefinidamente de gravámenes para ingresar al mercado norteamericano. Algunos productos serán beneficiados por primera vez mientras otros conservarán la franquicia de la que ya gozaban con el ATPDEA. Pero hoy quiero llamar la atención sobre la verdadera dimensión del TLC para los exportadores, puesto que esta oportunidad ni es Maná caído del cielo, ni equivale al único mercado potencial para nuestras ventas al exterior.

1. El TLC en el spaguetti bowl del regionalismo abierto.

Para empezar debemos entender que el tratado que entra en vigencia este mes de mayo no nos da una preferencia, sino que nos quita una desventaja que teníamos frente a competidores directos que ya gozaban de exenciones en el mercado de Estados Unidos. Antes que los productos colombianos, los de México, Centroamérica, El Caribe, Chile y Perú, habían sido beneficiados con acuerdos comerciales semejantes.

Lograr la apertura del mercado norteamericano básicamente sirve a algunos productores colombianos para que compitan en igualdad de condiciones con exportadores de otras latitudes que ya venden desde hace varios años con franquicia a este mercado. Para otros sectores (textil-confección, por ejemplo) el TLC es el aseguramiento de beneficios aduaneros con los que ya se contaba desde 2001 a través del sistema de preferencias unilaterales ATPA/ATPDEA. La reciprocidad que exige el TLC debe ofrecer mayores garantías para los inversionistas, quienes pueden sentir la tranquilidad de que las franquicias concedidas serán estables y no sujetas al vaivén del debate político en Estados Unidos, como sí sucedía con el ATPDEA.

Pero, el “plato de spaguettis en el que se ha convertido el Regionalismo, lleno de tratados comerciales Norte-Sur y Sur-Sur, implica que entendamos que Colombia tiene intereses presentes y potenciales en otros mercados: somos integrantes de la CAN con importantes compradores en Ecuador, tenemos un G-2 con un creciente mercado en México, hacemos parte de un acuerdo presto a entrar en vigencia, CAN-Mercosur, con un enorme Brasil que consolida el segundo mercado más grande del continente. Adicionalmente, estamos próximos a inaugurar un TLC con la Unión Europea, el cual complementa acuerdos vigentes con Chile y con los países centroamericanos del triángulo norte. Para rematar, las negociaciones con Corea, Japón y próximamente China, amplían posibilidades en el mercado asiático. China es el gran exportador del mundo y eso lo convierte en un enorme y creciente comprador. ¿Qué vamos a venderle al mercado más atractivo de las próximas décadas?

2. ¿Qué vamos a exportar en el marco del TLC y demás acuerdos comerciales?

Este es un punto significativo y crítico. Las exportaciones colombianas, por décadas, han contado con preferencias para ingresar a los mercados más importantes: Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, las cifras no han sido las mejores. A pesar de las preferencias del ATPA/ATPDEA y del SGP a productos manufacturados principalmente, Colombia sigue dependiendo de las exportaciones de combustibles y algunos otros commodities que tienen pocas restricciones de importación. Ni la apertura económica (desde 1990), ni las preferencias unilaterales (SGP  y ATPA/ATPDEA) han servido para lograr que la economía colombiana diversifique su potencial exportador.

Las cifras son relevantes, no solamente dependemos de las exportaciones de bienes sin procesar: 70% de nuestras ventas son de café, petróleo, ferroníquel y carbón, siendo el crudo y algunos derivados el 49% del total de las exportaciones, sino que las ventas al extranjero de bienes manufacturados se componen, principalmente, de productos de bajo nivel de complejidad, por lo tanto, poco valor agregado y, en consecuencia, baja cotización en los mercados internacionales. Menos del 2% de  nuestras exportaciones se componen de productos de Alta Tecnología. Y esto no va a cambiar ya que somos un país que no patenta, que no investiga y que invierte poco en ciencia y tecnología (0.3% del PIB) si nos comparamos con países que avanzan como Brasil y Estados Unidos, los cuales dedican 1.4% y 2.8%, respectivamente.

