Es una sociedad común y corriente, el asesinato a plomo de un niño de cuatro años, mientras duerme, bastaría para generar una protesta masiva de la ciudadanía, quizá un pronunciamiento de todos los líderes políticos y sociales, y hasta un debate nacional.
Pero la nuestra, es triste decirlo, está acostumbrada a la muerte, así que el caso no pasó de ser otra anécdota de la violencia en Colombia.