3. A modo de reflexión final:

La importancia que pueda tener el TLC con Estados Unidos para las exportaciones y la inversión dependerá en gran medida de la capacidad de gestión de los empresarios y de la diligencia del gobierno colombiano para subsanar las deficiencias que en materia de infraestructura y legislación se deban abordar para crear unas condiciones que permitan realmente aprovechar las ventajas aduaneras que se crean. Sin embargo, el potencial de ese mercado en el largo plazo, no se podrá aprovechar sino se invierte en calidad en la educación, desarrollo científico y tecnológico, innovación y emprendimiento. Y esta tarea no es del gobierno sino de la articulación Empresa – Estado – Academia. No vamos a patentar, ni a exportar productos de Alta Tecnología en el corto plazo, ese es un hecho; pero si no se toman decisiones ahora, entonces, el TLC será un canto a la bandera porque seguiremos vendiendo café, petróleo, bananos, flores y algunas prendas de vestir.

Los acuerdos firmados y en proceso de negociación, a la par de las cifras, demuestran que Estados Unidos no es nuestro único mercado de interés y que hay regiones a las que se les debe dar igual o mayor importancia: Mercosur, China, México, Ecuador, Unión Europea, Sureste de Asia, etc. No olvidemos que por años nuestro principal comprador de manufacturas fue Venezuela y que, en la última década sólo 10% de las exportaciones a Estados Unidos se beneficiaban del ATPDEA. Así que es posible que en América Latina y otros mercados emergentes -China, India, Suráfrica- se hallen los potenciales compradores para sustituir en el corto plazo al vecino país, en lugar de concentrarnos en un mercado norteamericano más exigente y que en la actualidad apenas trata de salir de  una recesión.

 

Economía 2012: ¿más incierta que la Profecía Maya?

Preguntas no resueltas en el 2011….tarea pendiente para el 2012

1. ¿Para dónde va la Unión Europea? Más que la crisis del ciclo económico, que muestra una Europa estancada que no logra encontrar la senda del crecimiento, lo que realmente se ha desnudado en este 2011 es la falta de voluntad supranacional de la Unión Europea. La actual crisis ha ratificado el escepticismo de la Gran Bretaña para incursionar en niveles más profundos de integración, a la vez que se evidencia el “padrinazgo” que ejerce Alemania sobre los demás integrantes del bloque.

En consecuencia, queda la pregunta si el nuevo compromiso de una mayor disciplina fiscal –máximo 0.5% de déficit estructural y  sanciones si se supera el umbral del 3%- es un primer paso para incursionar en mayores niveles de integración: dotar al Banco Central Europeo –BCE- de un mayor rol supranacional, hasta convertirlo en un verdadero banco central. O sea, un emisor, prestamista de prestamistas, regulador del sistema crediticio y garante unitario de la sanidad monetaria.

Evidentemente hay muchos actores que no quieren llegar tan lejos: el eje de poder franco-alemán -dueño del poder económico actual-, Gran Bretaña y otros euroescépticos que consideran inevitable pertenecer al bloque pero que no desean que se profundice más la integración.

2. ¿Salió Estados Unidos de la crisis? El gobierno de Obama está viviendo una coyuntura favorable: el desempleo ha cedido en los últimos meses, colocándose en los niveles más bajos desde que estalló la crisis. Pero, no es evidente que la tendencia vaya a continuar por largo tiempo.

Obama enfrenta un año electoral, sus decisiones de política económica se moverán entre los retos estructurales de la potencia norteamericana y los cálculos de coyuntura electoral. La austeridad fiscal requerida podría tropezarse con un conflicto militar que enfrente a Estados Unidos con los imames chiitas de Persia. Esta posibilidad alteraría el gasto público norteamericano y el precio mundial de combustibles.

3. ¿Se desacelerará definitivamente China?  Aunque las tasas de crecimiento de China, India y otros mercados emergentes son envidiables para cualquier nación del mundo, la realidad es que cada punto porcentual que dejan de crecer, afecta la dinámica de la economía global. Es evidente que la locomotora del mundo son China e India, por lo tanto, su ritmo de crecimiento marca la pauta para el resto del planeta.

Lo que estamos construyendo es un algoritmo. Si la Unión Europea y Estados Unidos no salen definitivamente del estancamiento en el que se hallan, es muy difícil que los países emergentes mantengan la tasa de crecimiento que los ha caracterizado en los últimos años. ¿La razón?: Los países industrializados siguen siendo las economías de mayor ingreso en el mundo, en consecuencia, si las naciones del Norte no compran, China, India, Brasil, Corea, Taiwán, etc., tendrían que reducir su ritmo de producción. El mercado doméstico de estas naciones, aún caracterizado por una población con un bajo ingreso per-capita, no alcanza a reciclar la producción que se deje de vender al mundo desarrollado.

4. ¿Seguirán altos los precios de commodities? Esta es una pregunta crítica para economías latinoamericanas como Argentina, Colombia, Perú o Venezuela, principalmente. Si Europa, Estados Unidos y Japón siguen estancados, China no podrá acelerar su crecimiento y, por ende, bajará su demanda de materias primas. Este es el factor que puede mantener a la baja los precios mundiales de commodities.

Pero hay factores geopolíticos y climáticos a tener en cuenta. Los tambores de guerra que suenan en Irán y Siria, podrían poner nervioso al mercado de futuros e, incluso, afectar la oferta mundial de combustibles fósiles. Los chiitas de Irán colocan 2.5 millones de barriles diarios de petróleo –casi tres veces las exportaciones colombianas del combustible-, lo que pone nerviosos a los inversionistas y expone al mercado a una posible caída del abastecimiento. En consecuencia, hay elementos de juicio para pensar que los precios mundiales de combustibles podrían subir en 2012.

De otro lado, la incertidumbre ambiental cada vez incide más sobre los mercados. Las cosechas de granos –soja, café, trigo, maíz, etc.- pueden ser afectadas por lluvias imparables o por sequias incesantes, lo que altera la oferta mundial y, consecuentemente, sus precios. Adicionalmente el frío del invierno, en los países con estaciones, también marca el comportamiento del consumo de combustibles fósiles: petróleo y gas. He ahí otro factor de incertidumbre para los precios mundiales de commodities.

5. ¿Cómo le irá a Colombia? Es evidente que nuestro país depende de esta secuencia que acabamos de analizar. Somos un país exportador de commodities, altamente dependientes de la inversión extranjera y con un mercado doméstico subdesarrollado, con grandes grupos poblacionales sin capacidad de compra. Si China se desacelera y los países industrializados se mantienen estancados, no sólo se afectarán nuestras exportaciones de petróleo, carbón, café y ferroníquel, sino que la inversión extranjera podría menguarse un poco.

Con respecto al mercado interno, no hay mucho que esperar en el corto plazo. Aunque se ha concertado el salario mínimo -lo que siempre es una buena noticia-, el desempleo se halla por debajo de los dos dígitos y el TLC entrará en vigencia,  dos años de crudo invierno han hecho mucho daño a la infraestructura y a la sociedad, lo que obligará al Estado a invertir en reconstrucción y redistribución no presupuestada de riqueza en beneficio de los más afectados por el desorden climático: la coyuntura aplazará tareas estructurales pendientes.

Sin embargo, 2012 será año de grandes decisiones que no producirán impacto inmediato pero que tienen que ver con el futuro del país: la reforma a la educación, que no  sólo tiene que ver con la equidad sino especialmente con la competitividad (no habrá economía eficiente sin un recurso humano educado, innovador y emprendedor) y la formalización del empleo. Este último no sólo incide sobre el ingreso de los trabajadores, sino que dará la pauta para hacer viable en el largo plazo al Sistema de Seguridad Social; no es sostenible un Régimen de Seguridad Social que tiene tanto agente subsidiado y tan poco cotizante.

Muy seguramente la Profecía Maya no se hará realidad y en diciembre de 2012 estaremos nuevamente comiendo natilla con buñuelos. Pero, si el país no toma decisiones radicales en los temas de la educación, la seguridad social y la infraestructura; el tren del desarrollo pasará de largo por nuestra estación y nosotros nos quedaremos viéndolo pasar…cada vez más empobrecidos.

La economía global en crisis: el tsunami no se detiene.

Desde finales de 2007, la economía mundial ha entrado en una crisis que parece un remolino del que no se puede salir. Sin embargo, algunos países están más cerca de la playa que otros. ¿Qué tan segura es la posición de estos países? ¿la calidad de sus salvavidas es confiable?

Hagamos una clasificación de actores y su situación presente de cara al 2012.

Grecia, España e Italia. Estos países presentan la peor situación. De hecho, la recuperación de la confianza de los mercados financieros depende de las medidas de ajuste que estos países implementen. Pero, luego de recuperada la confianza, la sostenibilidad del ajuste dependerà de los resultados que éste comience a arrojar en los meses subsiguientes. Con la aprobación del rescate a Grecia –incluida su titubeante aceptación-y las medidas tomadas por el gobierno español para evitar la quiebra, podría decirse que se ha dado el primer paso. Pero, entonces, vendría el gran reto.

Admirables economistas como los premios nobel, Krugman y Stiglitz, consideran que estas no son las medidas correctas, éste es un ajuste que desestimula la demanda. El caso es que, tomado este camino, los ciudadanos de España y Grecia (al igual que los irlandeses e italianos) están poniendo el mayor esfuerzo: disminución del empleo, del ingreso y del gasto. En consecuencia, la solidez de la recuperación dependerá de la creatividad de los productores para crear mercados donde hay bajos ingresos y de la paciencia de la población que, de ser poca, podría traducir esta crisis económica en una política. Las manifestaciones de “inconformes” por el mundo industrializado son una señal de ello.

Estados Unidos. Si bien la potencia norteamericana apagó el incendio de su crisis financiera, el aparato productivo aún no despega  a pesar de la estrategia expansiva: devaluación del dólar y aumento de la oferta monetaria. Aunque el desempleo dejó de aumentar, aún se halla muy lejos de los indicadores anteriores a la crisis. Hoy Estados Unidos tiene casi el doble de desempleados que en 2006.

En Estados Unidos la confianza no se ha restablecido, ni por parte de los consumidores ni del sistema financiero. El indicador más crítico es que el mercado de vivienda aún no se reactiva, los precios de las casas siguen estancados en el fondo, lo que hace inviable al crédito: “si no tienes una casa con un precio de mercado atractivo, no te puedo prestar dinero”, más o menos esa debe ser la respuesta de los banqueros hoy en día en Estados Unidos. Y es que el centro de la crisis aún no se ha resuelto: cientos de miles de norteamericanos tienen una vivienda con una hipoteca cuyo monto supera al valor de mercado de la casa, a pesar de que llevan varios años pagándola.

Los demás países de la Unión Europea. En general, el crecimiento europeo será lento ya que este bloque se caracteriza por un fuerte comercio intrarregional. El principal cliente de los productos europeos son los mismos países de la región. Así que mientras no se restablezca la confianza del sistema financiero y comiencen a generarse nuevos empleos, Europa avanzará a la velocidad que le permita el lastre de la crisis. Obviamente, el colchón de Alemania es superior al de sus vecinos, lo que se traduce en menores efectos para la población teutona.

Países emergentes productores de commodities. Naciones como Perú o Colombia han salido relativamente bien libradas de la crisis. Sus economías crecen, el desempleo no aumenta y la balanza de pagos se ve sólida gracias a las exportaciones de materias primas y a los ingresos de inversiones extranjeras. En parte es la misma situación de Venezuela o Argentina, aunque ellos tienen otro tipo de problemas domésticos: excesivo gasto público, inflación y ausencia de confianza por parte del capital extranjero, especialmente en el caso venezolano.

Todo indica que en el corto y mediano plazo se gozará de relativa buena salud ya que los precios de combustibles seguirán al alza por dos razones fundamentales: China sigue creciendo gracias a la expansión de su mercado interno; y la caída en la oferta de petròleo y gas como resultado de problemas políticos en Medio Oriente y Norte de África, principalmente. Pero, no hay garantía que los precios de los alimentos conserven la misma tendencia.

El reto de estos países, que es lo que hace Argentina, es tratar de aprovechar la bonanza para estimular la industria nacional. Aquí es donde no se ven claramente los esfuerzos de los países andinos. El combustible no es renovable, esta bonanza se acabará y, entonces, ¿con qué apalancaremos nuestro crecimiento futuro? Hay que direccionar el superávit y estimular nuevas inversiones hacia otros sectores, particularmente productores de bienes y servicios con alto valor agregado.

China, India y otros países emergentes fuertes en industria y servicios. Estos son la locomotora de la economía global. Dos factores determinan que su futuro cercano siga siendo promisorio: la expansión de sus mercados internos y el hecho que siguen siendo los más atractivos para la inversión extranjera. Los capitales internacionales siguen privilegiándolos para colocar su liquidez.

Sin embargo, no están exentos de problemas: China y Brasil presentan problemas de inflación y existe, adicionalmente, una fuerte presión de Estados Unidos y Europa para que China revalúe su moneda y aligere la carga comercial de los países industrializados. Vivimos en un mundo global y China no puede contar con un crecimiento sostenido de largo plazo, si sus principales compradores no salen de la crisis.

En el 2012 veremos si baja la cresta de la ola de este tsunami global.

Futuros escenarios internacionales para la economía colombiana

La economía global viene desarrollando una cadena de cambios significativos desde hace un cuarto de siglo pero, a la vez vive una prolongada crisis que inició hace más de dos años y que presenta indicios de profundizarse en el año venidero. Esta combinación aunada a los retos que enfrenta la economía colombiana en particular, permiten delinear factores de cambio que incidirán sobre el entorno internacional para nuestras empresas en el  próximo año. A continuación explicaremos los más significativos, pero en las simbiosis  tendencias de largo plazo – coyuntura y tendencias globales – dinámicas locales.

Economía mundial y mercado doméstico: débil crecimiento. En la última década el motor del crecimiento mundial han sido las economías emergentes. Y lo han hecho sobre la base de una incursión en industrias complejas de alto valor agregado. Los BRIC y otros países subdesarrollados, han ido expandiendo su participación en la economía mundial a través de un fortalecimiento de sus capacidades innovadoras y de desarrollo tecnológico. El resultado ha sido su creciente participación en la cadena productiva de empresas multinacionales de Europa y Norteamérica, provocando un aumento en los precios mundiales de commodities, lo que ha estimulado el superávit de cuenta corriente de economías como la colombiana.

Sin embargo, es poco probable que China e India puedan mantener altas y sostenidas tasas de crecimiento económico, mientras sus compradores más importantes: Europa, Estados Unidos y Japón- siguen en recesión. Y todo indica que esa será la tendencia de 2012. En consecuencia, los ingresos de los colombianos estarán afectados por la depresión de las remesas que envían nuestros paisanos desde España y Estados Unidos principalmente y por un menor precio del carbón, petróleo, ferroníquel y café; principales productos de exportación del país.

Perspectiva comerciales de Colombia. La masificación de acuerdos comerciales es la respuesta de los gobiernos a la incapacidad de la OMC para llegar a un nuevo gran pacto en el marco de la Ronda de Doha. Cada país trata de abrirse paso en los mercados internacionales, a través de acuerdos bilaterales, principalmente.

Las expectativas colombianas están centradas en la ratificación del TLC con Estados Unidos y las oportunidades que ofrecen mercados con los que se tienen recientes acuerdos: la Unión Europea, Canadá, Japón, Corea, entre otros. Con respecto a estos países, la oportunidad está relacionada con el aprovechamiento de preferencias que ya existían de manera unilateral –ATPDEA y SGP- pero que ahora serán permanentes, por ende, más confiables y atractivas para los inversionistas.

Estos tratados pueden atraer inversionistas extranjeros que quieran aprovechar los Acuerdos Comerciales y de Inversiones para atender otros mercados desde Colombia. Igualmente, podremos acceder a maquinarias y materias primas libres de aranceles. Pero, no olvidemos que algunas empresas nacionales que abastecen el mercado doméstico encontrarán nuevos competidores derivados de estos tratados.

Sin embargo, hay que tener en cuenta dos elementos adicionales. Primero, los mercados con los que firmamos TLC no son exclusivos; otros competidores ya han firmado tratados o esperan hacerlo en los próximos meses o años. En consecuencia, los TLC son una oportunidad que sólo tiene sentido si nuestras empresas elevan su productividad, agregan valor, se diferencian e innovan. No olvidemos que 20 años de apertura económica no se han traducido en un cambio significativo de la oferta exportable; la cual sigue siendo, con loables excepciones, una, poco diversa, gama de commodities.

El segundo elemento tiene que ver con el mercado venezolano. A pesar de que las relaciones políticas entre los dos países tienden a mejorarse, la dinámica comercial no tiene que seguir el mismo rumbo. Venezuela espera un ingreso pleno al Mercosur y ya ha tomado medidas para cubrir las exportaciones colombianas con productos de Brasil y Argentina. Sectores como el automotriz, cárnicos, huevos y lácteos ya han sido desplazados por proveedores del Cono Sur. Las empresas colombianas de manufacturas y sector agro-industrial deben aceptar el reto de encontrar nuevos mercados. En este camino, hay que analizar el potencial de otros acuerdos: CAN con Mercosur y los convenios existentes con Chile, México y demás países centroamericanos.

La tasa de cambio. Llevamos 10 años de revaluación. El dólar, que de manera gradual llegó a los $2300 hace casi una década – tocando el borde de los $3000 en la coyuntura política de 2002- se mantiene por debajo de los dos mil pesos desde hace varios meses. Esto es algo que preocupa a exportadores y al mercado nacional por el incremento de las importaciones. No es viable predecir lo que va a suceder pero hay elementos estructurales para entender que no se va a presentar una fuerte devaluación del peso. Probablemente las relaciones Dólar – Euro y Dólar – Yen van a cambiar, desacelerando la tendencia de devaluación del dólar, pero el cambio no puede ser muy significativo porque Estados Unidos no muestra señales de moverse en esa dirección. La Reserva Federal y el gobierno americano –en un año electoral- tratarán de mantener una política expansionista para recuperar los empleos perdidos durante la crisis: La política monetaria norteamericana seguirá siendo expansiva. Se tomarán medidas para reactivar la economía, lo que implica evitar la revaluación del dólar.

2012: ¿Año de la segunda recesión en línea o de la recuperación económica?

Los hechos:

Los datos de desempleo en Estados Unidos y el lacónico pronóstico del FMI sobre una posible segunda recesión son señales y a la vez motores de la debacle. Los pésimos informes estadísticos del desempleo en Estados Unidos –sobre el 9% desde 2009- no sólo son explicaciones de lo que está pasando, sino que a la vez son trenes que empujan en la dirección que se quiere evitar: la recesión. Aumenta la incertidumbre y eso frena la inversión y la contratación de nuevos trabajadores.

Hace un par de meses, cuando el congreso de Estados Unidos no se ponía de acuerdo para subir el techo de la deuda del gobierno americano, la bolsa se desplomó; luego, cuando Standard and Poors bajó la calificación de la deuda de largo plazo de los Estados Unidos, la bolsa se volvió a caer. Hoy, lunes 5 de agosto, la bolsa de Europa se hunde con los datos de desempleo de Estados Unidos en un ambiente ya orquestado por el informe del FMI que considera altamente probable una nueva recesión. Mañana, cuando abra Wall Street, seguramente se sentirá el coletazo.

En Europa se toman medidas complementarias para contener la crisis, dando un impulso a Portugal e Irlanda. Pero eso no es suficiente, ni España, ni Italia, ni Grecia dan señales de recuperación.

Como deciamos en nuestro artículo anterior, es difícil lograr una recuperación significativa cuando las grandes empresas multinacionales de Europa y Estados Unidos han trasladado en las últimas décadas su producción a China, India y demás economías emergentes.

Las recetas:

Los ortodoxos del FMI, el tea party y demás vocero del ala más ortodoxa del neoliberalismo están de acuerdo en que el primer gran paso es sanear las finanzas públicas: reducir el gasto público para estabilizar los mercados, recuperar la confianza y reiniciar la ruta del crecimiento. En otras palabras, menos gasto social, menos empleos públicos para tener menos deuda pública, menos presiones inflacionarias y tasas de interés más atractivas para el mercado. En este caso la receta es recuperar el mercado para los inversionistas, sacrificando la población más vulnerable en la etapa de ajuste. Cuando la economía comience a crecer, los beneficios volverán a través de impuestos por aumento en la producción y empleo por incremento en las ventas.

Pero, críticos respetables como los premios Nobel Joseph Stiglitz y Paul Krugman consideran que el Estado debe jugar el rol contrario: emitir dinero, gastar y estimular el consumo para crear empleos. Para los heterodoxos, pagar el costo de algo de inflación es un daño menor, comparado con el impacto de dar dinamismo a la economía estancada por poco más de tres años.

Dos recetas diametralmente opuestas para solucionar un mismo problema.

¿Qué nos espera a los colombianos?

Nuestra economía ya ha sufrido las consecuencias del deterior en el empleo de Europa y los Estados Unidos. Nuestros compatriotas en Estados Unidos y España tienen cada vez más complicaciones para sostener sus empleos, legales o ilegales. En consecuencia, las remesas en la balanza de pagos han caído.

Sin embargo, las exportaciones no se han visto afectadas. ¿La razón? El crecimiento de los mercados emergentes, particularmente China e India, han mantenido altos los precios de los commodities –petróleo, carbón, ferroníquel, café-. Incluso, los temores de una nueva recesión han mantenido en vilo a los inversionistas quienes tienen al oro como “el último de los refugios”, haciendo que el metal precioso permanentemente bata récords de precios. Aquí también hemos salido ganando.

Pero la economía, al final de cuentas, es sólo una. Si Europa y Norteamérica no se recuperan, para China e India será difícil  mantener altas las tasas de crecimiento. Ya la economía del coloso asiático muestra señales de inflación, particularmente los precios de los no transables: la vivienda, los arriendos, los servicios personales. Así que, será muy difícil seguir creciendo de modo sostenido si las economías industrializadas siguen deprimidas y compran menos. Hay una propuesta para que China haga crecer su mercado interno, pero eso será gradual, demorará años antes de hacerse significativo, sin que se dispare la inflación. China no va a renunciar de un solo golpe de la ventaja comparativa y competitiva que ha desarrollado al tener mano de obra eficiente, tecnológicamente avanzada y de bajo costo.

Conclusión:

Caída en las remesas, deterioro de los precios de nuestros exportables –commodities- y reducción de inversiones extranjeras por cuenta del estancamiento de Europa y Norteamérica, esas son las correas de transmisión por las que llegarán las consecuencias de la segunda recesión de la economía mundial en menos de cuatro años.